Los susurros del r¨ªo N¨ªger
La pintora espa?ola Irene L¨®pez de Castro inaugura en Bamako su exposici¨®n 'En el coraz¨®n de Mal¨ª'
Hay una suerte de melancol¨ªa serena en los cuadros de la pintora madrile?a Irene L¨®pez de Castro que nos habla de un Mal¨ª et¨¦reo, vaporoso y anclado en el tiempo. Sus mujeres tuaregs, sus mercados a rebosar de fruta, sus pinazas varadas en la pac¨ªfica quietud del r¨ªo N¨ªger, su belleza cotidiana son, en su languidez, un poderoso mensaje que nos habla de una realidad muy diferente a la del conflicto y la violencia que nos suele llegar a trav¨¦s de las noticias. Este 5 de octubre, L¨®pez de Castro inaugura en Bamako una exposici¨®n organizada por la Embajada de Espa?a que nos traslada al coraz¨®n m¨¢s profundo de Mal¨ª, ese que desprecia el estruendo de la guerra y en el que habitan los susurros que se agazapan en las callejuelas.
Apenas ten¨ªa 21 a?os y estudiaba tercero de Bellas Artes en Madrid cuando un amigo que trabajaba en una ONG le propuso viajar a Mal¨ª. Fascinada por los cuadernos de las expediciones africanas de los pintores del siglo XIX y dotada de un alma viajera, no se lo pens¨® dos veces. ¡°Desde entonces he estado en ese pa¨ªs en 14 o 15 ocasiones y siempre fue diferente, fascinante¡±, asegura L¨®pez de Castro, quien explica que tard¨® 12 a?os en llegar a Tombuct¨², ¡°lo intent¨¦ en varios viajes y siempre nos pasaba algo hasta que por fin lo consegu¨ª. Me atrap¨® todo aquello, era como dar marcha atr¨¢s 2.000 a?os, como estar viendo escenas de la Biblia, como una m¨¢quina del tiempo¡±.
Fue en esta antigua ciudad que resiste como pocas al paso del tiempo donde L¨®pez de Castro se top¨® de bruces con una historia fascinante. "De todas las mezquitas de Tombuct¨², la que siento m¨¢s cercana es la de Djingareyber. Cuando por fin llegu¨¦ f¨ªsicamente en 2001 ya hab¨ªa o¨ªdo hablar de la existencia de descendientes de espa?oles en la Curva del N¨ªger, historias de bibliotecas perdidas y del exilio de los toledanos y de los almerienses, de los Kati y de Yuder Pach¨¢ y los Armas Laluy¨ª, andalus¨ªes, llegados desde Almer¨ªa en el siglo XVI y XVII. Llegu¨¦ a Tombuct¨² con la extra?a sensaci¨®n de volver a visitar a unos lejanos parientes, idos mucho tiempo atr¨¢s".
Sus cuadros est¨¢n poblados por mujeres. ¡°?C¨®mo no?¡±, se pregunta, ¡°si est¨¢n por todas partes, son la clave de la supervivencia y tambi¨¦n de la convivencia; son las que piensan en el conjunto, en el grupo. Tienen una gran capacidad para salir adelante¡±. Pero tambi¨¦n las pinazas, los mercados, los pescadores bozos, la vida cotidiana, el omnipresente r¨ªo N¨ªger, el Isaga Ber de los songhay, y una especie de neblina, de luz polvorienta, que casi se puede tocar. ¡°En 1990 visit¨¦ por primera vez el pa¨ªs dogon. Me pareci¨® muy bonito, pero no lo pude pintar, me faltaba el r¨ªo, el agua¡±, explica.
En Bamako y de la mano de artistas malienses como el presidente del grupo Bogol¨¢n Kasobane, Kandioura Coulibaly, ¡°mi hermano mayor, mi gu¨ªa, mi maestro¡±, la joven L¨®pez de Castro descubri¨® la t¨¦cnica del bogol¨¢n fini o los pa?os de barro, las telas rituales y ornamentales que desde hace siglos confeccionan las mujeres en los pueblos cercanos al r¨ªo N¨ªger. Poco a poco, paso a paso, aprendi¨® la cocci¨®n de hojas y cortezas, sus reacciones qu¨ªmicas cuando se expon¨ªan al sol, el te?ido de las telas con tintes vegetales y barro local, pero, sobre todo, se sumergi¨® en el significado oculto en aquellos dibujos que parec¨ªan tener s¨®lo una intenci¨®n est¨¦tica pero que, en realidad, guardaban mensajes encriptados por y para las mujeres.
Mal¨ª era como un im¨¢n, cada vez que ten¨ªa ocasi¨®n volv¨ªa. Una y otra vez. Sin embargo en 2011 lleg¨® el pen¨²ltimo viaje. No sab¨ªa entonces la que se le ven¨ªa encima a este pa¨ªs, la rebeli¨®n del a?o siguiente, la guerra, la inestabilidad. ¡°No me lo pod¨ªa creer, un pa¨ªs tan variado, tan diverso, tan hermoso. Lo que est¨¢ pasando es tr¨¢gico, todo eso no tiene nada que ver con el Mal¨ª de cultura, de paz, de m¨²sica que yo conozco. Hay quien pretende separar a los pa¨ªses, a los seres humanos entre s¨ª. Nunca me lo hubiera imaginado¡±, explica. Pese a todo, su v¨ªnculo con Bamako sigui¨® intacto. Y en 2015, durante su propia exposici¨®n 'Del N¨ªger al Ganges', consigui¨® llevar a la Casa de Vacas de Madrid un desfile de su hermano Coulibaly, quien, por desgracia, falleci¨® seis meses despu¨¦s.
"Los j¨®venes de Mal¨ª necesitan mirar al futuro, espero que lo enfrenten desde la herencia de su gran pasado", asegura L¨®pez de Castro
Fue ah¨ª, curiosamente, donde se conect¨® todo de nuevo. En diciembre de 2016 el grupo Bogol¨¢n Kasobane organiz¨® en Bamako una gran exposici¨®n en homenaje al maestro y L¨®pez de Castro, adoptada por sus amigos malienses, fue invitada a participar con un enorme retrato de Kandioura Coulibaly. A partir de ah¨ª, la magia funcion¨® en todos los sentidos. Por un lado, el Museo de Arte Africano Arellano Alonso de Valladolid acoger¨¢ a partir del 10 de octubre una muestra del grupo que en el mes de mayo viajar¨¢ hasta el Centro Cultural Casa de Vacas de Madrid y, por otro, este jueves d¨ªa 5 el Museo Nacional de Mal¨ª acoge la inauguraci¨®n de la exposici¨®n En el coraz¨®n de Mal¨ª de la pintora L¨®pez de Castro.
¡°Esta muestra es como un viaje, pero tambi¨¦n una especie de abrazo mutuo que muestra el equilibrio de la vida con la naturaleza. En Mal¨ª la gente ve pobreza, pero en realidad ellos tienen muchas cosas que nosotros hemos perdido y la m¨¢s importante es la paz interior¡±, asegura L¨®pez de Castro quien no puede ocultar la pasi¨®n que siente por este pa¨ªs africano. Hace tan s¨®lo unos d¨ªas ha vuelto a su Bamako del alma donde prepara con ah¨ªnco los detalles de su exposici¨®n, que incluye un retrato del guitarrista y cantante Ali Farka Tour¨¦ que ser¨¢ donado a los malienses.
"Tendr¨ªa que haber muchos m¨¢s conciertos, m¨¢s arte, m¨¢s cultura, m¨¢s humor y menos pol¨ªtica", dice la artista
"Desde el principio en mis viajes a Mal¨ª la m¨²sica me dio la bienvenida", asegura, "los blues de Ali Farka Tour¨¦, la suave kora de Toumani Diabate, Habib Koit¨¦ con su guitarra llena de poes¨ªa, la voz poderosa de Oumou Sangar¨¦ y de Khaira Arby, la dulzura de Rokia Traor¨¦ o Fatoumata Diawara, el ritmo de Car Car Boubacar Traor¨¦, eternamente enamorado o las guitarras de Tinariwen. Es Mal¨ª un pa¨ªs que rebosa m¨²sica, respira y se alimenta de la m¨²sica. Sin m¨²sica Mali dejar¨ªa de ser Mal¨ª. Admiro profundamente a los m¨²sicos y su poder para unir a la sociedad. Tendr¨ªa que haber muchos m¨¢s conciertos, m¨¢s arte, m¨¢s cultura, m¨¢s humor y menos pol¨ªtica. Es imposible no sentirse hermanado a trav¨¦s de la m¨²sica. Mis pinturas han nacido muchas veces escuch¨¢ndola, intento tambi¨¦n arropar mis exposiciones con ella. La m¨²sica abre los corazones, la contemplaci¨®n termina por crear una conexi¨®n entre el espectador y la obra, una alianza de almas".
Sobre la grave crisis que atraviesa Mal¨ª, la pintora espa?ola opina que es un pa¨ªs que lleva sufriendo inestabilidad los ¨²ltimos a?os, "sus j¨®venes necesitan mirar al futuro". "Espero que esta exposici¨®n les muestre parte de la belleza que nosotros como extranjeros percibimos, porque c¨®mo nos ven desde fuera a veces ayuda a mirarnos a nosotros mismos. Espero que los malienses se reconozcan ante las im¨¢genes que van a ver, se sientan reflejados, hermanados, y enfrenten el futuro desde la herencia de su gran pasado, conservando la esencia africana de Mal¨ª, esa que a¨²n perdura a pesar de los tiempos¡±.
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