¡®Masterchef Junior¡¯ | ?Y hoy qu¨¦ le preparamos?
Ya puedes haberte pasado media hora prepar¨¢ndole una crema de verduras que, si de repente le apetecen croquetas, pedir¨¢ el cambio
Hace meses os hablaba de la esclavitud, amorosa y repetitiva, a lo mito de S¨ªsifo paternal, que supon¨ªa cocinarle el pur¨¦ a la ni?a dos veces al d¨ªa, porque quer¨ªamos que todo fuera fresco y acabado de preparar, sin neveras ni microondas. (No hace falta que teng¨¢is memoria fotogr¨¢fica, porque os pongo el link).
Y como pronosticaba all¨ª, con el tiempo la ni?a ha pasado ya a comer de todo (tampoco hay que ser muy listo para pronosticar eso, as¨ª que no me pregunt¨¦is por los resultados de las quinielas, que no he viajado en Delorean con un almanaque deportivo). Adem¨¢s, lo hace sola y su dominio de los cubiertos es bueno para una cr¨ªa de 2 a?os (aunque la experiencia gastron¨®mica sigue pareciendo una guarrada o una pintura a lo Pollock).
Primero empez¨® comiendo con las manos, y despu¨¦s pas¨® a los cubiertos, aunque los bajos de la trona segu¨ªan llen¨¢ndose de restos ca¨ªdos y se convert¨ªan en el bufete libre del perro.
Las cucharas las domin¨® a su manera. Ella quer¨ªa usarlas en posici¨®n vertical, as¨ª que del plato a la boca la mitad se perd¨ªa por el camino. Poco a poco las cucharas ya han recuperado su horizontalidad y ahora es una delicia verla comer. Y digo cucharas en plural porque a veces el yogur se lo toma con dos a la vez, en plan peli de John Woo. (Y como una personita mayor, siempre lame la tapa del yogur).
El tenedor lo control¨® al momento, pero en vez de pinchar la comida con ¨¦l, cog¨ªa los trozos de comida y los clavaba ella en el tenedor.
Y el cuchillo¡ como en las c¨¢rceles. De pl¨¢stico o lejos.
Por supuesto, los baberos hacen honor a su nombre y mueren en acto de servicio, como atacados por el fantasma verde baboso de Cazafantasmas.
Y la aventura culinaria diaria ha subido de nivel y crecido en complejidad. El men¨² que siguen en la guarder¨ªa, elaborado por expertos dietistas-nutricionistas, nos sirve de referencia, para no repetir platos por la noche, para sacar ideas de combinaciones y para pensar menos, claro.
Pero tampoco podemos planificar demasiado. Porque ahora que habla mucho, la ni?a expresa con contundencia de gourmet sus peticiones. Ya puedes haberte pasado media hora prepar¨¢ndole una crema de verduras y una tortilla con huevos n¨²mero 0 de gallinas criadas en un balneario, que si de repente le apetecen croquetas, hablar¨¢ con el maitre (alias el progenitor d¨¦bil, o sea, yo) para pedir cambio.
Y lo peor es que despu¨¦s de prepararle las croquetas puede decidir que no se las come, porque queman, porque no queman o porque ahora quiere directamente el biber¨®n y dormir.
Algunos d¨ªas nos ponemos serios y le repetimos que sin ticket de compra no hay cambio y que se coma lo sano. Otros, cuando estamos cansados, la dejamos ganar.
Quiz¨¢ en el futuro los padres montaremos un negocio de comida a domicilio con todos los platos cocinados sin tocar.
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