Donald Trump contra las mujeres (otra vez)
El Gobierno de Estados Unidos ha vetado las ayudas a organizaciones que faciliten el aborto
Una organizaci¨®n sin fines de lucro keniana dedicada a la salud femenina se enfrenta a un dilema imposible. El Fondo M¨¦dico y Educativo Kisumu (KMET) recibe 200.000 d¨®lares al a?o del gobierno de Estados Unidos para entrenar a m¨¦dicos en el tratamiento de hemorragias posparto. El KMET tambi¨¦n recibe dinero de donantes europeos y otras fuentes para la provisi¨®n de servicios integrales de salud reproductiva, entre ellos asesoramiento sobre aborto. Tras el reciente decreto del presidente Donald Trump que reinstal¨® y ampli¨® la regla de la llamada mordaza global, el KMET (y muchas organizaciones similares) tendr¨¢n que elegir entre distintos programas para salvar vidas.
La mordaza global (oficialmente denominada ¡°pol¨ªtica de Ciudad de M¨¦xico¡±, por haber sido anunciada en una conferencia de la ONU en esa ciudad), proh¨ªbe dirigir fondos de ayuda oficial al desarrollo del gobierno de los Estados Unidos hacia organizaciones no estadounidenses que ofrezcan a mujeres cualquier tipo de servicio relacionado con el aborto (incluso informaci¨®n o derivaciones a terceros), independientemente del modo de financiaci¨®n de esos servicios. Tambi¨¦n excluye de la financiaci¨®n estadounidense a aquellas organizaciones que promuevan el acceso al aborto en sus propios pa¨ªses.
Esto implica que si el KMET sigue proveyendo servicios relacionados con el aborto a las mujeres de Kenia (donde entre el 30% y el 40% de las hospitalizaciones femeninas se relacionan con abortos inseguros), perder¨¢ la financiaci¨®n que necesita para la tarea igualmente vital de ense?ar a los m¨¦dicos a manejar complicaciones relacionadas con el parto. Que las tasas de mortalidad materna en toda la regi¨®n son extremadamente altas es otra cuesti¨®n. Lo que importa es que cualquiera sea la opci¨®n que elija, el KMET tendr¨¢ que reducir servicios sanitarios en regiones de las que es el principal proveedor.
La regla de Trump afecta a todos los programas sanitarios, lo que incluye VIH, malaria, salud maternoinfantil, tuberculosis y nutrici¨®n
La mordaza global no es nueva. La introdujo el presidente Ronald Reagan en 1984, y desde entonces, fue una puja pol¨ªtica permanente: los presidentes dem¨®cratas la derogan y los republicanos la restauran.
Pero esta ¨²ltima manifestaci¨®n de la regla va m¨¢s lejos que las anteriores. Las versiones anteriores afectaron la financiaci¨®n de Estados Unidos para programas de planificaci¨®n familiar, pero la regla de Trump afecta a todos los programas sanitarios (lo que incluye VIH, malaria, salud maternoinfantil, tuberculosis y nutrici¨®n) por un total de hasta 9.000 millones de d¨®lares al a?o.
El Plan Presidencial de Emergencia para el Alivio del Sida comprende la mayor parte del gasto en salud mundial de Estados Unidos (6.800 millones de d¨®lares al a?o). Hay organizaciones que hace tiempo combinan este plan con otros fondos para dar atenci¨®n de salud reproductiva integral a mujeres que viven con VIH y para prevenir la transmisi¨®n del virus de madre a hijo, y ahora quedar¨¢n en una posici¨®n insostenible.
Aunque las resurrecciones de la mordaza global apoyadas por presidentes republicanos anteriores fueron m¨¢s limitadas, sus consecuencias igual fueron devastadoras. Con George Bush hijo, la regla oblig¨® a cerrar ocho cl¨ªnicas s¨®lo en Kenia (la mayor¨ªa de las cuales eran las ¨²nicas proveedoras de atenci¨®n m¨¦dica en sus comunidades). Algunas de esas cl¨ªnicas pertenec¨ªan a la Asociaci¨®n para la Planificaci¨®n Familiar de Kenia, que atend¨ªa a 56.000 personas y no hac¨ªa abortos. Uno de los centros clausurados prestaba atenci¨®n infantil y posparto integral.
Pero la mordaza global no s¨®lo es sumamente perjudicial para la salud de las mujeres, sino que incluso es contraproducente. Sin servicios de planificaci¨®n familiar, incluido el acceso a m¨¦todos anticonceptivos, las mujeres est¨¢n peor preparadas para evitar embarazos no deseados. Un estudio de la Universidad Stanford determin¨® que en los pa¨ªses m¨¢s afectados por la mordaza global durante la era de Bush, la tasa de abortos en realidad aument¨®.
La versi¨®n de la regla restaurada por Trump puede ser incluso m¨¢s devastadora. En las ¨²ltimas d¨¦cadas, muchos pa¨ªses en desarrollo (como Colombia, Nepal, Etiop¨ªa y Mozambique) liberalizaron sus leyes de aborto para salvar vidas de mujeres y reducir el costo que supone para sus sistemas sanitarios el tratamiento de lesiones causadas por abortos inseguros. De modo que la mordaza global debilita las pol¨ªticas de los gobiernos locales e interfiere con el debate democr¨¢tico.
La mordaza global no s¨®lo es sumamente perjudicial para la salud de las mujeres, sino que incluso es contraproducente
La restauraci¨®n de la regla de mordaza global puede frenar o incluso revertir un avance en salud femenina que cost¨® mucho conseguir, al mismo tiempo que supone una violaci¨®n de los derechos humanos y legales de las mujeres. Por ejemplo, si el KMET acepta ayuda de Estados Unidos, estar¨¢ obligado a negar a las mujeres informaci¨®n sobre un servicio sanitario fundamental, lo que atenta contra el principio de confianza entre las pacientes femeninas y sus m¨¦dicos, y es una violaci¨®n de un derecho humano fundamental.
En Nigeria, la organizaci¨®n EVA: la educaci¨®n como vacuna (integrante de la Coalici¨®n Internacional para la Salud de la Mujer) puede quedar en una situaci¨®n igualmente dif¨ªcil, si acepta recibir financiaci¨®n de Estados Unidos para su trabajo en relaci¨®n con el VIH. Esta organizaci¨®n maneja la l¨ªnea de informaci¨®n telef¨®nica sobre salud sexual y reproductiva para j¨®venes de m¨¢s antig¨¹edad en el pa¨ªs, y es uno de los pocos ¨¢mbitos en que los j¨®venes pueden hacer preguntas sin temor a la estigmatizaci¨®n y la verg¨¹enza.
El aborto ya est¨¢ sujeto a serias restricciones en Nigeria, y los pocos proveedores de servicios abortivos que hay enfrentan considerables riesgos. Los abortos inseguros son una de las principales causas de mortalidad materna, particularmente entre mujeres adolescentes y j¨®venes, de modo que los servicios de EVA son fundamentales. La directora ejecutiva de EVA, Fadekemi Akinfaderin-Agarau, teme con raz¨®n que la regla de mordaza global ¡°sea un duro golpe para Nigeria¡±, porque si su organizaci¨®n acepta fondos de Estados Unidos entonces ya no podr¨¢ ni siquiera hablar con las j¨®venes con que trabaja sobre c¨®mo recibir atenci¨®n m¨¦dica despu¨¦s de un aborto.
Cada d¨ªa, mueren 830 mujeres durante el parto y el embarazo, y cada a?o, 6,9 millones reciben tratamiento por complicaciones derivadas de abortos inseguros, casi todas ellas en pa¨ªses en desarrollo. Prohibir la entrega de fondos a organizaciones comprometidas con la provisi¨®n de atenci¨®n m¨¦dica e informaci¨®n de calidad a estas mujeres es punitorio, y es una violaci¨®n de sus derechos humanos. Imponer la regla de mordaza a pesar de la clara evidencia del da?o que causa es un intento descarado de controlar los cuerpos y la salud de las mujeres.
Durante la campa?a, Trump prometi¨® que castigar¨ªa a las mujeres que abortaran. Ya eso ser¨ªa suficientemente malo. Pero la regla global de mordaza va mucho m¨¢s all¨¢, porque castiga a millones de mujeres en los pa¨ªses en desarrollo por el mero hecho de ser mujeres.
Fran?oise Girard es presidenta de la Coalici¨®n Internacional para la Salud de la Mujer.
Traducci¨®n: Esteban Flamini
Copyright: Project Syndicate, 2017. www.project-syndicate.org
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