¡®Patuco¡¯ y su monta?a rusa
EL PA?S apoya con esta serie la adopci¨®n con historias de animales de distintas asociaciones
El pasado de Patuco ha sido toda una monta?a rusa de emociones. Ahora es m¨¢s dulce que el az¨²car, aunque lo cierto es que le amargaron la vida a base de gritos y golpes. Cualquiera dir¨ªa que este peque?o de apenas siete kilos fuera una gran amenaza, pero tuvo la mala suerte de caer en la casa equivocada. Sus primeros due?os, residentes en Toledo, lo adoptaron cuando todav¨ªa era un cachorro de dos meses. Gracioso, vivaz, simp¨¢tico. Toby, como lo llamaron entonces, era una bolita de pelo suave con ganas constantes de jugar. Fue una especie de auto regalo que se hizo una pareja joven con ganas de ampliar la familia y asumir responsabilidades. Parec¨ªa la casa perfecta. Hasta que ampliaron la familia de verdad. La mujer se qued¨® embarazada a los pocos meses de la llegada de Toby, y de repente todo cambi¨® para ¨¦l. Dej¨® de ser gracioso. De la noche a la ma?ana. Un fen¨®meno incre¨ªble pero m¨¢s com¨²n de lo que parece. Como si los beb¨¦s sustituyeran el pan y llegaran con un libro antianimales bajo el brazo.
El caso es que Toby, que todav¨ªa era un cachorro que estaba aprendiendo normas b¨¢sicas de la casa como la de controlar sus necesidades b¨¢sicas, fue relegado a un patio sin techar. All¨ª empez¨® a pasar horas y horas solo, hiciera fr¨ªo o calor, dej¨® de tener contacto con sus humanos y comenz¨® a llorar. Literalmente. A sus due?os tampoco les gust¨® eso, que, molestos con los ruidos, empezaron a desesperarse con ¨¦l y se tomaron su educaci¨®n como una cuesti¨®n a vida o muerte. Ah¨ª es cuando empezaron los gritos y los golpes para intentar corregir una conducta que ten¨ªa que ver m¨¢s con la de un cachorro en fase de aprendizaje que con la de un perro que se les fuera de las manos.
El efecto de ese tipo de educaci¨®n fue exactamente el contrario. Toby, que se pasaba el d¨ªa pr¨¢cticamente solo, dej¨® su alegr¨ªa inicial atr¨¢s y se convirti¨® en un perro triste, miedoso y gru?¨®n. Se cre¨® una especie de coraza para evitar los golpes y, parad¨®jicamente, los atra¨ªa m¨¢s. Cuanto m¨¢s palos recib¨ªa, m¨¢s gru?¨ªa. Y la mujer, al verle sacar los dientes, empez¨® a tener miedo por su beb¨¦.
As¨ª fue como Toby dej¨® atr¨¢s su primera casa. La pareja lo regal¨® cuando ten¨ªa dos a?os, como si fuera un trasto viejo, a un vecino que se propuso con todas sus fuerzas ¡°meterlo en vereda¡±. Es decir, otra vez educarlo a base de m¨¢s palos. Toby, que en ese momento ya tem¨ªa hasta a su sombra, en lugar de mejorar, empeor¨®. Los gritos y los golpes se convirtieron en una constante en su vida y aquel perro sociable y alegre del principio desapareci¨® completamente de la faz de la tierra para convertirse en uno indomable, huidizo y miedoso. Afortunadamente, aquella segunda experiencia dur¨® tres semanas, porque el hombre se dio pronto por vencido y lo entreg¨® al refugio de Ciudad Animal en Ciudad Real.
Aquello pas¨® en 2014, cuando Toby era Toby y todav¨ªa no se hab¨ªa convertido en Patuco. Al refugio lleg¨® un perro destruido psicol¨®gicamente que desconfiaba en todo ser humano que se le acercara. Pero no contaba con que all¨ª no hab¨ªa seres humanos normales, sino aquellos que poseen el don de la paciencia infinita y el de desquebrajar corazas. Anna, una voluntaria de Ciudad Animal, mir¨® a los ojos a Toby y all¨ª vio m¨¢s miedo que agresividad. Y se enamor¨® de ¨¦l. Y de su fragilidad escondida. Empez¨® a ir todos los fines de semana, a dedicarle tiempo, a darle premios, a acercarse a ¨¦l con infinita delicadeza¡ Poco a poco se fue ganando su confianza, un d¨ªa se dej¨® tocar, y al fin, tras mucho trabajo, lo tranquiliz¨®. Lo recuper¨®. Lo trajo de nuevo a la vida.
Del refugio pas¨® a Los acogidos de Lidia, un lugar que una colaboradora de Ciudad Animal cre¨® cuando se mud¨® a las afueras de Madrid y que tiene cerca de 30 perros de diferentes protectoras que esperan en una especie de mini refugio una casa definitiva. All¨ª termin¨® de florecer la verdadera personalidad de Patuco, que definitivamente dej¨® atr¨¢s las malas hierbas de Toby. No solo aprendi¨® a confiar de nuevo en el ser humano, sino que socializ¨® con el resto de perros, encontrando su hueco entre todos y convirti¨¦ndose en uno de los m¨¢s tranquilos, m¨¢s equilibrados y m¨¢s sociables. El perro que siempre estuvo destinado a ser. Y all¨ª, entre los 29 canes restantes, se encontr¨® con Pedro, una especie de gemelo id¨¦ntico, no solo porque parec¨ªan dos gotas de agua, sino porque el uno se convirti¨® en la sombra del otro. Se cuidaban, se proteg¨ªan, se hac¨ªan compa?¨ªa. Verlos juntos era contemplar un remanso de paz.
Puede que fuera la mejor ¨¦poca de Patuco. Hab¨ªa vuelto a confiar en el ser humano y hab¨ªa encontrado un compa?ero de vida. Pero las cosas se le volvieron a torcer cuando Pedro, despu¨¦s de mucho tiempo, encontr¨® un hogar y desapareci¨® del refugio de la noche a la ma?ana. Triste y sin su sombra, Patuco volvi¨® a vivir los sinsabores de la monta?a rusa en la que estaba subido desde que naci¨®.
¡°La familia que lo adopte debe saber que es el perro m¨¢s dulce y tierno del mundo. Pero tambi¨¦n debe conocer su pasado. Necesita mucho cari?o y su familia debe creer en la educaci¨®n en positivo. No lleva nada bien los gritos y por supuesto los golpes, como cualquier otro. De verdad que es un perro que solo pide cari?o. Se te acerca y se queda quieto a tu lado. Le encantan los mimos. Y que le acaricies. Es terap¨¦utico para ¨¦l, pero al final tambi¨¦n lo es para ti¡±.
Son las palabras de Paula, una de las colaboradoras de Los acogidos de Lidia, la protectora que se ha convertido en prima hermana de Ciudad Animal. Ella tambi¨¦n ha ca¨ªdo rendida ante la dulzura de Patuco. Cuenta que varias personas han preguntado por ¨¦l, pero por unas cosas u otras ninguna ha seguido adelante con la adopci¨®n. Se llevaron a Pedro y ¨¦l, que estuvo a punto de salir tambi¨¦n, se qued¨® esperando su oportunidad. Patuco tiene ya cinco a?os, es peque?ito, est¨¢ sano y merece por fin que alguien le haga bajar de su monta?a rusa vital y le abra las puertas de su tercera casa. La definitiva. La de verdad.
Si est¨¢s interesado en la adopci¨®n de Patuco o en alg¨²n otro de los muchos perros que lo necesitan de Los acogidos de Lidia ponte en contacto con ellos aqu¨ª: losacogidos@gmail.com Esta protectora no env¨ªa los perros y requiere que la adopci¨®n sea en Madrid (o alrededores) o en provincias donde tengan asociaciones amigas. ?Pregunta! Patuco lo merece.
YO ADOPTO. En Animales&Cia apoyamos la adopci¨®n con esta serie. Si trabajas en una protectora y quieres contarnos la historia de alguno de tus animales, escr¨ªbenos: bferrero@elpais.es
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