Las mejores ciudades del mundo
Reflexionamos sobre las principales clasificaciones de ciudades del mundo y sus consecuencias
Estamos acostumbrados a las clasificaciones. Las necesitamos. Ver nuestra ciudad en la lista de los Top Ten, compararse con la ciudad rival, con la ciudad vecina. Los gobiernos municipales priorizan pol¨ªticas p¨²blicas en funci¨®n de dichos rangos. Escalar o descender a trav¨¦s de ellos permite acreditar la gesti¨®n p¨²blica, ganar reconocimiento internacional. Medi¨¢ticamente tambi¨¦n funcionan. Las 10 ciudades m¨¢s contaminadas. Las mejores urbes para bicicletas. Clasificaciones para ciudades con m¨¢s espacios verdes, con m¨¢s espacio para ni?os, las mejores para caminar, para abrir una empresa, las que tienen el mejor caf¨¦.
La cuesti¨®n es hacer listados. Comparar. Ser la ciudad numero uno en algo. De nada parece servir desarrollar buenas pol¨ªticas p¨²blicas y responder a las necesidades de tus ciudadanos si en alg¨²n lugar no pone que eres mejor que el resto. Para ello hay clasificaciones comparativas para todos los gustos que parecen responder a todos los intereses.
Entre las clasificaciones de ciudades m¨¢s consultadas est¨¢n las que definen las ciudades m¨¢s habitables cuantificando su calidad de vida. Por ejemplo, el Global Liveability Ranking (GLR), desarrollado por el Economist Intelligence Unit (EIU) de la revista The Economist; o el publicado a trav¨¦s de la revista Monocle, que desde 2007 ya ha publicado 11 ediciones comparativas de la calidad de vida entre ciudades.
Aunque quiz¨¢s la iniciativa de mayor aceptaci¨®n ha sido la desarrollada por Mercer, la mayor consultora de recursos humanos en el mundo. Mercer eval¨²a m¨¢s de 450 ciudades a trav¨¦s de 10 categor¨ªas relacionadas con el entorno pol¨ªtico y social, el entorno econ¨®mico, el ambiente sociocultural y aspectos como el acceso a salud, a modelos de educaci¨®n, servicios p¨²blicos, vivienda y/o modelos de transporte, entre otros.
Comparando los rangos de estas tres iniciativas, constatamos que ciertas ciudades est¨¢n siempre en la c¨²spide de la calidad de vida. Como era de esperar, varias europeas lideradas por Viena (M¨²nich, Copenhague, Frankfurt), algunas australianas (como Oakland, Melbourne y Sidney) y otras canadienses (Vancouver y Toronto).
Por otro lado, existen discrepancias notorias. Ciudades como Barcelona, por ejemplo, punt¨²a entre las 20 mejores ciudades para vivir seg¨²n Monocle (n¨²mero 17), pero solamente llega al n¨²mero 48 con Mercer. Otro caso es Berl¨ªn, que es la n¨²mero 3 para Monocle; la 20 con GLR y la 17 con Mercer.
Si no extra?a que las ciudades de Estados Unidos no est¨¦n en los principales rangos (la que m¨¢s punt¨²a es San Francisco que en la clasificaci¨®n de Mercer aparece como la n¨²mero 28), sorprende la puntuaci¨®n alta que recibe siempre Viena: ha sido el primer rango de Mercer durante los ¨²ltimos ocho a?os y suele ser la n¨²mero dos en el GLR y en Monocle.
?Y qu¨¦ tiene Viena que la convierta en la ciudad l¨ªder de las clasificaciones? Algunos factores, efectivamente, parecen justificarlo. Por ejemplo, su sistema de transporte: el p¨²blico (U-Bahn) est¨¢ disponible las 24 horas y dispone de muchas facilidades para ir en bicicleta. Tiene altos ¨ªndices de calidad atmosf¨¦rica, buena calidad de agua potable y con respecto a la accesibilidad a la vivienda, el 60% de su poblaci¨®n reside en "apartamentos subvencionados". En el plano econ¨®mico, dispone de uno de los mayores ¨ªndices de Producto Interno Bruto (PIB) per c¨¢pita y de hecho, desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn, se convirti¨® en el principal centro de las empresas que quieren hacer negocios en Europa central.
Aunque, ?es realmente Viena la mejor ciudad del mundo con respecto a la calidad de vida? Esta pregunta nos deber¨ªa hacer reflexionar de manera m¨¢s profunda sobre el papel que juegan los rangos y valorar si son realmente eficientes a la hora de mejorar la gesti¨®n de las ciudades.
Un problema principal es el enfoque generalista que tienen. Las clasificaciones agregan agrupaciones de indicadores que suelen ser generalistas, que marcan una tendencia, pero no reflejan el contexto ni la problem¨¢tica real a la que se enfrenta cada ciudad en particular. Adem¨¢s, a nivel metodol¨®gico, no se detalla en grado satisfactorio la elecci¨®n de los indicadores de cada categor¨ªa o su ponderaci¨®n y genera dudas en cuanto a su representatividad y pertinencia.
Otro aspecto cr¨ªtico es que cuantifican variables del estado de las ciudades homog¨¦neas, sin considerar las diferencias culturales, la coyuntura social particular de cada una y lo que es m¨¢s importante, sin considerar las preferencias de su propia ciudadan¨ªa.
Por otro lado, las clasificaciones suelen plantear una cultura de ganadores y perdedores, que son excesivamente aclamados por los primeros e ignorados por los segundos. Como los resultados llevan a interpretaciones parciales, la atenci¨®n p¨²blica se centra principalmente en la clasificaci¨®n final en lugar de analizar fortalezas y debilidades espec¨ªficas, y perpet¨²an los estereotipos y clich¨¦s existentes que arrastran las ciudades.
Un ¨²ltimo aspecto afecta a la propia definici¨®n de como se concibe la calidad de vida urbana. Las ciudades que m¨¢s punt¨²an suelen ser todas occidentales, ordenadas, con demograf¨ªa estancada y fertilidad baja. Ello es atractivo para que directivos y profesionales escojan a qu¨¦ ciudad trasladarse (que son de hecho los principales clientes objetivo de las organizaciones que promueven estos r¨¢nkings).
Pero, ?son los mejores est¨¢ndares para definir la mejor ciudad del mundo? Ninguno de los r¨¢nkings considera aspectos como la diversidad cultural, el dinamismo social, la resiliencia o los procesos de participaci¨®n ciudadana. Todos estos aspectos no solo han sido fundamentales en la formaci¨®n y gesti¨®n de las grandes ciudades de la historia, sino que son imprescindibles tambi¨¦n para que los espacios urbanos sean una fuente constante de reinvenci¨®n y generaci¨®n de oportunidades.
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