Lo que pone en peligro Espa?a
Lo m¨¢s grave es el abuso de las instituciones encargadas de defender el texto constitucional
Es curioso que el primer borrador elaborado por la ponencia constitucional no incluyera el t¨¦rmino ¡°naci¨®n¡±. Se hablaba, por supuesto, de Espa?a y del pueblo en el que resid¨ªa la soberan¨ªa. El art¨ªculo 2 dec¨ªa: ¡°La Constituci¨®n reconoce y la Monarqu¨ªa garantiza el derecho a la autonom¨ªa de las diferentes nacionalidades y regiones que integran Espa?a, la unidad del Estado y la solidaridad entre sus pueblos¡±. Pronto se observ¨® que no se dec¨ªa en ning¨²n lado que Espa?a era una naci¨®n, algo que se corrigi¨® en versiones posteriores. Quiz¨¢ convenga recordar tambi¨¦n que fue Miguel Herrero de Mi?¨®n, conservador, quien en una entrevista en ABC, en enero de 1978, introdujo muchos de los conceptos que ahora se manejan a todas horas: ¡°Creo que es caracter¨ªstica diferencial de Espa?a ser naci¨®n de naciones¡±.
Nada de esto va a ayudar a resolver el problema que se est¨¢ planteado ahora, en 2017, casi 40 a?os despu¨¦s, respecto a Catalu?a. De hecho, una de las caracter¨ªsticas del momento es que las soluciones a corto plazo perjudican muy seriamente las soluciones a medio y largo plazo, es decir, que nos encontramos en una de esas situaciones dif¨ªciles de desentra?ar que se producen de vez en cuando en la vida pol¨ªtica de los pa¨ªses democr¨¢ticos. Y que esos pa¨ªses siempre son capaces de resolver confiando la salida al escrupuloso funcionamiento de sus instituciones.
La an¨¦cdota inicial viene m¨¢s bien a cuento del extra?o juicio que merece a algunos grupos pol¨ªticos aquel proceso constituyente de 1978, al que acusan de relanzar el nacionalismo espa?ol cuando en realidad fue uno en el que el concepto de ¡°naci¨®n¡± estuvo m¨¢s ausente. Aquellos pol¨ªticos, tan denostados hoy, estaban mucho m¨¢s interesados en las capacidades del Estado para solucionar los problemas acuciantes de los ciudadanos que por recuperar se?as de identidad que hab¨ªan sido malbaratadas por el franquismo.
Seguramente fue una ingenuidad suponer que la reivindicaci¨®n de la naci¨®n como la espina dorsal de cualquier proyecto pol¨ªtico era cuesti¨®n pasada y que una vez reconocida que la soberan¨ªa resid¨ªa en el pueblo (en su conjunto), todo ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil. En aquel momento parec¨ªa realmente que lo que la ciudadan¨ªa demandaba al Estado eran derechos individuales y una sociedad de bienestar, mucho m¨¢s que airear ansias nacionalistas. Por supuesto que PNV y ERC defendieron otras formulaciones, pero ni tan siquiera los llamados nacionalistas catalanes acompa?aron sus reivindicaciones. Jordi Sol¨¦ Tura, cabeza privilegiada del PSUC, lo expres¨® con claridad: ¡°Espa?a es una realidad integrada por nacionalidades y regiones (¡), pero una realidad que no se puede ignorar¡±. Y ahora hablemos de otras cosas, por favor, dec¨ªa Sol¨¦ Tura. De educaci¨®n, por ejemplo, y de corrupci¨®n.
Es posible que lo m¨¢s importante ocurrido en estos 40 a?os no haya sido el deterioro del texto constitucional, sino el abuso practicado en las instituciones encargadas de defenderlo. El intento de renacionalizar Espa?a no nace de la Constituci¨®n, sino del proyecto pol¨ªtico de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y la vuelta de ese espejo que intent¨® irreflexivamente Rodr¨ªguez Zapatero. Ninguno hubiera acarreado tan malas consecuencias si al mismo tiempo no hubieran pretendido apropiarse de las instituciones democr¨¢ticas, en lugar de defender su escrupulosa independencia. Quiz¨¢ hoy ser¨ªa posible calificar de err¨®neas las decisiones de una juez sin que gran parte de la opini¨®n p¨²blica incluyera al conjunto del sistema judicial en la cr¨ªtica. Quiz¨¢ si el fiscal general del Estado fuera un jurista menos lenguaraz, todo fuera m¨¢s sencillo. Pero no es as¨ª. Y sigue siendo un grave error creer que el principal problema de Espa?a radica en la secesi¨®n unilateral de Catalu?a. Eso se puede evitar. Es el desprestigio de las instituciones (catalanas incluidas) lo que pone en peligro al Estado.
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