Las guardabosques de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo luchan por salvar a los ¨²ltimos gorilas de monta?a
Desafiando la tradici¨®n, estas mujeres son miembros de las fuerzas de ¨¦lite del Parque Nacional de Virunga. Su misi¨®n es proteger a los primates en grave peligro de extinci¨®n por los cazadores furtivos
Cuando Jolie Kavugho Songya ten¨ªa nueve a?os, quer¨ªa hacerse mayor para ser como su padre. Nunca hab¨ªa visto un gorila, pero sab¨ªa que el trabajo de su progenitor consist¨ªa en proteger de los cazadores furtivos y las milicias a la poblaci¨®n congole?a de estos simios poco comunes. Solamente hab¨ªa un problema: ninguna mujer hab¨ªa entrado nunca a formar parte del cuerpo de guardabosques dedicados a proteger la fauna de Virunga, el parque nacional m¨¢s antiguo de ?frica.
Songya estaba decidida. "Nac¨ª en una familia de guardabosques", cuenta. "Mi padre me ense?¨® que hay que salir al mundo y luchar por lo que quieres". Cuando los guardas del parque decidieron abrir sus filas a las mujeres, Songya, que en la actualidad tiene 27 a?os, form¨® parte de la segunda tanda de reclutas femeninas y se uni¨® al cuerpo en 2014. Hoy en d¨ªa es una de las 27 mujeres que superaron el riguroso proceso de selecci¨®n para convertirse en guardabosques con dedicaci¨®n exclusiva dentro de unas fuerzas integradas por m¨¢s de 600 miembros.
Cuando iba al colegio, le entusiasmaban la geograf¨ªa y las asignaturas relacionadas con la naturaleza. Ahora es una experta en la inmensa jungla que se ha convertido en su lugar de trabajo, y en la que, Kal¨¢shnikov en mano, protege a los turistas mientras se desplazan por el parque nacional para ver a los famosos gorilas.
Es un trabajo peligroso, como ella sabe muy bien. Su padre vivi¨® para ver c¨®mo su hija segu¨ªa sus pasos, pero muri¨® en acto de servicio a principios de este a?o, al estallar de improviso una tormenta en el lago Edward, donde se encontraba patrullando. Su embarcaci¨®n volc¨® y ¨¦l se ahog¨®.
Desde 1996, m¨¢s de 160 guardabosques han perdido la vida cumpliendo su misi¨®n en el parque, pero Songya est¨¢ dispuesta a asumir el riesgo. "Es peligroso, pero no te queda m¨¢s remedio que aceptarlo. Lo tomas o lo dejas", zanja.
Proteger a los gorilas del conflicto
En el mundo solo quedan 880 gorilas de monta?a y el equipo de Virunga calcula que alrededor de una cuarta parta vive en el parque, que abarca una superficie de unos 7.800 kil¨®metros cuadrados a lo largo de la frontera oriental de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo con Uganda y Ruanda.
El parque es extraordinariamente hermoso y posee extensas superficies de selva espesa, una mara?a de r¨ªos y lagos, monta?as cubiertas de nieve y dos volcanes activos. Tambi¨¦n se encuentra en el epicentro de un sangriento conflicto que desgarra el este de Congo desde hace dos d¨¦cadas y que ha acabado con la vida de alrededor de cinco millones de personas y desplazado a m¨¢s de dos millones.
Durante a?os, la guerra impidi¨® pr¨¢cticamente proteger la fauna de la zona. Los gorilas de monta?a llegaron a estar al borde de la extinci¨®n, v¨ªctimas de las trampas y abatidos para servir de alimento, o capturados por los furtivos que venden objetos hechos con el cuerpo de los simios y sacan clandestinamente del pa¨ªs a las cr¨ªas para los compradores extranjeros.
Por eso, en 2011, la direcci¨®n de Parque Nacional de Virunga empez¨® a formar un cuerpo m¨¢s numeroso y extremadamente profesional de guardabosques con el fin de ahuyentar a los cazadores furtivos y de proteger la fauna de multitud de grupos armados que utilizaban la reserva como escondite y fuente de alimentos e ingresos.
En el mundo solo quedan 880 gorilas de monta?a y el equipo de Virunga calcula que alrededor de una cuarta parta vive en el parque
La misi¨®n de estas fuerzas de ¨¦lite es tan dif¨ªcil como peligrosa. Consiste en llevar a cabo penosas patrullas por un terreno cubierto de espesa selva y en enfrentarse a las milicias antigubernamentales, entre ellas el M23 y los Mai Mai.
Innocent Mburanumwe lleva 20 a?os trabajando en el parque y actualmente es jefe de los guardas del sector sur. En 2013 tom¨® la decisi¨®n ¡ªconjuntamente con el director de la reserva, el belga Emmanuel de Merode¡ª de admitir a mujeres, para lo cual tuvo que vencer sus propios prejuicios. "Al principio no cre¨ªa que las mujeres pudiesen realizar este trabajo", reconoce. "Es muy duro f¨ªsicamente, pero cuando llegaron las primeras, me qued¨¦ impresionado al ver lo que eran capaces de hacer".
El proceso de selecci¨®n es extenuante y las j¨®venes que aspiran a ser admitidas no reciben ning¨²n trato de favor. A pesar de ello, cada a?o unas cuantas consiguen superarlo y emprender seis meses de instrucci¨®n intensiva en Ishango, en el centro del parque, donde aprenden a disparar, a sobrevivir en la selva y a prestar primeros auxilios, adem¨¢s de adquirir una forma f¨ªsica extraordinaria bajo la direcci¨®n de fuerzas especiales belgas y de preparadores congole?os.
Seg¨²n Mburanumwe, los guardabosques veteranos tardaron un poco en aceptar a las nuevas reclutas. "Al principio no eran nada partidarios de la incorporaci¨®n de mujeres, pero luego vieron que eran capaces de subir a los volcanes y de patrullar como un hombre. Poco a poco se dieron cuenta de que hac¨ªan el trabajo tan bien como ellos".
Actualmente, el primer contingente de mujeres est¨¢ escalando puestos en el escalaf¨®n. En 2015, Xaverine Mwamini Biriko fue ascendida a jefa del equipo de guardaespaldas de Merode ¡ªun a?o antes, el director del parque hab¨ªa resultado gravemente herido en un intento de asesinato¡ª.
Una oportunidad poco frecuente para las mujeres
Songya afirma que en el cuerpo de guardabosques de Virunga hay igualdad. "Cobramos lo mismo, seguimos el mismo entrenamiento y hacemos el mismo trabajo". Para las guardabosques, esto puede representar un fuerte contraste con el mundo exterior. En la provincia de Kivu del Norte, las oportunidades para las mujeres est¨¢n rigurosamente limitadas. All¨ª la educaci¨®n es escasa o inexistente, sobre todo en el caso de las ni?as, y la mitad de las mujeres adultas no sabe leer ni escribir.
Songya pudo estudiar gracias a que su padre trabajaba como guardabosques. Ahora es la ¨²nica mujer de la familia que trabaja fuera de casa. Sus dos hermanas mayores llevan una vida dom¨¦stica dedicada a cuidar de sus hijos.
El trabajo de guardabosques es una de las profesiones m¨¢s prestigiosas y codiciadas en Kivu del Norte, una de las provincias m¨¢s pobres de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, castigada por una alta tasa de paro y con pocos empleos legales disponibles.
"Mi hermano intent¨® entrar en los guardabosques, pero no lo seleccionaron. Lo intent¨® tres veces. Mi familia dice que tuve suerte, pero tambi¨¦n me cost¨® mucho esfuerzo", cuenta Songya. La joven no tiene intenci¨®n de dejar el cuerpo de guardabosques en el futuro pr¨®ximo. Es ambiciosa y est¨¢ orgullosa de lo que ha logrado, tanto para el parque como para su propia independencia. "Creo que m¨¢s chicas solicitar¨¢n el ingreso cuando vean lo que hemos hecho".
Este texto fue publicado originalmente en ingl¨¦s en la p¨¢gina web de Newsdeeply en este enlace.
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