As¨ª he viajado 3 meses por Europa gastando menos de 12 euros al d¨ªa (con todo incluido)

Nunca antes fue tan f¨¢cil conocer mundo. Aerol¨ªneas de bajo coste, desplazamientos en coches compartidos o plataformas para dormir en sof¨¢s sin pagar un c¨¦ntimo. Explorar las postales que siempre so?amos pisar est¨¢ al alcance de mucha m¨¢s gente. Y los que no soportan el turismo estacional de resort (con la pulserita de barra libre) han encontrado una nueva filosof¨ªa de viaje: alojarse y comer por la cara a cambio de trabajar unas horas en una ONG, una familia o una escuela.

Este planteamiento implica pasar m¨¢s tiempo en un mismo lugar, huir de las grandes multitudes, ahondar en las relaciones con la gente local y, sobre todo, no dejarse tanto dinero. La rutina de hotel-museo-restaurante-espect¨¢culo no tiene cabida en este estilo de turismo.

?C¨®mo se encuentran estas propuestas? La tecnolog¨ªa, a la que tanto achacamos nuestro aislamiento (en el metro, en casa o en cenas con amigos) ha facilitado la creaci¨®n de p¨¢ginas web que conectan personas con ganas de viajar y ofertas de trabajo temporal en el extranjero. Hay plataformas gen¨¦ricas (Helpx y WorkAway) y otras m¨¢s espec¨ªficas: para ayudar en granjas (World Wide Opportunities on Organic Farms), en hoteles (Worldpackers) o para ense?ar idiomas (GoCambio).

Durante 3 meses, he viajado por Europa con menos de 1.000 euros (todo incluido): Malta, Italia, Austria y Reino Unido. He pasado tres semanas exactas en cada uno de los pa¨ªses (84 d¨ªas en total), aunque los trabajos que se ofertan en esas p¨¢ginas suelen ser muy flexibles, y podr¨ªa haber adaptado las fechas en funci¨®n de los vuelos m¨¢s econ¨®micos. Esta ha sido mi ruta, aunque obviamente las posibilidades son infinitas, tambi¨¦n fuera de Europa:

Aterrizo en La Valeta, capital de Malta, y viajo hasta Gozo, otro pedazo de tierra de este archipi¨¦lago mediterr¨¢neo donde paso tres semanas como ayudante en un barco. Encallado en un puerto, las labores ocupan entre tres y cuatro horas cada ma?ana, de lunes a domingo: cambiar s¨¢banas, atender las peticiones de alquiler tur¨ªstico, limpiar las zonas comunes y echar una mano con el mantenimiento de los barcos (algo de carpinter¨ªa, pintura o fontaner¨ªa). ?A cambio? Alojamiento en el barco, dos salidas semanales por el Mediterr¨¢neo y una paga de 75 euros para gastos extra. El resto del tiempo: chapuzones en la playa, paseos por la capital y por la tranquila isla de Gozo.

Ya me he tostado al sol. El salitre del mar a¨²n gratina mi pelo. No pasa nada por llevar una vida m¨¢s hogare?a. Vuelo a Mil¨¢n, capital de la regi¨®n norte de Lombard¨ªa de 1,4 millones de habitantes, para trabajar tres semanas como ni?ero. Me alojo con una familia a la que le gusta salir a la monta?a y acampar de vez en cuando.

No anuncian un trabajo al uso, sino que esperan que "formes parte de la familia¡±: jugar, hablar (a poder ser, en ingl¨¦s) y ayudar en tareas escolares. La cena es conjunta. Cuando el ni?o est¨¢ en el cole, la ciudad de la moda tiene un mont¨®n de opciones. Y de cara al fin de semana, Venecia, B¨¦rgamo, Parma, Bolonia o Tur¨ªn est¨¢n a la vuelta de la esquina.

Aunque tenga fama por sus deportes de invierno, Innsbruck est¨¢ rodeada por los Alpes, y en primavera y oto?o es una aut¨¦ntica fiesta para el senderista. He estado en una granja org¨¢nica de las afueras de la ciudad. ?Haciendo qu¨¦? Las tareas propias de un lugar as¨ª: jardiner¨ªa, limpieza, cosecha¡­ M¨¢ximo 10 horas semanales, hay mucho tiempo para conocer la zona y relajarse.

A cambio, me ofrecen un lugar donde dormir. Las comidas van por cuenta propia, pero al tratarse de un espacio con animales y huerta, es f¨¢cil acabar cocinando algo reci¨¦n extra¨ªdo del patio. Las cenas comunales, los platos compartidos y las largas sobremesas ayudan a no gastar mucho. ?Miedo por el idioma? Hablan ingl¨¦s, espa?ol, un poco de franc¨¦s, portugu¨¦s y obviamente alem¨¢n. La estancia m¨ªnima es de 10 d¨ªas, y se puede ir de mayo a noviembre.

Nada de alcohol, ni carne, ni m¨²sica. Son los tres requisitos para trabajar en el centro budista de un pueblecito perdido en el norte de Inglaterra, cerca de Manchester y Liverpool. ?Las funciones? Echar una mano en la barra, la cocina y arreglar alg¨²n desperfecto ocasional. A cambio de las 35 horas semanales (relajadas, eso s¨ª), me ofrecen alojamiento en una habitaci¨®n individual, todas las comidas y clases de meditaci¨®n.

Su ubicaci¨®n me permite visitar las ciudades mencionadas y hacer alguna excursi¨®n por el Parque Nacional de Yorkshire Dales, un valle con terrazas, cascadas y formas geol¨®gicas imponentes, y por Saltaire, un poblado textil reconocido como Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Y desde Liverpool cojo el ¨²ltimo vuelo para volver a Espa?a tras tres meses viajando por Europa. Y sin el drama de haberme pulido todos mis ahorros.