Eduardo Mart¨ªnez de Pis¨®n: ¡°El ser humano estorba porque es agresivo¡±
Ha ense?ado geograf¨ªa. Pero sobre todo la ha vivido. Catedr¨¢tico em¨¦rito de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y consumado alpinista, ha consagrado al estudio de la monta?a gran parte de su vida y de su obra. En su ¨²ltimo libro, ¡®La monta?a y el arte¡¯, aborda el paisaje como parte de la cultura y analiza c¨®mo las grandes figuras europeas de la literatura, la pintura y la m¨²sica se han acercado a su gran pasi¨®n.
EDUARDO MART?NEZ DE PIS?N es un sabio. Y es adem¨¢s una persona capaz de emocionar hasta las l¨¢grimas al auditorio hablando de las monta?as. Ge¨®grafo y monta?ero, profesor imbuido del esp¨ªritu de la Instituci¨®n Libre de Ense?anza, acaba de redondear sus publicaciones con La monta?a y el arte (F¨®rcola), un repaso a la literatura, la pintura y la m¨²sica en, con, desde y hacia las monta?as. ¡°El paisaje es el territorio al que agregamos la cultura. Es necesario aprender a mirarlo para poder disfrutar de ¨¦l y, sobre todo, es imprescindible protegerlo¡±. Nacido en Valladolid en 1937, catedr¨¢tico em¨¦rito de geograf¨ªa en la Universidad ?Aut¨®noma de Madrid, fue premio Nacional de Medio Ambiente en 1991, ha escrito unos 500 art¨ªculos cient¨ªficos y decenas de libros, ha acampado en la Ant¨¢rtida y ha subido algunas de las cumbres m¨¢s altas del globo.
?Qu¨¦ es el paisaje para un ge¨®grafo? El paisaje ha sido la configuraci¨®n que tomaban los hechos geogr¨¢ficos en la Tierra. Hoy es tambi¨¦n la proyecci¨®n humana ?sobre ese paisaje desde un punto de vista cultural. ?Tiene su propia estructura, su propia forma, un agregado cultural y la interpretaci¨®n que el hombre hace de ese lugar.
Jos¨¦ Garc¨ªa Nieto escribi¨® Geograf¨ªa es amor, pero hablaba de los paisajes de la infancia. ?Geograf¨ªa es siempre sentimiento? Hay una geograf¨ªa sentimental, como dec¨ªa Ortega, que est¨¢ relacionada con nuestra propia vida y los enfoques emocionales sobre determinados lugares. Por otro lado, el sentimiento de la naturaleza, que es una cuesti¨®n sobre todo rom¨¢ntica, ha impregnado la cultura europea de un modo extraordinario. El paisaje est¨¢ cargado de connotaciones, de sentimientos y de perspectivas que a veces no son muy tangibles. Bombarnac, un reportero que cruza Asia en tren en la novela de Julio Verne A trav¨¦s de la estepa, al ver el paisaje, espl¨¦ndido, dice: ¡°?Es que acaso la geograf¨ªa no es paisaje?¡±. Claro que lo es, y tiene todas esas cargas de car¨¢cter emotivo.
?Cu¨¢les son las monta?as de su coraz¨®n? Las grandes monta?as que he subido, como el Karak¨®rum o el Himalaya, son las monta?as de mi cabeza y de mi vista. Pero las monta?as de mi coraz¨®n, a las cuales me he entregado mucho, son el Pirineo, sobre todo el Pirineo aragon¨¦s, porque es mi juventud y mi adolescencia y he vuelto toda la vida; el Guadarrama, porque he sufrido mucho con ¨¦l y he gozado a¨²n m¨¢s, y lo quiero de una manera absolutamente familiar, y el Teide, la monta?a un poco remota, el gran volc¨¢n de belleza extraordinaria en su silueta y de paisajes magn¨ªficos en su interior.
?C¨®mo se est¨¢ en la monta?a, qu¨¦ se siente al escalarla? La monta?a hay que ganarla en una batalla cuerpo a cuerpo, y entonces se entrega. Al escalar adaptas tu cuerpo a la rugosidad de la roca. Si sudas o jadeas, si pasas por un glaciar dif¨ªcil, la monta?a te est¨¢ poniendo a prueba para que seas merecedor de la cumbre. Arriba, aparte de paisaje y fatiga, tienes una recompensa de car¨¢cter moral. La monta?a es una ascensi¨®n no solamente f¨ªsica, sino espiritual, de la propia monta?a y de ti mismo. La recompensa moral de estar en la cumbre no es que domines la monta?a, es que est¨¢s en ella y rodeado solo por el cielo.
Acaba de publicar un libro sobre el arte y la monta?a. ?Por qu¨¦? Este libro es la culminaci¨®n de una trayectoria de convivencia, de entendimiento y de contemplaci¨®n de las monta?as. Como ge¨®grafo que se dedica a este paisaje me faltaba la parte cultural y, sobre todo, la parte art¨ªstica, la contemplaci¨®n de las monta?as por grandes figuras del arte que han creado un espejo, otra monta?a paralela a la monta?a real de la cual no puedes prescindir.
¡°Los p¨¢jaros, los osos, los lobos¡Todo teme al hombre, tan indefenso y vulnerable??que parece. Hay que tratar de ser hierba¡±
Usted naci¨® en Valladolid, pero se educ¨® en Zaragoza. ?Por eso los Pirineos? S¨ª, all¨ª descubr¨ª los Pirineos. Para los zaragozanos era la salida natural. Para m¨ª fueron un deslumbramiento, hacia los 17 a?os, que me ha acompa?ado toda la vida. Hice el bachillerato y empec¨¦ la carrera en Zaragoza. Luego la especialidad la curs¨¦ ya en la Complutense de Madrid, donde fui por primera vez profesor universitario.
Y compaginaba esas clases con otras en el Colegio ?Estudio. Para sobrevivir hab¨ªa que dar clase en muchos sitios. El profesor de geograf¨ªa del Estudio sac¨® una c¨¢tedra en una universidad y me ofrecieron dar clase all¨ª, as¨ª que fui. Estaba haciendo la tesina, ni ?siquiera a¨²n la tesis, con Manuel Ter¨¢n, y ese fue tambi¨¦n un descubrimiento muy importante para m¨ª. Nunca hab¨ªa tenido con la Instituci¨®n Libre de Ense?anza m¨¢s que una afinidad personal, culta, pero nada m¨¢s. Llegu¨¦ al Colegio Estudio a trav¨¦s de Ter¨¢n y me encontr¨¦ con Jimena Men¨¦ndez-Pidal y con una pl¨¦yade de profesores absolutamente admirable, a la cual me sent¨ªa af¨ªn. All¨ª aprend¨ª a ser profesor y a ir al campo a dar clases, algo que he hecho hasta que me jubil¨¦ en 2007.
Antes de la geograf¨ªa de monta?a, sus primeros trabajos fueron de geograf¨ªa urbana. En la escuela de Ter¨¢n lo que se hac¨ªa fundamentalmente era geograf¨ªa urbana, aunque sin descuidar las dem¨¢s. Ter¨¢n quer¨ªa, con varios disc¨ªpulos, hacer el entorno de las peque?as ciudades que rodean Madrid, y a m¨ª me ofreci¨® Segovia, una maravilla. Hice la tesis y luego un libro sobre el paisaje urbano de Segovia y su evoluci¨®n. Es una l¨¢stima vivir en otros sitios teniendo Segovia tan cerca, una verdadera l¨¢stima.
¡°La gente no mira
el paisaje, mira el ordenador, el m¨®vil.
El mundo virtual
ha sustituido al real. La mirada se educa,
el paisaje se aprende¡±
Desde all¨ª se ve¨ªa la Mujer Muerta y Guadarrama. S¨ª, ah¨ª la ve¨ªa mientras caminaba por la calle Real y la Casa de los Picos, p¨¦trea y solidificada. No hab¨ªa abandonado la monta?a porque ten¨ªa la afici¨®n muy metida en el cuerpo, y ah¨ª estaba Guadarrama, pero al mismo tiempo recorr¨ª toda la provincia en un seiscientos que ten¨ªa. Recuerdo que algunos archivos estaban cerrados casi toda la ma?ana, as¨ª que me dejaban llevarme documentos al hotel. Yo me iba a Valsa¨ªn, me met¨ªa en la floresta y me pon¨ªa all¨ª a trabajar sobre ellos. Y entonces aparec¨ªa un p¨¢jaro, luego una ardilla, un zorro, y al final se acostumbraban a m¨ª, que solo pasaba p¨¢ginas de vez en cuando y no molestaba a nadie.
Usted dice que hay que estar en la monta?a como si no se estuviera, sin molestar. S¨ª, es fundamental no estorbar, no ser agresivo con la naturaleza, no tener esp¨ªritu de conquistador sino de conquistado. El ser humano estorba porque es agresivo. Los p¨¢jaros le temen, los osos, los lobos. Todo teme al hombre, tan indefenso y vulnerable que parece. Hay que tratar de ser hierba.
Su primera c¨¢tedra de geograf¨ªa fue en Canarias. S¨ª, y tiene su explicaci¨®n. Yo estaba de profesor en la Complutense, donde cubr¨ª el escalaf¨®n por completo hasta la oposici¨®n a profesor agregado, que era como a catedr¨¢tico pero sin plaza. Y habitualmente sal¨ªan plazas en Canarias. Antes, en el a?o 1971, hab¨ªa ido a Italia con un amigo ge¨®logo por una erupci¨®n en el Etna. Sacamos un billete y fuimos al instituto de vulcanolog¨ªa de Catania, nos presentamos y nos acogieron muy paternalmente. Fue el aprendizaje sobre volcanes m¨¢s fenomenal que he tenido nunca, porque nosotros ten¨ªamos lecturas, pero no conocimiento de una erupci¨®n viva. En oto?o de ese a?o revent¨® el volc¨¢n del Tenegu¨ªa, en la isla de La Palma, y all¨ª fuimos tambi¨¦n, sabios ya, bendecidos por los italianos. Sali¨® la c¨¢tedra de Canarias y en 1978 me fui all¨ª porque me interesaban los volcanes. Despu¨¦s, en 1982, me fui a la Universidad Aut¨®noma de Madrid, donde hab¨ªa salido una c¨¢tedra de geograf¨ªa f¨ªsica en la que estaban mis viejos compa?eros de la Complutense, el mundo de Ter¨¢n.
?Cu¨¢l fue su primera gran monta?a fuera de Europa? Aunque hab¨ªa viajado antes por Francia y conoc¨ªa los Alpes, no hab¨ªa subido el Mont Blanc por el mal tiempo. Mi primera gran monta?a fue en los Andes peruanos, la cumbre del Chopicalqui [6.354 metros de altitud], en el macizo del Huascar¨¢n, uno de los m¨¢s altos de Am¨¦rica, en la cordillera Blanca. Un alumno, Pedro Nicol¨¢s, me invit¨® a escalarlo. Dije que s¨ª, naturalmente, y pude ir gracias a una ayuda del Instituto de Cultura Hisp¨¢nica. Era el a?o setenta y poco. A partir de ah¨ª hice con ese grupo una o dos expediciones al a?o.?
?Por qu¨¦ las monta?as? ?Qu¨¦ hay ah¨ª que no est¨¦ en otros sitios? Las monta?as tienen monta?as. Paisajes sublimes, hielo, cielos tormentosos, bosques ingentes, r¨ªos, lagos, soledad. Requieren una entrega total para ofrecerse, y las compensaciones an¨ªmicas, personales, son enormes. Adem¨¢s, para el cient¨ªfico, la geograf¨ªa en las monta?as est¨¢ escrita con letras may¨²sculas. En los p¨¢ramos de la Alcarria, por ejemplo, hay una geograf¨ªa estupenda, pero son letras min¨²sculas.
?El paisaje es cultura? S¨ª, el paisaje es el territorio m¨¢s su imagen cultural, m¨¢s la figuraci¨®n que t¨² a?ades, el imaginario que le sumas. Por eso he escrito La monta?a y el arte. En Espa?a fue la generaci¨®n del 98 la que nos ense?¨® a mirar el paisaje. Sin ellos no ser¨ªamos lo mismo. Si vas a Soria sin Machado, no te enteras de nada. Vas con Machado y eres otro, aprendes a desvelar cosas que est¨¢n ocultas en la materia, a despertarlas, como dec¨ªa Hermann Hesse. A trav¨¦s de la cultura aprendes a mirar el paisaje.
?Sabemos mirarlo? La gente no mira el paisaje, mira la pantalla del ordenador, el tel¨¦fono m¨®vil. Hace no mucho iba en tren a Oviedo y solo mi mujer y yo mir¨¢bamos por las ventanillas. La gente va o matando marcianitos o hablando con fulanito por tel¨¦fono. Estamos absorbidos por el mundo virtual, que ha sustituido al real. La mirada se educa, el paisaje se aprende, hay que ense?arlo. En Francia, por ejemplo, existe una asignatura del paisaje. Se trata de un conocimiento que un europeo debe tener.
Y lo cuidamos poco. Nada, muy poco. En Espa?a se cuidan fundamentalmente dos cosas, los monumentos y los espacios naturales protegidos, con instituciones que m¨¢s o menos los amparan. Pero para el paisaje no hay nada. En Francia lo hay, la Loi Paysage de 1993; en Inglaterra, en Alemania¡, pero aqu¨ª no hay nada que lo proteja.
?La sociedad civil debe desempe?ar un papel? ?Usted lo hace? S¨ª, claro. Lo hago en la medida que puedo. Me he involucrado en la defensa de Guadarrama y en muchos sitios m¨¢s. Mi vida ha estado llena de l¨ªos en ese sentido. Lo aprend¨ª en la ¨¦poca de Franco, cuando hab¨ªa que oponerse a la dictadura y no pod¨ªamos pensar que las cosas pasar¨ªan solas. Todo ciudadano debe involucrarse en la vida p¨²blica para que las cosas vayan a mejor, o al menos hacia donde honestamente t¨² crees que es mejor.
?C¨®mo ha evolucionado Guadarrama como parque nacional? Bien, muy bien. Antes ten¨ªa una protecci¨®n muy limitada y ahora, aunque siempre se puede hacer mejor, est¨¢ protegido. Yo he ganado tranquilidad porque veo unas normas que impiden que se hagan las barbaridades que se iban a hacer. Aunque barbaridades hay todos los d¨ªas. Ahora se han inventado las bicis el¨¦ctricas que suben por la monta?a sin esfuerzo, y esto es muy agresivo. Habr¨¢ que regularlo.
Usted sostiene que a Espa?a le falta el romanticismo de la monta?a. Desde el punto de vista cultural, la monta?a ha tenido producci¨®n en todas las artes en Europa y en Am¨¦rica. Aqu¨ª ha habido un vac¨ªo enorme hasta ya muy avanzado el siglo XIX. ?Qu¨¦ tiene B¨¦cquer de las monta?as? Muy poco. Coges a Larra, al que quiero y admiro much¨ªsimo, y ves que le llevan un d¨ªa de cacer¨ªa y dice: ¡°Voy a pintar la creaci¨®n¡±. Y es divertid¨ªsimo, pero es un horror. Todo son pulgas, chinches, molestias, fr¨ªo¡ Es un art¨ªculo magistral, pero te das cuenta de que para ellos la naturaleza era incomodidad, peligro. El romanticismo en Espa?a es el de Luis Candelas, de bandoleros, o el de Don Juan Tenorio, de capa y espada. En Espa?a no hay un Victor Hugo, no hay un Senancour, un Musset¡ Y sobre los pintores se puede decir lo mismo. Entonces, ?qu¨¦ hay que hacer? Recuperarlo. Si el monta?ismo cae exclusivamente en lo deportivo y abandona lo cultural, pierde su esencia.
Por eso este libro, La monta?a y el arte. Este libro cierra un c¨ªrculo. En todo lo que he escrito como ge¨®grafo me faltaba a?adir la imagen cultural al paisaje, concretamente el arte, la mirada cultural sobre la monta?a. Desde siempre he tenido la afici¨®n de buscar literatura, pintura y m¨²sica de monta?a, y pens¨¦ que hab¨ªa que sistematizarlo. Hice un guion, que luego me fui saltando, y le di un argumento cuya unidad de acci¨®n es la monta?a; el tiempo, a partir del siglo XIX; y el lugar, Europa. En total han salido 1.200 nombres en el ¨ªndice onom¨¢stico, una barbaridad.
El m¨¢s citado de los espa?oles es Unamuno. ?Es el gran escritor espa?ol de la monta?a? Es el que absorbe esa cultura rom¨¢ntica y la transforma y la entrega en Espa?a a la cultura de la monta?a. Es autor de prosa y poes¨ªa de monta?a de alt¨ªsimo nivel.
?A qu¨¦ autores de las monta?as de su coraz¨®n vuelve siempre? En los Pirineos vuelvo al Conde Russell; en el Guadarrama, a Machado; y en el Teide, que tiene pocos autores, regreso a cient¨ªficos como Humboldt. En m¨²sica, a Liszt, a Wagner, y actualmente a Vangelis, aunque no es lo mismo. En pintura, a Aureliano de Beruete entre los espa?oles y al ingl¨¦s Turner, que fue el pintor que meti¨® las monta?as dentro del gran arte.?
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