El Estado contra el Rif
La ¨²nica salida a las protestas deber¨¢ pasar por la liberaci¨®n de los l¨ªderes del movimiento popular rife?o
La poblaci¨®n del Rif, regi¨®n situada al norte de Marruecos, se levant¨® el pasado 28 de octubre. Su detonante fue la muerte del joven Mohssine Fikri cuando se opon¨ªa a la confiscaci¨®n de su pescado. Desde entonces, la poblaci¨®n inici¨® unas movilizaciones sin precedentes contra la precariedad, la corrupci¨®n, la desigualdad, la marginaci¨®n hist¨®rica de sus gentes y la cultura e identidad amazighen, que duran ya m¨¢s de nueve meses. Como consecuencia surgi¨® un movimiento popular, el Hirak, que ha actuado como altavoz de sus demandas, exigencias socioecon¨®micas y el fin de la militarizaci¨®n de la zona, que dura desde el a?o 1958.
En una de estas manifestaciones un joven de Alhucemas se me acerc¨® y me pregunt¨® si era necesario todo aquello para una poblaci¨®n que pide hospitales, universidades y trabajos. Se refer¨ªa a los cientos de polic¨ªas que ocupan las calles de la ciudad, a los botes de humo lanzados de forma indiscriminada contra los manifestantes, a las detenciones arbitrarias de activistas del Movimiento Popular rife?o. Tambi¨¦n al silenciamiento, acoso y encarcelamiento de periodistas que trabajan sobre el terreno, a un Estado que pide paz social a trav¨¦s de la represi¨®n.
Caminar por la Plaza Mohammed VI- rebautizada Plaza de los M¨¢rtires desde que comenzaron las protestas- es someterse al escrutinio de las autoridades y de una poblaci¨®n que desconf¨ªa. Pararse, entablar conversaci¨®n y ganarse la confianza de la gente conduce a una exposici¨®n detallada de denuncias por torturas, violaciones sexuales, chantaje emocional, humillaci¨®n de los detenidos, indignaci¨®n ante unas condenas exageradas o la falta de garant¨ªas jur¨ªdicas.
?Cu¨¢l es la salida para desactivar la tensi¨®n entre Gobierno y manifestantes? La poblaci¨®n rife?a lo tiene claro: la puesta en libertad de todas las personas detenidas por manifestarse. Porque si algo ha manifestado es que no cuestionan la naturaleza del r¨¦gimen, sus reivindicaciones son socioecon¨®micas. Sin embargo, las movilizaciones actuales dejan clara la necesidad de regeneraci¨®n pol¨ªtica del Estado.
Las demandas del Hirak resuenan por las calles de la ciudad. Durante el Ramad¨¢n las calles estaban ocupadas por m¨¢s polic¨ªas que poblaci¨®n y era frecuente escuchar el tararear de c¨¢nticos a favor de la libertad cuando los viandantes se acercaban a las autoridades, c¨¢nticos que se han convertido en parte de la cotidianeidad.
El Movimiento Popular del Rif ha declinado cualquier acercamiento de los partidos pol¨ªticos, a quienes denomina "Chiringuitos", lanzando la pregunta: ¡°?d¨®nde han estado durante seis d¨¦cadas?¡±. Chiringuitos, denominaci¨®n que empleaba el l¨ªder aparente de las movilizaciones, Nasser Zefzafi- ahora preso en la c¨¢rcel de Okacha, Casablanca-, que se reparten las riquezas y que han convertido la pol¨ªtica en un acto de compraventa de voluntades y terrenos.
Los partidos por su parte han rechazado cualquier negociaci¨®n directa con los activistas -a los que buena parte de la ciudadan¨ªa reconoce como portavoces- puesto que ello supondr¨ªa conceder oficialidad a un movimiento popular. Por ello, rife?os y rife?as exigen que quien les interpele sea el rey en una clara evidencia de que el pueblo conoce a quien pertenece el poder. La separaci¨®n de poderes queda en papel mojado.
Este a?o el discurso de Mohamed VI, emitido cada a?o durante la Fiesta del Trono, se adelant¨® unas horas a lo previsto. Las cafeter¨ªas de la ciudad estaban a rebosar, como solo suelen estarlo en los grandes acontecimientos futbol¨ªsticos. Con recelo y sin demasiada esperanza, la ciudadan¨ªa del Rif esperaba palabras que hicieran justicia y el indulto de todas las personas del movimiento detenidas.
En su discurso, el soberano reconoci¨® las responsabilidades de la clase pol¨ªtica, en un indicativo de los cambios que se avecinan en el pa¨ªs, pero olvid¨® la suya propia. Alhucemas, ciudad que clama cambio, fue nombrada una vez. De sus palabras se extrae la comprensi¨®n del sentido de las manifestaciones pero, al mismo tiempo, alab¨® a las fuerzas de seguridad, las mismas que han tratado de silenciarlas.
Sin embargo, los indultos a los activistas apenas han supuesto una peque?a parte del total. Dentro quedan el n¨²cleo directivo del Movimiento y otros muchos activistas para los que se exige la puesta en libertad. "Esper¨¢bamos que se impusiera la cordura y que se frenara la hemorragia abierta en un pueblo que exige derechos reconocidos en la Constituci¨®n", explicaba el portavoz del Hirak, Reda Benzaza. "Sin embargo, obtenemos discursos que se alejan de la realidad y no aportan soluciones", a?ad¨ªa. Desde el Hirak la exigencia es clara: la liberaci¨®n de todos los detenidos apelando a la coherencia.
En las calles la posici¨®n sigue siendo una: la libertad sin cargos para todos los detenidos como condici¨®n indispensable para entablar un di¨¢logo entre las partes. Mientras tanto continuar¨¢n las protestas.
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