Reforma agravada: cinco tareas en una
Las Constituciones se defienden reform¨¢ndolas, como hacen todas las democracias avanzadas y maduras
Hace a?os que los congresos de constitucionalistas espa?oles reflejan un estado de opini¨®n largamente favorable a la reforma constitucional. A su oportunidad, a su necesidad. Y, ¨²ltimamente, a su urgencia. Pregunta: si, desde posiciones cient¨ªficas distanciadas entre s¨ª, pueden ponerse de acuerdo tantos especialistas¡ ?por qu¨¦ la pol¨ªtica no? La respuesta: pende, ahora, de la comisi¨®n parlamentaria a iniciativa socialista que arranca a rebufo de una crisis como no hab¨ªamos visto otra. Trabajo tiene por delante, con razones y motivos acumulados de tanto posponer lo inevitable.
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1. Las Constituciones se defienden reform¨¢ndolas. Preservar la utilidad de los pactos de la Transici¨®n y de la Constituci¨®n del 78 ¡ªr¨ªgida y por tanto blindada (arts.167 y 168 CE)¡ª exige, tras 40 a?os, disponerse a retocarla en lo que haya perdido sinton¨ªa con los tiempos. Con altura de miras, luz larga, coraje pol¨ªtico ante retos descomunales: ?c¨®mo revalidar la participaci¨®n y la protecci¨®n social ante la globalizaci¨®n y la digitalizaci¨®n? Eso es exactamente lo que hacen todas las democracias avanzadas y maduras. La de EE UU ha sido modificada en 27 ocasiones. La alemana, en 59 (por cierto, ninguna de las dos, nunca, por refer¨¦ndum). Las Constituciones francesa, italiana o portuguesa (pi¨¦nsese que Portugal transit¨® a la democracia desde una larga dictadura con dificultades parejas a las nuestras) han experimentado enmiendas que no solo no han perjudicado su cr¨¦dito y solidez sino que los han relanzado. Europa nos est¨¢ mirando.
?Acaso los espa?oles de las generaciones vivas no aprenderemos de la historia a reformar de una vez, civilizadamente, nuestra Constituci¨®n conforme a sus propias reglas? Contrariamente, se ha abusado de un fetichismo constitucional que invoca la letra de la ley con la furia del converso, sin hab¨¦rsela le¨ªdo, ignorando sus valores, o trastoc¨¢ndola en martillo con el que estigmatizar a quienes propugnen cambios. Tan contumaz negativa, no ya a acometer reformas sino tan siquiera a hablarlas, ha sido contraproducente frente a las embestidas del populismo y del nacionalismo reaccionario desde un grotesco ¡°antifranquismo¡± ?42 a?os despu¨¦s de la muerte de Franco! Ha prolongado la inercia de la ¡°fragilidad¡± de una ¡°democracia joven¡± que viene envejeciendo mal. Y ha deteriorado, a la postre, la madurez integradora que es capital en la vida de toda Constituci¨®n.
Nuestra arquitectura constitucional muestra a estas alturas 'fatiga de materiales' y urge su restauraci¨®n para su mantenimiento
Duele que en la historia de Espa?a no haya arraigado una cultura y pr¨¢ctica de las reformas de acuerdo con las previsiones vigentes en cada momento. Basta releer a Gald¨®s para abismarse a la evidencia de que cada ¡°nuevo orden¡± se edific¨® sobre la demolici¨®n y los escombros del previo. Y normalmente despu¨¦s de la recurrente disrupci¨®n de asonadas, cuartelazos, pronunciamientos, sublevaciones, ¡°alzamientos¡±, fusilamientos masivos, guerras civiles, golpes una y otra vez, y derramamiento de sangre, llev¨¢ndose por delante a millones de espa?oles hasta avanzado el siglo XX.
Particularmente c¨ªnico ha devenido el desaf¨ªo a que ¡°se diga de una vez qu¨¦ art¨ªculo concreto har¨ªa falta reformar¡±. Sorprende tan refractaria procacidad porque la literatura acad¨¦mica sobre la obsolescencia de una parte del articulado de la CE resulta ya inabarcable. Y porque el compromiso contra¨ªdo con la apertura de ese ciclo no anticipa el resultado: es falso que el consenso preceda a la conversaci¨®n sobre la Constituci¨®n¡ ni en el 78 ni 40 a?os despu¨¦s. Ning¨²n acuerdo es premisa ni precondici¨®n del debate, sino su desembocadura. As¨ª se hizo en los setenta. Y as¨ª deber¨¢ hacerse ahora. Y es cierto: los objetivos preferentes var¨ªan seg¨²n qui¨¦n, y sobre qu¨¦, opine de cada asunto. En funci¨®n de las prioridades, valores y motivaciones de los diferentes actores en una discusi¨®n plural. Pero nuestra arquitectura constitucional muestra a estas alturas fatiga de materiales y urge su restauraci¨®n para su mantenimiento frente a la caricatura insultante de su deslegitimaci¨®n por el populismo dist¨®pico y por el secesionismo. El rebrote virulento de una peyorativa imagen en el exterior ¡ªel independentismo ha invertido mucho en perjudicarla en la UE¡ª acent¨²a la perentoria alerta de la iniciativa.
La comisi¨®n del Congreso habr¨¢ de trabajarse en serio su liderazgo convincente, en un ciclo meditado de negociaci¨®n arriesgada, acuerdo y, solo al final, refer¨¦ndum
2. Ya en 2004 el PSOE concurri¨® a las elecciones generales con cuatro asuntos de reforma que contin¨²an en suspense 14 a?os despu¨¦s: cl¨¢usula UE en la CE; sucesi¨®n de la Corona; autonom¨ªas (identidades, competencias, financiaci¨®n, lealtad, cooperaci¨®n y hechos diferenciales); y, c¨®mo no, la todav¨ªa italianizada (por su cronificaci¨®n) "reforma pendiente del Senado". Desde su Conferencia Pol¨ªtica de 2012, la apuesta socialista incluye, entre otros prop¨®sitos, una "Espa?a federal". El actual T¨ªtulo VIII (que por ninguna parte constitucionaliza ning¨²n ¡°Estado auton¨®mico¡±: solo lo hizo posible), es todo ¨¦l, a estas alturas, cl¨¢usula transitoria. La mayor parte de sus art¨ªculos fueron dispositivos, y luego sobrese¨ªdos por la acumulaci¨®n de posteriores convenciones y por la jurisprudencia del TC ("bloque de constitucionalidad"). Y es que, contra los prejuicios arraigados en Espa?a, ¡°federar¡± nunca es "desunir": al contrario, es pactar la Uni¨®n, y hacerlo en la Constituci¨®n. Garantizando la unidad y voluntad de las partes de vivir juntos (las comunidades aut¨®nomas) y de los ciudadanos aunados en sujeto com¨²n. Y urge federalizar ¡ªen 2018¡ª no solo para Catalu?a: los independentistas solo ser¨¢n superados por una apuesta que acomode su identidad nacional si es lo bastante atractiva y movilizadora como para ganar en las ideas y en los estatutos de ciudadan¨ªa compatibles.
3. Para cortar tanta tela, la comisi¨®n del Congreso habr¨¢ de trabajarse en serio su liderazgo convincente, en un ciclo meditado de negociaci¨®n arriesgada, acuerdo y, solo al final, refer¨¦ndum, tan ambicioso y valiente como exija la respuesta frente a la desafecci¨®n. Su tarea podr¨ªa cumplir cinco objetivos. Todos, simult¨¢neamente, a validar por la v¨ªa agravada del art¨ªculo 168 CE, que exige dos elecciones (las Cortes de la iniciativa, y las de su ratificaci¨®n, por 2/3 de cada una de las C¨¢maras) y aprobaci¨®n en refer¨¦ndum de todos los espa?oles, que actuar¨ªa como instrumento de relegitimaci¨®n intergeneracional y ocasi¨®n de suturar una fractura en Catalu?a cuya enormidad requerir¨¢ tiempo y pol¨ªtica a raudales. Enumero:
a) Hist¨®rico: la reforma agravada cumplir¨ªa la funci¨®n de certificar un acta de maduraci¨®n de la democracia espa?ola, superando un historial traum¨¢tico, acometiendo ?al fin! positivamente una revisi¨®n de la CE por las v¨ªas en ella establecidas. b) Simb¨®lico: reiniciar¨ªa una ¨¦poca reseteando un tablero desgastado por el uso. c) Social: abrir¨ªa cauce al reenganche generacional de las cohortes m¨¢s j¨®venes, en las que la narrativa de la Transici¨®n ha perdido su eficacia. d) Jur¨ªdico: un refer¨¦ndum ser¨ªa la ¨²nica fuente de convalidaci¨®n para el reconocimiento de singularidades expresas dentro de la unidad; lo que es crucial en Catalu?a, cuya ciudadan¨ªa ejercer¨ªa su "derecho a decidir" y su identidad nacional dentro de reglas acordadas, sin romperlas ni violarlas. Y, esperablemente, dar¨ªa respaldo con su voto a una soluci¨®n conjunta que seguir¨ªa siendo Espa?a para otra generaci¨®n. e) Pol¨ªtico: en fin, desatascar¨ªa el nudo de la disputa catalana con una ventana a la esperanza de reparar los destrozos provocados por la Declaraci¨®n Unilateral de Independencia. Y no, insisto otra vez, para ¡°apaciguar¡± a los secesionistas, sino para una nueva convivencia que no sea cruda conllevancia resignada a los embates del nacionalpopulismo.
Juan F. L¨®pez Aguilar es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional y eurodiputado.
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