Por qu¨¦ hay m¨¢s gente sola que nunca
Estamos construyendo un modelo de sociedad que va en contra de nuestra naturaleza
A todos nos ha pasado. En alguna ocasi¨®n nos hemos sentido excluidos o marginados. Desde el cole, tras un temido ¡°ya no te ajunto¡±, hasta el c¨ªrculo familiar, en un grupo de amigos o de deporte en los que no encajamos ni con calzador. O en el trabajo. Como m¨ªnimo, en alguna situaci¨®n puntual dentro de nuestro entorno en la que hubi¨¦ramos querido formar parte. Este tipo de situaciones no siempre se echan f¨¢cilmente al ba¨²l de los recuerdos. A veces dejan huella psicol¨®gica, emocional y f¨ªsica y, como m¨ªnimo, causan sufrimiento mientras se est¨¢n viviendo. ?Por qu¨¦ nos duele tanto el rechazo?
¡°Pertenecer, ser, creer y benevolencia son los cuatro pilares por los cuales medimos el valor de nuestras vidas¡±, nos explica Saul Levine, psiquiatra y profesor em¨¦rito de la Universidad de California en San Diego (EE UU). Con esto se refiere a la sensaci¨®n que se experimenta de sentirse parte integrante y apreciada por un grupo de personas que son importantes para uno mismo, para su autoestima, para la propia salud, ya sean familiares, colegas o grupos religiosos.
¡°Somos una especie social y la sensaci¨®n de que estamos compartiendo partes significativas de nuestras vidas con otras personas que nos reciben y abrazan es una etapa vital de nuestro crecimiento personal y de nuestra salud psicol¨®gica e incluso f¨ªsica¡±, contin¨²a el psiquiatra. ¡°Sentirse integrado ayuda a superar en compa?¨ªa fracasos amorosos y p¨¦rdidas, ¨¦xitos y contratiempos, en una comunidad ¨ªntima y especialmente solidaria.¡±
¡°Pertenecer, ser, creer y benevolencia son los cuatro pilares por los cuales medimos el valor de nuestras vidas¡±, (Saul Levine, psiquiatra y profesor em¨¦rito de la Universidad de California en San Diego, EE UU).
Por todas estas razones, cuando sufrimos al ser rechazados o excluidos socialmente es una respuesta del todo normal. ¡°Significa que somos personas sanas¡±, se?ala Miriam Ortiz de Z¨¢rate, psic¨®loga y directora del Centro de Estudios del Coaching (CEC), en Madrid.
¡°Sufrimos cuando nos excluyen de un grupo del que queremos formar parte porque nuestra biolog¨ªa nos lleva a funcionar como seres sociales, vinculados a un clan¡±, explica. Este modo de reaccionar no es nada nuevo bajo el sol. Es un sentimiento compartido con nuestros m¨¢s lejanos antepasados. ¡°Responde a las necesidades humanas de hace 20.000 a?os, cuando un individuo aislado no ten¨ªa ninguna posibilidad de seguir vivo si no contaba con el apoyo de una tribu¡±, afirma esta experta en coaching.
Una cuesti¨®n de supervivencia
Vivir dentro de un colectivo permit¨ªa repartirse la b¨²squeda de alimento y la carga de trabajo entre varios y protegerse mutuamente ante los peligros del exterior. ¡°Esta necesidad se arraig¨® en nuestro cerebro m¨¢s primitivo, el reptiliano, que regula las funciones vitales primarias con el objeto de sobrevivir¡±, explica Ortiz de Z¨¢rate.
¡°Ser excluido provoca una falta de integraci¨®n que conduce a la b¨²squeda desesperada de un espacio social, aunque sea en grupos t¨®xicos¡±, (Pablo Herreros, soci¨®logo y antrop¨®logo).
Miles de a?os m¨¢s tarde, o sea hoy, las circunstancias externas han cambiado, pero nuestro cerebro ¡ªpara bien o para mal¡ª ha variado muy poco. ¡°Ahora tenemos plenamente integrada la necesidad de pertenencia e incluso la hemos llevado al extremo: somos capaces de morir o de matar con tal de cubrir esa necesidad tan b¨¢sica¡±, asegura.
Esa es precisamente la clave del ¨¦xito de algunos grupos terroristas, seg¨²n apunta Pablo Herreros, soci¨®logo y antrop¨®logo. ¡°Ser excluido de manera sistem¨¢tica provoca una falta de integraci¨®n que conduce a la b¨²squeda desesperada de un espacio social en el que seamos aceptados, aunque sea en grupos t¨®xicos¡±, a?ade el autor del libro Yo, mono (Ediciones Destino).
?Qu¨¦ otros riesgos entra?a el sentimiento de rechazo?
¡°Las vivencias de exclusi¨®n generan en nosotros creencias del tipo: ¡®no soy adecuado, tengo una carencia, hay algo en m¨ª que no encaja, no soy v¨¢lido, no soy digno¡¯...¡±, explica la directora del CEC. ¡°Los efectos son muy diversos y repercuten tanto en el estado de ¨¢nimo como en el comportamiento, y pueden ser fuente de problemas psicol¨®gicos como ansiedad, depresi¨®n, ideas de suicidio, etc¨¦tera¡±.
El profesor de Psicolog¨ªa Social de la Universidad Nacional de Educaci¨®n a Distancia (UNED) Alejandro Magallares se?ala alguna otra consecuencia de diverso tipo, como el aplanamiento afectivo, ¡°que dificulta expresar las propias emociones o empatizar con las de los dem¨¢s¡±; tambi¨¦n problemas cognitivos, sobre todo en la inteligencia, que puede acarrear un descenso del rendimiento en tareas complejas de l¨®gica y razonamiento
Menciona asimismo efectos en la capacidad de autocontrol y comportamiento (agresividad, hostilidad, conductas irracionales), as¨ª como consecuencias f¨ªsicas: las personas que lo sufren suelen sufrir mayor dolor y diversas anomal¨ªas del ritmo cardiaco.
Otro efecto indeseado del rechazo social es que se agudiza la llamada plaga del siglo XXI: la soledad. ¡°Si las personas que nos rodean son desconocidas para nosotros o son percibidas como hostiles, su presencia tiene el efecto contrario al de pertenencia, ya que esta depende de la cercan¨ªa y comodidad social, del intercambio de experiencias y emociones significativas¡±, apunta el profesor Levine, que apela a una cuesti¨®n b¨¢sica: ¡°En momentos dif¨ªciles, los seres humanos necesitamos de los otros, personas cercanas que ayuden a aliviar nuestro dolor; y, en momentos felices, que validen y compartan nuestra alegr¨ªa¡±.
Tres reacciones frente al rechazo
1. Inautenticidad
2. Autocastigo
3. Rebeld¨ªa
Estos son los tipos de respuestas cuando nos dejan de lado, seg¨²n el CEC.
Consiste en construir una imagen propia adecuada a cada situaci¨®n y de esconder aquello que pensamos que podr¨ªa ser motivo de rechazo o exclusi¨®n del grupo. Por ejemplo, personas muy complacientes o que se hacen las simp¨¢ticas o buscan a toda costa convertirse en imprescindibles.
Personas que se quedan atrapadas en la idea de carencia o de falta de valor. Se sienten incompletas y viven con una clara consciencia de sus limitaciones, a menudo distorsionada y exagerada. Frecuentemente lo exteriorizan con expresiones como "no s¨¦", "no valgo", "no soy capaz"¡
Reaccionan a la defensiva: "si no me aceptan en este grupo, no es que me excluyan, es que no quiero estar ah¨ª". Entierran sus verdaderos sentimientos sin ser conscientes del dolor que les produce la exclusi¨®n y sin poder hacer nada para remediarlo. Viven con rabia y con sensaci¨®n de injusticia. Argumentan y justifican su derecho a vengarse, o simplemente se a¨ªslan, y generan su propio mundo bajo la idea de que no necesitan a nadie para ser felices.
Ambos sentimientos, el sufrimiento y la felicidad, son expresiones que hoy d¨ªa se sienten de manera m¨¢s exagerada al estar inmersos en una sociedad a menudo demasiado individualista, sostiene Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez, codirector del CEC. ¡°El modelo que hemos construido no est¨¢ teniendo en cuenta que somos seres gregarios y que necesitamos al grupo¡±, afirma. ¡°Apenas hace 100 a?os viv¨ªamos en n¨²cleos de poblaci¨®n mucho m¨¢s peque?os, con una familia m¨¢s extensa en una estructura social m¨¢s colaborativa donde se desarrollaban v¨ªnculos duraderos y donde el propio grupo familiar y el vecindario actuaban como soporte¡±.
Por el contrario, a?ade, la vida ahora tiende a desarrollarse en peque?os apartamentos en grandes ciudades donde se pierden los v¨ªnculos con el barrio, con unidades familiares cada vez m¨¢s peque?as. Como consecuencia, se?ala S¨¢nchez, ¡°nos sentimos m¨¢s solos que nunca, aunque estemos rodeados de millones de personas".
El dise?o y la tecnolog¨ªa vienen en nuestra ayuda
El mundo no se detiene, lo mismo que el hombre en busca de soluciones a nuevas necesidades. ¡°Empiezan a proliferar experiencias que buscan la integraci¨®n del modelo tradicional dentro de la modernidad, como el cohousing (viviendas colaborativas en comunidad). En Espa?a hay algunos proyectos todav¨ªa incipientes, mientras que en los pa¨ªses n¨®rdicos est¨¢n mucho m¨¢s arraigados y ofrecen resultados tan positivos que est¨¢n influyendo en el dise?o de las ciudades y las comunidades vecinales¡±, detalla el experto del CEC.
Adem¨¢s, a pesar las limitaciones del modelo urbano y el aislamiento rural, estamos conectados al mundo a trav¨¦s de Internet, una herramienta ¨²til frente al sentimiento de marginaci¨®n. ¡°Puede proporcionar ciento sentido de pertenencia a determinados individuos, interaccionando con gente que les escucha a miles de kil¨®metros, aunque no vayan a verse en la vida¡±, afirma el soci¨®logo Pablo Herreros.
?Pertenencia o espejismo?
¡°A primera vista, uno podr¨ªa pensar que tener innumerables contactos en redes sociales ser¨ªa una bendici¨®n para la integraci¨®n, pero estos medios se utilizan a menudo como un pretexto para evitar la comunicaci¨®n significativa y relaciones m¨¢s profundas¡±, sostiene Levine, que lo compara con esa sensaci¨®n de ¡°soledad entre la multitud¡± de la vida en grandes ciudades: ¡°Es cierto que hay grupos de ideas afines en Internet, pero estos no est¨¢n destinados a reemplazar amistades ¨ªntimas aut¨¦nticas¡±.
Este psiquiatra subraya otro efecto negativo de las relaciones on line: ¡°El poder desatado del anonimato que anima a las pasiones m¨¢s bajas a expresarse de manera destructiva¡±. Se refiere al fen¨®meno del troll, alguien que publica en foros, blogs, redes sociales... mensajes provocadores con el fin de generar pol¨¦mica.
¡°En momentos dif¨ªciles, los seres humanos necesitamos personas cercanas que ayuden a aliviar nuestro dolor; y, en momentos felices, que validen y compartan nuestra alegr¨ªa¡±, (Saul Levine, psiquiatra).
Esto, en su opini¨®n, ¡°est¨¢ degradando nuestra cultura, nuestro civismo y hasta el discurso pol¨ªtico¡±, aunque, por otra parte tambi¨¦n reconoce ¡°que hay muchas actividades positivas que pueden ser compartidas para permitir el crecimiento de los contactos y el personal. Pero veamos esto por su verdadero valor y con sus limitaciones en el marco del sentido de pertenencia del que estamos hablamos¡±.
En la misma l¨ªnea, el director asociado del Centro de Estudios del Coaching comenta que las redes sociales, ¡°pueden ser un excelente complemento al contacto humano o un gran sustituto donde se confunde la popularidad con la pertenencia en una b¨²squeda constante de me gustas, y en este caso, solo generar¨¢n vac¨ªo y sensaci¨®n de soledad¡±, afirma.
?Soluci¨®n? Si el rechazo le hace sufrir, va por buen camino ?Y qu¨¦ hacer? S¨¢nchez apunta a la familia. ¡°Cuando estamos bien colocados respecto a la pertenencia en ella, tenemos una confianza b¨¢sica fundamental para afrontar la vida, sus avatares o la posibilidad de ser excluidos de otros grupos. De no ser as¨ª, hay que trabajar en reparar nuestra relaci¨®n con este sistema de origen y reconstruir nuestra confianza b¨¢sica.
Metaf¨®ricamente hablando, "tenemos que ser capaces de salir de casa de los padres de forma sana y se puede trabajar con terapia sist¨¦mica o con coaching sist¨¦mico". El experto del CEC destaca la importancia de que el dolor de sentirse rechazado es ¨²til para aprender y alimentar la capacidad humana de trascender.
Empecemos por ser honestos con nosotros mismos. A casi todos nos duele que no nos ajunten, especialmente cuando el grupo es importante para nosotros¡±, (Jos¨¦ Manuel S¨¢nchez, codirector del CEC).
¡°Empecemos por ser honestos con nosotros mismos. A casi todos nos duele que no nos ajunten, especialmente cuando el grupo es importante para nosotros. Aceptemos ese sufrimiento como parte de nuestra biolog¨ªa, como un mal necesario por el que tendremos que transitar s¨ª o s¨ª¡±, recomienda.
Adem¨¢s, se?ala como positivo el sufrimiento ante las calabazas de otros, frente a la reacci¨®n opuesta: sentir indiferencia. ¡°Esta suele ser un indicador de que hay algo que no marcha bien en nuestro sistema de valores y creencias. Es contraproducente fingir que la exclusi¨®n no nos afecta, solo sirve para posponer un proceso pendiente¡±, se?ala.
Como dijo el eminente psic¨®logo social estadounidense Elliot Aronson, autor de El animal social (Alianza), un cl¨¢sico en la materia, somos animales sociales que necesitan sentirse aceptados. As¨ª que ya sabe: si la exclusi¨®n no le hace inmutarse, h¨¢gaselo mirar.
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