Lo afro como riqueza para el turismo en Colombia
La econom¨ªa naranja surge en Cartagena de Indias para salvaguardar la herencia africana en el Caribe
¡°Yo de Getseman¨ª solo me marcho muerto, hacia el cementerio¡±. Luis Carlos naci¨® en este barrio colonial de Cartagena de Indias, conocido en el pasado como el barrio de los esclavos. Ah¨ª se cas¨® y tuvo a sus hijos, pero en la ¨²ltima d¨¦cada, tambi¨¦n ha sido testigo de c¨®mo muchos de sus vecinos se marchaban del barrio. ¡°S¨ª que mantenemos el contacto con los que se fueron y la verdad es que, cuando vuelven, est¨¢n tristes. Imag¨ªnese decir ¡®esa era mi casa y ahora es un hostal¡¯, es muy duro¡±.
Getseman¨ª, una antigua isla, ahora est¨¢ unida a la ciudad amurallada de Cartagena de Indias, la joya del Caribe colombiano y el centro neur¨¢lgico del turismo del pa¨ªs. Sus calles coloniales atraen al a?o a dos millones de turistas de todo el mundo, seg¨²n datos de la Corporaci¨®n Turismo Cartagena de Indias (Corpoturismo), que vienen a contemplar el que fuera el principal puerto atl¨¢ntico de la Am¨¦rica espa?ola y a disfrutar de sus vecinas playas paradis¨ªacas. Pero los espa?oles no solo levantaron los palacios coloniales cartageneros, tambi¨¦n trajeron un ej¨¦rcito de esclavos secuestrados de ?frica, que se subastaban, destino al resto del continente, en lo que hoy se conoce como la Plaza del Reloj.
El turismo reporta millones de d¨®lares al a?o en esta ciudad, pero poco ha repercutido en la mejora de las vidas de los descendientes de esos esclavos. En Getseman¨ª, el entonces barrio marginal donde fueron a parar la mayor¨ªa de los afrodescendientes de la ciudad tras la abolici¨®n de la esclavitud en Colombia en 1852, el turismo ha sido pan para hoy y hambre para ma?ana. La recuperaci¨®n del barrio trajo un proceso de gentrificaci¨®n. Los pobladores locales empezaron a no poder asumir los gastos cada vez m¨¢s altos de los servicios en la zona y pronto llegaron compradores que se fueron haciendo con la mayor¨ªa de edificios del barrio.
Getseman¨ª cambi¨® en pocos a?os. La mayor¨ªa de las casas fueron reformadas y convertidas en hostales para mochileros o lujosas mansiones de vacaciones para personas ajenas al barrio. Luis Carlos y sus vecinos, los escasos pobladores originales que no se marcharon ahogados por las facturas o tentados por suculentas ofertas de compra, decidieron organizarse y proponer otro tipo de turismo, uno que permitiera convivir a turistas y a la comunidad local. Organizaron una serie de visitas guiadas narrando la historia del barrio, explicando y mostrando los lugares donde a¨²n sobrevive la esencia de la cultura afro local, haciendo a los getsemanisenses parte ineludible del encanto de su barrio. Se valieron de la creatividad para preservar su identidad.
La econom¨ªa creativa y la cultura afro
Los tours de Getseman¨ª se inscriben, junto con muchos otros emprendimientos basados en la econom¨ªa creativa, en las actividades de la fundaci¨®n Tucultura, una fundaci¨®n que ha patrocinado diferentes proyectos econ¨®micos en Cartagena y que tienen como elementos comunes la creatividad y la defensa de la cultura propia. Es lo que se ha bautizado en tiempos recientes como econom¨ªa naranja.
Merly Beltr¨¢n ha hecho del elegante patio del hotel Casa de Las Palmas, en Getseman¨ª, su oficina. Con los gritos agudos de las aves tropicales de fondo, la joven presidenta y creadora de la fundaci¨®n Tucultura explica c¨®mo la econom¨ªa naranja puede ayudar a proteger la cultura afrocaribe?a. ¡°La historia fue contada por espa?oles, ellos fueron quienes la escribieron y, desde ese escribir, tenemos a don Pedro de Heredia y estos h¨¦roes que generaron el proceso de colonizaci¨®n, pero ni los ind¨ªgenas ni los negros sab¨ªan escribir¡±, explica Beltr¨¢n.
Con una estatua del conquistador madrile?o Pedro de Heredia presidiendo la entrada a la ciudad amurallada, el turista medio suele visitar las iglesias y palacios coloniales, el castillo de San Felipe, y quiz¨¢s alg¨²n museo como el naval o el del Palacio de la Inquisici¨®n. La realidad actual y buena parte de la historia de la ciudad quedan ocultas tras los baluartes y las murallas, en los cinturones de miseria que rodean al centro hist¨®rico. Lejos de incluir a la cultura afro dentro de la oferta que se propone a los visitantes de la ciudad, el modelo tur¨ªstico actual la est¨¢ empujando cada vez m¨¢s lejos.
La econom¨ªa naranja podr¨ªa marcar el camino de un turismo que beneficie a todos y no pisotee la identidad y cultura popular locales
¡°La idea es lograr, por medio de este otro turismo creativo, la m¨²sica, el teatro, la poes¨ªa, todo, que a partir de estas expresiones art¨ªsticas podamos mostrar nuestra historia y los visitantes puedan conectarse con ella, la vivan y la sientan¡±, declara Beltr¨¢n, que ha apoyado desde su fundaci¨®n proyectos que van desde huertos urbanos a campa?as de limpieza y cuidado del patrimonio por los habitantes locales.
La ruta de los esclavos libres
Cuando un nutrido n¨²mero de esclavos liderado por Benkos Bioh¨® logr¨® escapar de Cartagena en 1599, buscaron refugio en las monta?as selv¨¢ticas al sur de la ciudad. Para protegerse de las expediciones de castigo espa?olas, los cimarrones levantaron una empalizada circular, una estructura que se generalizar¨ªa y pasar¨ªa a ser llamada palenque. All¨ª naci¨® el primer pueblo de esclavos libres de Am¨¦rica. Conocido en la actualidad como Palenque de San Basilio. Ubicado a 50 kil¨®metros de Cartagena conserva rasgos sorprendentes de la cultura de los esclavos cimarrones, como una lengua propia con palabras bant¨²es y una m¨²sica y gastronom¨ªa repletas de influencias africanas.
Lejos de incluir a la cultura afro dentro de la oferta que se propone a los visitantes de la ciudad, el modelo tur¨ªstico actual la est¨¢ empujando cada vez m¨¢s lejos
Gabino Salas dirige uno de tantos proyectos de etnoturismo que han surgido en la comunidad en los ¨²ltimos a?os y que han hecho de este sector una alternativa real a la agricultura y la fabricaci¨®n y venta de dulces t¨ªpicos, los pilares tradicionales de la econom¨ªa local. Grupos de turistas y de universitarios en trabajo de campo van y vienen por las escasas calles de Palenque. Son guiados por locales que les explican la historia del pueblo y los elementos culturales ¨²nicos que se han ido transmitiendo generaci¨®n tras generaci¨®n desde la ¨¦poca de la colonia.
¡°El turismo ac¨¢ en San Basilio de Palenque es diferente a lo que se hace en Cartagena. Aqu¨ª, la misma din¨¢mica sociocultural invita a hacer algo distinto¡±, declara Salas. ¡°Cuando vienes a Palenque no te vas a conectar solamente con lo material, te vas a conectar con un pueblo que tiene una historia, unas manifestaciones culturales, unas acciones que te permiten, desde lo pedag¨®gico, cohesionar con la gente y hacer tu propia din¨¢mica tur¨ªstica¡±, a?ade el gu¨ªa tur¨ªstico palenquero.
San Basilio tiene el honor de ser el primer y tambi¨¦n el ¨²ltimo de los palenques sobrevivientes en la zona de los Montes de Mar¨ªa, que se convirti¨® en la ruta de huida de los esclavos que lograban escapar de sus amos en Cartagena durante los siglos XVII y XVIII. Mar¨ªalabaja, a una media hora por carretera, tambi¨¦n fue fundada como un palenque, aunque hoy en d¨ªa ha perdido la mayor¨ªa de los rasgos distintivos que sobreviven en San Basilio. Sin embargo, el pueblo es la cuna de un popular estilo musical, de evidentes ra¨ªces afro, que ha dado lugar a un festival anual referente en toda la costa Caribe: el bullerengue.
Elquin Retamozo ha conseguido hacer del bullerengue un proyecto laboral con su grupo Pal lereo Pabla en una poblaci¨®n donde lo habitual es el empleo informal y precario. ¡°El bullerengue nace como una manifestaci¨®n ancestral de nuestros abuelos y abuelas. El objetivo del grupo es fortalecer esta manifestaci¨®n cultural que es netamente de ac¨¢, pero tampoco dejamos a un lado que ese grupo nos permita m¨¢s adelante tener unos ingresos¡±, explica Retamozo. ?l mismo participa en la organizaci¨®n del festival local de bullerengue, que atrae a cientos de personas al pueblo una vez al a?o, generando un importante impulso a la econom¨ªa local y asegurando tambi¨¦n la pervivencia de esta tradici¨®n que enra¨ªza a Mar¨ªalabaja con sus ancestros africanos.
Los palenques urbanos de Cartagena
Las esperanzas de emancipaci¨®n que trajo la independencia se quedaron en saco roto y los esclavos negros tuvieron que esperar casi medio siglo a que la esclavitud se aboliera. Como ha sucedido en casi todo el continente, la libertad formal no trajo consigo una igualdad econ¨®mica y los descendientes de los esclavos siguen conformando un grupo marginado y empobrecido en la sociedad actual. Aunque las ciudades tienden a fagocitar las costumbres comunitarias tradicionales, a¨²n se conservan los conocidos como palenques urbanos. All¨ª, las comunidades afrodescendientes han logrado mantener vivas sus lenguas, cosmovisi¨®n, gastronom¨ªa y expresiones musicales a pesar de su aislamiento espacial y econ¨®mico dentro de Cartagena.
La cultura propia aro, mezcla de elementos provenientes de ?frica que ha incorporado caracter¨ªsticas de las culturas espa?ola e ind¨ªgena, se manifiesta sobre todo en su m¨²sica, pero tambi¨¦n en su gastronom¨ªa y en las artes pl¨¢sticas. Gustavo Balanta es el director ejecutivo de la Fundaci¨®n Surcos. Esta organizaci¨®n trabaja en Cartagena y apoya actividades productivas como la comercializaci¨®n de productos artesanales, los servicios tur¨ªsticos de referente ¨¦tnico afrodescendiente, la fabricaci¨®n de dulces, la producci¨®n musical y la confecci¨®n de ropa. A los productos se les da salida en la feria Kad¨² Mesuto, que tiene lugar en el centro hist¨®rico dos veces al a?o y en el Mercado Negro de artesan¨ªas durante el resto del a?o.
¡°Adem¨¢s del rescate de la identidad y pelear por el territorio cre¨ªmos necesario tambi¨¦n brindarle la oportunidad a nuestra gente de obtener ingresos econ¨®micos, porque no solo de amor vive la gente¡±, declara Balanta, cuya familia se auto reconoce como una etnia tribal. ¡°Hay una brecha de discriminaci¨®n racial, fundamentalmente hacia la etnia afrodescendiente. Pareciera mentira que, en el tiempo del iPhone, para muchos estemos asimilados a la condici¨®n animalesca. Por eso nuestra rebeld¨ªa, nuestra resistencia y el no m¨¢s¡±, a?ade Balanta.
Otro turismo es posible
Colombia est¨¢ comenzando una nueva etapa de su historia tras poner fin al conflicto de medio siglo entre el Estado y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Se prev¨¦ que el proceso de paz suponga un impulso importante particularmente para el turismo y Cartagena es, sin lugar a dudas, la capital tur¨ªstica del pa¨ªs. Para Merly Beltr¨¢n, de Tucultura, es el momento de repensar la industria tur¨ªstica para incluir a las comunidades locales. ¡°Este turismo que est¨¢ en Cartagena ha sido un turismo realmente m¨¢s comercial y ha llenado los bolsillos de los empresarios, pero no ha generado una sostenibilidad¡±, explica Beltr¨¢n. ¡°Estamos hablando de una industria sin chimenea que tiene varios puertos, tiene transportes, tiene hoteles, tiene cruceros, pero que no ha generado una riqueza dentro del territorio¡±
Las iniciativas de ¡°turismo naranja¡±, como bautiz¨® a este sector de las industrias creativas el espa?ol Jordi Tresserras, sigue siendo a¨²n minoritario. Sin embargo, podr¨ªa estar marcando el camino de un turismo que beneficie a todos y no pisotee la identidad y cultura popular locales. ¡°Hoy tenemos un centro amurallado que est¨¢ europeizado, un Bocagrande que es un Miami, aj¨¢, ?y los de aqu¨ª?¡±, reflexiona Balanta y a?ade: ¡°En esta ciudad, los negros y las negras tenemos que lucharla a diario, con la m¨¢xima dignidad y el estoicismo que heredamos de nuestros abuelos. Y esto tienen que entenderlo los de ayer, los de hoy y los que vienen, porque no vamos a seguir siendo arrinconados en nuestra tierra¡±.
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