Hay una parte de ti que lucha contra la igualdad
Un estudio muestra que, adem¨¢s de rechazar la desigualdad, los humanos sienten una aversi¨®n generalizada por cambiar la jerarqu¨ªa social
Los seres humanos muestran una aversi¨®n generalizada a la desigualdad. Sin embargo, parece que en la pr¨¢ctica sus sociedades tienen una tendencia natural a la concentraci¨®n de recursos. Estudios sobre la evoluci¨®n de la desigualdad durante los ¨²ltimo siglos muestran un incremento paulatino que solo se ha revertido durante grandes cat¨¢strofes. La peste negra que acab¨® con m¨¢s de un cuarto de la poblaci¨®n europea o las dos guerras mundiales se encuentran entre los escasos per¨ªodos en los que la igualdad creci¨®. Los desastres permiten sacar de sus trincheras a los poderosos y obligarles a ceder parte de su riqueza. As¨ª se mejoran las opciones de las generaciones del futuro, pero a costa de un sufrimiento descomunal para las que viven la revoluci¨®n.
Esta puede ser una de las explicaciones a los resultados de un art¨ªculo publicado recientemente en la revista Nature Human Behaviour en el que podemos hallar parte del motivo por el que la desigualdad pervive pese a que no le guste a casi nadie. La clave se encontrar¨ªa en otro factor que, aunque no siempre, suele ir asociado a la riqueza: la jerarqu¨ªa.
El trabajo ideol¨®gico de la clase dominante para mantener su estatus es fundamental. Plat¨®n aseguraba que romper la r¨ªgida separaci¨®n entre las tres clases sociales que describ¨ªa en La Rep¨²blica ¡°es el mayor da?o que se le puede hacer a la ciudad¡±. Confucio afirmaba algo similar cuando dec¨ªa ¡°deja al gobernante ser gobernante, al s¨²bdito ser s¨²bdito, al hijo, hijo¡±. Sin embargo, parece que los humanos comparten una querencia natural con otros animales por mantener las jerarqu¨ªas existentes. Esto se debe a que, si se busca el bienestar com¨²n, se mejoran las posibilidades de supervivencia de la mayor¨ªa al reducir la violencia dentro del grupo. Desde el punto de vista individual la jerarqu¨ªa satisface una b¨²squeda de estructura y desde el punto de vista del grupo la diferenciaci¨®n jer¨¢rquica incrementa la cooperaci¨®n y la efectividad.
Un 55,2% de los participantes prefiri¨® no reducir la desigualdad si hacerlo significaba cambiar el 'statu quo'
Para tratar de entender c¨®mo gestionan los humanos estos impulsos contradictorios, un grupo de investigadores liderado por Xinyue Zhou, de la Universidad Zhejiang en Hangzhou (China), realiz¨® una serie de juegos econ¨®micos en los que participaron m¨¢s de mil personas de India, China y EE UU. Adem¨¢s, se puso a prueba a un grupo de pastores tibetanos para ver si encontraban diferencias con individuos sin tanta exposici¨®n a la econom¨ªa de mercado. En estos juegos, los participantes deb¨ªan redistribuir peque?as cantidades de dinero que hab¨ªan sido repartidas de forma desigual entre dos personas. En estos experimentos, cumpliendo con el gusto humano por la equidad, tendieron a reducir desigualdades, pero no hasta el punto de hacer rico al pobre y pobre al rico. Solo un 23,1% de los participantes rechazaron la redistribuci¨®n siempre y cuando no se rompiese el statu quo. Sin embargo, cuando redistribuir las posesiones de cada individuo en la cantidad propuesta por los investigadores llevaba a revertir la jerarqu¨ªa inicial, un 55,2% de los participantes prefirieron no hacerlo. Entre los pastores tibetanos, el rechazo a cambiar el orden inicial fue a¨²n mayor.
Adem¨¢s de ofrecer pruebas sobre esta aparente contradicci¨®n humana entre el rechazo a la desigualdad y a revertir las jerarqu¨ªas, los autores realizaron experimentos para comprobar a partir de qu¨¦ edad aparecen las dos tendencias. Mientras la primera ya est¨¢ presente a partir de los cuatro o cinco a?os de edad, la segunda no aparece hasta los seis o siete y se desarrolla entre los siete y los 10.
Los autores consideran que este tipo de hallazgos pueden servir para comprender mejor por qu¨¦ en ocasiones se encuentra una gran oposici¨®n a pol¨ªticas p¨²blicas que pueden reducir la disparidad de ingresos en una sociedad, incluso cuando no perjudiquen a los que tienen m¨¢s. Algunos estudios han mostrado que la gente que gana justo por encima del salario m¨ªnimo es la que m¨¢s probabilidades tiene de oponerse a que ese salario m¨ªnimo se incremente, por miedo a perder su propio rango. Tambi¨¦n mencionan que la posici¨®n de las instituciones respecto a esta aversi¨®n al cambio jer¨¢rquico es complicada, porque aunque busquen la igualdad, esta misma alergia al cambio es un factor fundamental para la pervivencia de esas instituciones.
Ayudar¨¢ a comprender mejor por qu¨¦? a veces hay oposici¨®n a las pol¨ªticas p¨²blicas que pueden reducir la disparidad de ingresos en una sociedad, incluso cuando no perjudiquen a los que tienen m¨¢s
La posibilidad de que este rechazo al cambio est¨¦ integrado en nuestra psicolog¨ªa por cuestiones evolutivas se refleja en otro estudio publicado en 2015 por investigadores de la Universidad de Arkansas (EE UU). En ¨¦l, se trataba de relacionar el mayor o menor esfuerzo cognitivo que requer¨ªa seguir valores igualitarios o jer¨¢rquicos. En su experimento, comprobaron, por ejemplo, que una mayor cantidad de alcohol en sangre de un grupo de personas en un bar estaba relacionada con una mayor preferencia por la jerarqu¨ªa. Cuando a otro grupo se le pidi¨® que tomase decisiones r¨¢pidas, tambi¨¦n proporcion¨® m¨¢s recursos a grupos con un estatus elevado. Con este tipo de pruebas, comprobaron que las estructuras jer¨¢rquicas eran m¨¢s f¨¢ciles de procesar y de valorar y que tomar decisiones que favoreciesen la igualdad requer¨ªan un esfuerzo mental mayor.
En los ¨²ltimos a?os, incluso instituciones tan liberales como el Fondo Monetario Internacional o el Foro Econ¨®mico Mundial han advertido frente a los peligros de la creciente desigualdad. Xinyue y sus colegas han mostrado que ese peligro est¨¢ enraizado en un lugar muy profundo de cada uno de nosotros.
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