Discriminaci¨®n positiva: Entre todas las mujeres, ?no hab¨ªa ninguna mejor que ¨¦l?
Argumentos a favor y en contra, ?existe otra soluci¨®n?

Imagine una carrera en la que compiten un hombre y una mujer. ?l parte de la l¨ªnea de salida y ella lo hace unos metros por detr¨¢s. Debido a ello, muchas personas defienden la necesidad de pol¨ªticas que corrijan la desventaja inicial, por decreto. Pero tambi¨¦n hay quien duda de que sea el mejor camino para lograr un mundo m¨¢s justo.
Seg¨²n Eguzki Urteaga, profesor de Sociolog¨ªa en la Universidad del Pa¨ªs Vasco, ¡°los hechos son los que son¡±, y como se pueden medir, permiten extraer una conclusi¨®n clara e irrefutable. ¡°Hoy en d¨ªa es posible establecer un diagn¨®stico riguroso y fiable que indica la existencia de desigualdades de g¨¦nero¡±, afirma este experto, que se basa en los niveles de desempleo, salario y precariedad que registran los indicadores entre la poblaci¨®n femenina. ¡°Queda camino por recorrer, aunque se haya avanzado mucho en los ¨²ltimos a?os¡±, opina Rebeca Cordero, profesora de Sociolog¨ªa de la Universidad Europea de Madrid, quien ve que las pol¨ªticas de discriminaci¨®n positiva son una repuesta a la situaci¨®n que la mujer lleva experimentando respecto al hombre desde hace mucho tiempo.
?¡°A¨²n hoy, en muchos procesos de selecci¨®n, en igualdad de condiciones, se prima la contrataci¨®n del hombre frente a la mujer por el hecho de que esta pueda llegar a ser madre¡±, recuerda Cordero. ?Es m¨¢s justo contratar un 50% de mujeres, s¨ª o s¨ª, aunque haya candidatos masculinos m¨¢s apropiados? ?Debe un empresario privado (que arriesga su dinero particular o su fortuna, o lo que considere, pero suyo), de manera altruista, en pos de la humanidad y de la econom¨ªa mundial, obviar las leyes naturales de la maternidad? ?Acaso existe hoy otra manera de asegurar el progreso?
?Hay que corregir la desigualdad para evitar la discriminaci¨®n?
El ejemplo que aporta Cordero forma parte de un sinf¨ªn de situaciones en las que el punto de partida para las mujeres se sit¨²a por detr¨¢s. Una situaci¨®n injusta a todas luces, complicada de compensar. Porque para que se identifique como discriminaci¨®n debe haber voluntad intencionada de perjudicar. Y eso, a veces, ¡°es dif¨ªcil de verificar, dado que se utilizan formas veladas para hacerlo. Adem¨¢s, el sistema de sanciones tanto econ¨®micas como administrativas que existen son limitadas, de modo que su aplicaci¨®n apenas surte efecto¡±, contin¨²a Urteaga. Esa desventaja inicial es lo que Yolanda Besteiro, presidenta de la Federaci¨®n de Mujeres Progresistas (FMP), considera el quid de la questi¨®n en materia de pol¨ªticas de discriminaci¨®n positiva: ¡°El principio de igualdad no significa que debamos tratar a todos de la misma manera, sino que una situaci¨®n desigual se ha de manejar de modo no equitativo con el fin de corregir el desequilibrio inicial¡±.
¡°El principio de igualdad no significa que debamos tratar a todos de la misma manera, sino que una situaci¨®n desigual se ha de manejar de modo no equitativo para corregir el desequilibrio¡± (Yolanda Besteiro, presidenta de la Federaci¨®n de Mujeres Progresistas)
Una de las iniciativas m¨¢s contundentes y efectivas que se han llevado a cabo en materia de legislaci¨®n espa?ola para arreglar esa situaci¨®n es la aprobaci¨®n de la Ley 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. ¡°Sin embargo, no son medidas vinculantes y dependen de la voluntad pol¨ªtica, la sensibilidad y el compromiso de quienes toman la decisi¨®n¡±, afirma Noelia Igareda, profesora de Filosof¨ªa del Derecho en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona (UAB). ¡°Cuando se trata de igualdad de g¨¦nero, permitimos un grado de discrecionalidad que no se da en ning¨²n otro derecho fundamental. Y esto se debe a que en estas ocasiones no lo vemos como algo esencial, y toleramos que sea postergable o pase a segundo plano¡±.
?Puede una ley provocar un cambio de mentalidad?
En la misma l¨ªnea, la presidenta de la Federaci¨®n de Mujeres Progresistas, remarca que despu¨¦s de la entrada en vigor de la mencionada ley, en la pr¨¢ctica ¡°se sigue asociando maternidad y responsabilidades familiares como algo exclusivamente de las mujeres, perpetuando la idea de que quienes necesitan conciliar horarios laborales y personales es un asunto que solo le corresponde a ellas¡±. Esta perpetuidad de las desigualdades, impermeables a las medidas tomadas desde el ¨¢mbito jur¨ªdico, demuestra que el reconocimiento que recogen este tipo de normas no basta para virar el rumbo entre la sociedad. ¡°Por eso, las pol¨ªticas de discriminaci¨®n positiva aspiran a trav¨¦s de diferentes mecanismos a lograr la igualdad de g¨¦nero en los hechos¡±, subraya el profesor de Sociolog¨ªa Eguzki Urteaga.
Besteiro va m¨¢s all¨¢. Y apunta que los ¨²nicos avances que se han podido constatar han sido como resultado de la aplicaci¨®n de medidas coercitivas: ¡°Cuando no existe obligatoriedad, como s¨ª ocurre en el ¨¢mbito econ¨®mico por ejemplo, apenas hemos dado unos pocos pasos desde la aprobaci¨®n de aquella normativa de 2007¡±. Urteaga coincide: ¡°Desde la instauraci¨®n por ley de las listas cremallera [lista electoral en la que hombres y mujeres ocupan puestos alternos], la presencia femenina en las asambleas ha aumentado notablemente, hasta convertirse en mayoritaria en ciertos parlamentos auton¨®micos como el vasco¡±. As¨ª que, a?ade, ¡°la ¨²nica forma de desbloquear una situaci¨®n de colapso y aproximarse a una mayor igualdad es empleando los mecanismos de discriminaci¨®n positiva¡±.
?D¨®nde quedan los m¨¦ritos propios?
No son pocas las voces que cuestionan la idoneidad de estas medidas. Incluso, argumentan que en lugar de acabar con la desigualdad, lo que hace es reconocer que las mujeres son incapaces de alcanzar posiciones de liderazgo por m¨¦ritos propios, perpetuando su inferioridad y fomentando la discriminaci¨®n. En esta corriente se inscribe Nuria Esparza, directora de Atracci¨®n de Talento en Grupo Adecco, quien no cree que sea la soluci¨®n. ¡°Como media inicial para salvar las barreras que a¨²n existen en el mercado laboral, puede ser eficaz¡±, reconoce. Ahora bien, al especular acerca de sus efectos a medio y largo plazo, ¡°puede perjudicar a la mujer ya que se corre el riesgo de que no se nos valore ni por nuestros m¨¦ritos y capacidades ni por lo que podamos aportar a la empresa, convirti¨¦ndonos en mero instrumento para cumplir una cuota¡±.
LA DESIGUALDAD NO SE PUEDE CORREGIR
Michael Kimmel es una de esas rara avis que defiende abiertamente la igualdad de g¨¦nero desde su masculinidad. Y es que para este profesor de Sociolog¨ªa y Estudios de G¨¦nero en la Stony Brook University (Nueva York) "los hombres, en general, no son conscientes de los privilegios de los que disfrutan cada d¨ªa por el simple hecho de su condici¨®n de g¨¦nero". Unas prerrogativas que, seg¨²n el tambi¨¦n director del Center of Study of Men and Masculinities, no tiene visos de desaparecer. Es m¨¢s, "la cuesti¨®n que deber¨ªamos plantearnos no es si habr¨¢ o no desigualdad en el futuro, sino de qu¨¦ tipo y en qu¨¦ grado se infringir¨¢". Una visi¨®n, ciertamente no muy optimista, que ¨¦l mismo suaviza recordando c¨®mo el trato y posici¨®n de la mujer en la sociedad ha mejorado con el tiempo: "Pensemos en nuestras abuelas y c¨®mo conciliaban su vida laboral y familiar. Simplemente, no lo hac¨ªan. O en el hecho de que maltratar f¨ªsicamente a una mujer no estaba tipificado como delito".
Ante el temor a que el privilegio eclipse la val¨ªa, Clara Guill¨®, profesora de Sociolog¨ªa en la Universidad Complutense de Madrid, y vocal de la Federaci¨®n Espa?ola de Sociolog¨ªa, replica que ¡°la meritocracia solo se da en ¨¢mbitos muy concretos. De hecho, es pr¨¢cticamente inexistente y, en aquellos casos en los que s¨ª se constata, se hace necesario llegar hasta ese escenario, lo cual es imposible si no se dan unas condiciones de igualdad m¨ªnimas que hoy, lamentablemente, no disfrutamos. As¨ª que es la pescadilla que se muerde la cola¡±.
Quienes niegan la efectividad de medidas de discriminaci¨®n positiva como las controvertidas cuotas en el ¨¢mbito empresarial, a?ade la soci¨®loga, ¡°comparten una visi¨®n neoliberal del problema. Consideran que el individuo est¨¢ solo frente a sus proyectos vitales y objetivos. Pero esto es una falacia porque nuestras capacidades se generan siempre en un contexto determinando, no en abstracto ni aisladas del resto de factores que influyen en su desarrollo¡±. Tampoco Igareda, profesora de Filosof¨ªa del Derecho, piensa que estas medidas privilegien a las mujeres. ¡°En igualdad de condiciones, m¨¦ritos y capacidades, intentan facilitar la presencia del sexo infrarrepresentado¡±. Alude a c¨®mo sus detractores muestran su miedo a la inclusi¨®n de mujeres florero a trav¨¦s de la aplicaci¨®n de las cuotas, ¡°y, sin embargo, no parece preocuparles demasiado la posible lista de hombres tiesto que durante siglos han llegado a puestos de responsabilidad, mientras se quedaban por el camino mujeres igual de v¨¢lidas pero que, por su condici¨®n femenina, ni siquiera tuvieron la posibilidad de optar a dichas posiciones¡±.
?Por qu¨¦ algunos se resisten a la igualdad?
Igareda se remite a la p¨¦rdida de privilegios (del hombre): ¡°Las pol¨ªticas de discriminaci¨®n positiva implican la merma de las prerrogativas asociadas a un determinado sexo, clase social y raza. De ah¨ª las resistencias que provocan¡±. Urteaga abunda en esta teor¨ªa: ¡°Estas medidas vienen a cuestionar la posici¨®n dominante en que se encuentran ciertos colectivos, entre los cuales est¨¢n los hombres, lo que genera la aparici¨®n de negativas al cambio e intentos de deslegitimar los intentos de modificar el statu quo imperante¡±. En este sentido, los detractores tratan de justificar su postura ¡°socavando los fundamentos te¨®ricos de dichas pr¨¢cticas, por ejemplo, considerando que estos ponen en entredicho la igualdad de derechos de los ciudadanos y que conducen a una infravaloraci¨®n de los colectivos que se benefician de estas medidas¡±, a?ade el profesor de Sociolog¨ªa. Su colega Guill¨® coincide en que no es tanto una cuesti¨®n cultural como de poder. ¡°Estamos ante un problema de privilegios que se perpet¨²an a trav¨¦s de mecanismos culturales¡±.
La profesora Igareda gira el foco hacia la educaci¨®n y piensa que estas herramientas son fundamentales para desmontar el patriarcado instalado en la sociedad. Aunque advierte que ¡°la escuela y la familia tambi¨¦n consolidan los roles y estereotipos de g¨¦nero que permiten y toleran la desigualdad de facto en nuestra sociedad¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.