¡°Un d¨ªa vamos a curar todas las enfermedades pero, ?a qu¨¦ precio?¡±
Aaron Ciechanover, premio Nobel de Qu¨ªmica, reflexiona acerca de los avances m¨¦dicos que generan cada vez m¨¢s asimetr¨ªas y atolladeros ¨¦ticos
La esperanza de vida ha aumentado unos 30 a?os en un siglo (en el XIX se establec¨ªa en unos 55). Hace 120 a?os la gente se mor¨ªa por t¨¦tanos y no hab¨ªa antibi¨®ticos para las infecciones m¨¢s frecuentes. Hace varios siglos, griegos y romanos viv¨ªan en torno a los 30. El XX parece haber sido milagroso y vamos a seguir viviendo vidas m¨¢s largas, pero estamos en el ¡°ocaso¡± de una era y entrando en una fase de la ciencia m¨¦dica "que trae consigo m¨¢s inequidad en el acceso a la salud y una considerable carga de dudas bio¨¦ticas", asegura el Premio Nobel Aaron Ciechanover, bioqu¨ªmico desvelado por las consecuencias de la "revoluci¨®n de la medicina personalizada".
En l¨ªnea con pensadores como el economista Michele Boldrin, que sostiene que la desigualdad es el efecto secundario de la innovaci¨®n y el crecimiento econ¨®mico, Aaron Ciechanover (Haifa, Protectorado brit¨¢nico en Palestina, 1947) viene ocup¨¢ndose y preocup¨¢ndose desde hace unos a?os por los efectos colaterales de ahondar en el ¡°dogma de la biolog¨ªa¡±, el genoma humano. Se detiene especialmente en el terreno de la bio¨¦tica y los efectos psicol¨®gicos de contar con m¨¢s informaci¨®n de la que por ahora podemos procesar y tratar.
Aaron Ciechanover gan¨® el Premio Nobel de Qu¨ªmica en 2004, junto a Avram Hershko e Irwin Rose, por su labor en el "descubrimiento de la degradaci¨®n prote¨ªnica mediada por la ubiquitina¡±, un mecanismo de relevancia en procesos de las c¨¦lulas como su divisi¨®n o su transformaci¨®n en cancerosas.
¡°Vamos a curar todas las enfermedades pero, ?a qu¨¦ precio?¡±. Esta fue la pregunta que propuso, en su participaci¨®n durante la ¨²ltima edici¨®n del Encuentro de Premios Nobel de Lindau, Alemania, este verano. En esta cuesti¨®n est¨¢ impl¨ªcita la asimetr¨ªa en el acceso a los tratamientos, porque para algunos ya es factible lo que para otros es ciencia ficci¨®n. Pero el experto habla tambi¨¦n de la diferencia de oportunidades de acceder al conocimiento que brindar¨ªa a los pacientes la posibilidad de discutir con el m¨¦dico sobre su propia salud. Y habla, adem¨¢s, y no secundariamente, de c¨®mo afectar¨¢ a nuestra salud mental y nuestra tranquilidad el sabernos portadores potenciales de determinadas enfermedades para las que todav¨ªa no hay cura ni tratamientos poco invasivos.
¡°?Qu¨¦ podemos esperar de la medicina en el futuro?¡±, se pregunta, y bromea con el eslogan del forever young (¡°por siempre joven¡±) mutando hacia el forever healthy del XXI (¡°por siempre sano¡±).
El cient¨ªfico explica las tres direcciones en que discurre la Medicina. A saber, la instrumental, relativa a la ingenier¨ªa m¨¦dica; la regenerativa, ligada a los avances en materia de c¨¦lulas madre, por ejemplo, y la direcci¨®n tradicional del desarrollo de drogas. Antes las drogas se dise?aban para una enfermedad, "pero estamos movi¨¦ndonos hacia el terreno de los marcadores moleculares¡±, opina.
La tecnolog¨ªa del diagn¨®stico va muy por delante de nuestra habilidad para generar tratamientos nuevos
Ciechanover enumera etapas hist¨®ricas: ¡°Dentro de la Historia tradicional de la medicina, la primera era fue la de la causalidades o serendipias (de los a?os treinta a los sesenta); en una segunda era (de los a?os setenta al 2000) se desarrollaron gran variedad de medicamentos y, ya en el siglo XXI, hemos entrado a la era de la medicina personalizada, que es predictiva, preventiva y participativa¡±.
La educaci¨®n generalizada en los pa¨ªses desarrollados, Internet y el sistema legal est¨¢n acabando con el modelo patriarcal de m¨¦dicos en algunas zonas del planeta, en opini¨®n de Ciechanover: ¡°El paciente est¨¢ m¨¢s involucrado y el m¨¦dico ha pasado a ser un asesor¡±. De ah¨ª la importancia de la democratizaci¨®n del conocimiento y no solo la accesibilidad a los medicamentos.
Por otro lado, vamos hacia m¨¢s precisi¨®n en los tratamientos haciendo hincapi¨¦ en el genoma humano. ¡°Ahora tenemos la habilidad de leerlo y cada persona puede hacerlo por unos cuantos miles de d¨®lares. Las tecnolog¨ªas del genoma permiten hoy contar con un perfil din¨¢mico completo del paciente para seguirlo, observar su reacci¨®n a las drogas, o repetir estudios. El objetivo de las tecnolog¨ªas del genoma es descubrir mutaciones: podremos predecir c¨®mo va a funcionar cada droga en el paciente, porque se va a conocer la base molecular de su enfermedad. Esto va a cambiar la definici¨®n de enfermedad. Por ejemplo, el c¨¢ncer de mama solo ser¨¢ un paraguas, un t¨¦rmino bajo el cual se ubicar¨¢ un grupo de enfermedades derivadas de diferentes mutaciones. Actualmente, hay muchas enfermedades que se llaman igual y son cosas totalmente distintas¡±, afirma el experto israel¨ª.
Hasta ahora se atacaban los c¨¢nceres con artiller¨ªa pesada, como la cirug¨ªa y quimioterapia, con muchos efectos secundarios; cualquier tipo de c¨¢ncer de mama se cubr¨ªa con una sola droga. Esos tratamientos no selectivos ser¨¢n los que deban ir desapareciendo, comenta Ciechanover, dejando al margen el hecho de que la industria farmac¨¦utica ¡°no estar¨¢ muy contenta de tener que desarrollar diferentes medicamentos para diferentes variantes de lo que antes era una misma enfermedad¡±.
Conocer nuestro genoma conllevar¨¢ diferentes problemas ¨¦ticos. A modo de hip¨®tesis, el acad¨¦mico plantea unas cuantas preguntas elementales: ¡°?A qui¨¦n le digo que tengo la mutaci¨®n del Alzheimer: a mi mujer, a mis hijos, a mi jefe, a mi seguro m¨¦dico?¡±.
La privacidad de los datos gen¨¦ticos es solo el primer escollo al puro optimismo. Luego vienen los derivados culturales, religiosos y sociales de tener ¡ªen potencia¡ª una patolog¨ªa inhabilitante para seg¨²n qu¨¦ cometidos. El experto sugiere que el caso de Angelina Jolie es ¡°el ep¨ªtome de esta nueva ¨¦poca¡±. La actriz, portadora de una mutaci¨®n gen¨¦tica que puede provocar c¨¢ncer de mama y de ovarios, decidi¨® someterse a una cirug¨ªa preventiva y remover los ¨®rganos que alguna vez podr¨ªan enfermar. ¡°?Qu¨¦ har¨¢n sus hijas cuando sean adolescentes?¡±, se preguntaba Ciechanover para describir el hecho de que ¡°la tecnolog¨ªa del diagn¨®stico va muy por delante de nuestra habilidad para generar tratamientos nuevos¡±.
En el futuro podremos intercambiar genes, pero ahora viviremos un tiempo sabiendo lo que tenemos pero no qu¨¦ se hace con eso
¡°Claro, hay futuro ¡ªasegura¡ª pero por ahora todo se sigue resolviendo con cirug¨ªa. En el futuro podremos intercambiar genes, pero ahora viviremos un tiempo intermedio en el que sabemos lo que tenemos o lo que tendremos pero no qu¨¦ se hace con eso. La medicina personalizada penetra en las capas m¨¢s sensibles de nuestra existencia. Mientras no conocemos el futuro podemos disfrutar¡±.
A la respuesta afirmativa de que alg¨²n d¨ªa podremos ¡°editar genomas¡±, o sea, hacer reemplazos mitocondriales, el experto agrega: ¡°Esto, a su vez, traer¨¢ problemas morales m¨¢s complejos, porque la definici¨®n de enfermedad va a cambiar y puede que a alguien se le ocurra que prefiere un hijo con el pelo rubio antes que el moreno¡±.
M¨¢s all¨¢ de los atolladeros ¨¦ticos del futuro, el Nobel se acerc¨® a los j¨®venes cient¨ªficos de todo el mundo para hablarles del presente de la carrera cient¨ªfica y proponerles que las experiencias son m¨¢s importantes que los prop¨®sitos de futuro, que no piensen que deben tomar todas las decisiones al principio de la carrera ni seguir en el laboratorio, si all¨ª se aburren. Aclar¨® que la primera tarea del investigador es disfrutar, no contar el tiempo que falta para salir del trabajo ni para que lleguen las vacaciones, ni para dar el pr¨®ximo paso.
La ciencia, apunta Ciechanover, es el mejor lenguaje de la paz y, de ning¨²n modo, una entidad independiente, aislada de su contexto. Su mensaje final es el compromiso social: ¡°Los cient¨ªficos no pueden creer que las soluciones est¨¢n en sus manos, tienen que encontrarlas junto a la sociedad a la que pertenecen¡±.
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