Las excluidas del sinhogarismo
Las mujeres sin hogar son las grandes olvidadas de un sistema de ayudas excluyente y patriarcal
Hoy es el D¨ªa de las Personas Sin Hogar y desde Asociaci¨®n Realidades queremos contarles la historia de Julia. Hace 58 a?os naci¨® en una familia con muy pocos recursos y desde los 16 ha trabajado, pero sin cotizar. Al morir su madre hace unos a?os lo perdi¨® todo: su ¨²nica familia, el alquiler de renta antigua y la pensi¨®n de viudedad con la que malviv¨ªan las dos. Julia se qued¨® sin nada. Accedi¨® a varios recursos para personas sin hogar, pero le resultaban espacios muy violentos y ten¨ªa miedo. En cuanto comenz¨® a recibir una prestaci¨®n econ¨®mica para personas en situaci¨®n de exclusi¨®n social prefiri¨® pagarse un alquiler en una casa compartida con otras 5 personas y recoger comida en bancos de alimentos para poder comer todo el mes.
Accedi¨® a un programa de b¨²squeda activa de empleo, pero con sus a?os, su escasa formaci¨®n y su experiencia laboral, las esperanzas de encontrar un trabajo son casi inexistentes. Conoci¨® a ?ngel, tambi¨¦n una persona sin hogar que bebe y la pega. Le daba miedo, pero le daba m¨¢s miedo la calle, la nada, la soledad.
La historia de Julia, que seguro que no le es ajena a nadie, es real aunque su nombre es ficticio. Sin embargo, estos d¨ªas en los que el sinhogarismo estar¨¢ m¨¢s presente, en el imaginario colectivo el perfil de quienes se encuentran en esta situaci¨®n ser¨¢ el de un hombre, no el de una mujer. Las mujeres sin hogar est¨¢n totalmente olvidadas y por eso hoy hablamos de Julia.
El sinhogarismo tiene muchas caras y, aunque la m¨¢s visible es la que se manifiesta en la v¨ªa p¨²blica donde hay una gran presencia masculina, es un problema social que afecta a muchas mujeres. El sinhogarismo femenino normalmente se da en otras situaciones de exclusi¨®n residencial diferentes de vivir en la calle. Para una mujer, en la calle o los albergues se multiplica el riesgo de sufrir alg¨²n tipo de agresi¨®n sexual o de violencia machista, como le pas¨® a Julia.
Los recursos para personas sin hogar est¨¢n en general pensados para hombres y son muy pocos los programas adaptados a mujeres. Como ocurre con muchas otras realidades, el sinhogarismo se ha estudiado, explicado e intervenido desde una visi¨®n androc¨¦ntrica y patriarcal, sin tener en cuenta las necesidades ni las estrategias de vivienda de las mujeres que se encuentran en una situaci¨®n de exclusi¨®n social extrema.
Sin ir m¨¢s lejos, los recuentos que reflejan el n¨²mero de personas que se encuentran sin hogar se suelen hacer contabilizando solamente el n¨²mero de personas que est¨¢n en situaci¨®n de calle o en albergues de la red de atenci¨®n, casos en los que la mayor¨ªa son hombres. Quedan fuera de ese recuento muchas las personas que viven otras manifestaciones del sinhogarismo. Es la pescadilla que se muerde la cola: como las mujeres apenas salen en las estad¨ªsticas, no se incorpora la perspectiva de g¨¦nero y como no se incorpora la perspectiva de g¨¦nero a la hora de contabilizar, las mujeres no salen en las estad¨ªsticas. Seg¨²n el recuento del Ayuntamiento de Madrid en 2016, de 2.059 personas sin hogar, el 11 % eran mujeres. El porcentaje es a¨²n m¨¢s bajo en el recuento del Ayuntamiento de Barcelona de este a?o: de 1.026 personas solo 107 son mujeres (el 10 %).
Sin embargo, cuando se tienen en cuenta todas las realidades del sinhogarismo, las cifras cambian. Seg¨²n un reciente informe del Instituto Vasco de la Mujer, en el Pa¨ªs Vasco cerca de 500 mujeres se encuentran sin techo o sin vivienda, es decir, en recursos espec¨ªficos para personas sin hogar, pero m¨¢s de 120.000 mujeres se encuentran con vivienda insegura o inadecuada. Es mucho mayor el n¨²mero de mujeres en estas circunstancias que durmiendo en la calle o en recursos. Y las cifras de mujeres y de hombres son parecidas, aunque en diferentes caras del sinhogarismo.
La brecha salarial, el cierre del mercado laboral para las mujeres, que se nos reduzca a un papel maternal-reproductivo y a la esfera privada del hogar, la cosificaci¨®n sexual y el doble estigma social por ser una mujer y estar sin hogar, entre otros factores, hacen que muchas mujeres mantengan una alta dependencia econ¨®mica de otras personas. Una simple ruptura sentimental o la p¨¦rdida de un familiar pueden suponer la ausencia de recursos econ¨®micos b¨¢sicos. Por este motivo muchas mujeres mantienen relaciones de pareja insatisfactorias, se emparejan simplemente para tener un elemento de protecci¨®n, se prostituyen, intercambian compa?¨ªa o cuidado a cambio de alojamiento, incluso llegan a no denunciar agresiones y violencias machistas, con tal de no terminar en la calle.
Sin duda, ser mujer es un factor a?adido de vulnerabilidad para vivir una situaci¨®n de exclusi¨®n social. Son muchos y muy diversos los factores que hacen que mujeres y hombres vivan esta situaci¨®n, por eso es urgente incorporar la perspectiva g¨¦nero en el sinhogarismo, en todos sus aspectos, desde la intervenci¨®n social hasta en el estudio de esta realidad. Tenemos que romper el c¨ªrculo vicioso de invisibilidad y comenzar a reconocer las realidades de las mujeres sin hogar. Porque lo que no se ve, no existe.
Desde Asociaci¨®n Realidades invitamos a firmar #Haci¨¦ndonosVisibles, esta petici¨®n de las mujeres sin hogar a las Comunidades Aut¨®nomas para incorporar la perspectiva de g¨¦nero a la hora de abordar el sinhogarismo.
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