Otro gallo cantar¨ªa
AQU? TENEMOS a Oriol Junqueras hablando con su sombra. Es un decir, porque se trata de la sombra de otro, aunque a nosotros nos viene bien fingir que es la suya para sorprendernos de que un pol¨ªtico trate de ponerse de acuerdo con las instancias m¨¢s inaccesibles de s¨ª mismo. Y no solo eso, sino que las escuche, que escuche lo que le tienen que decir esas instancias con el inter¨¦s que se aprecia en el gesto del l¨ªder de Esquerra Republicana. Sobre la sombra se ha escrito tanto y tan bien que resultar¨ªa ingenuo pretender decir algo nuevo. Nos gust¨® mucho, por citar una novela, La maravillosa historia de Peter Schlemihl, de Adelbert von Chamisso. Trata de un hombre que vende su sombra al diablo en la convicci¨®n de que se puede vivir sin ella. Pronto se da cuenta de su error. Una persona que, expuesta a la luz, no provoca sombra alguna da p¨¢nico a los otros y a s¨ª mismo.
El diablo compra sombras porque la sombra funciona como met¨¢fora del alma, que es el lugar donde se cuecen las decisiones de orden moral que nos elevan o nos hunden. Lo corriente es que la veamos junto al cuerpo, aunque se conoce un caso, el de los esclavos de la caverna de Plat¨®n, cuyos ojos solo percib¨ªan las sombras proyectadas sobre la pared a la que permanec¨ªan encadenados y que acababan tomando por la realidad. El mundo de las cosas sensibles, seg¨²n Plat¨®n, no es m¨¢s que un p¨¢lido reflejo del mundo de las ideas. En otras palabras, una sombra. Si entre ese mundo, el de la oscuridad, y el de las ideas hubiera un di¨¢logo tan intenso como el que sugiere la imagen, otro gallo nos cantar¨ªa.
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