No, los pobres no se gastan el dinero en m¨®viles
Las transferencias condicionadas de efectivo se han mostrado como uno de los m¨¦todos m¨¢s eficaces de lucha contra la pobreza
¡°La gente miente respecto a sus ingresos para conseguir ayudas econ¨®micas¡±. ¡°Cuando un pobre se acostumbra a vivir de subsidios nunca vuelve a trabajar¡±. ¡°No hay que dar dinero en efectivo a los pobres, porque se lo gastan en bebida o en recargas para el m¨®vil¡±. Hemos o¨ªdo comentarios como estos en infinidad de ocasiones y, sin embargo, se acercan poco a la verdad. Son los mitos de la lucha contra la pobreza, ideas err¨®neamente preconcebidas que empa?an la realidad y ocultan los ¨¦xitos de muchos de estos programas.
Hay numerosas iniciativas destinadas a reducir la pobreza. Los programas de transferencias monetarias condicionadas son una de las f¨®rmulas m¨¢s extendidas. Se aplicaron por primera vez en M¨¦xico y en Brasil hace dos d¨¦cadas y en la actualidad benefician a 136 millones de personas de 17 pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe. Su prop¨®sito es aliviar la situaci¨®n de los m¨¢s desfavorecidos alentando la creaci¨®n de capital humano mediante acciones en salud y educaci¨®n para que las nuevas generaciones se enfrenten a un futuro mejor. Ello se consigue apoyando el consumo de los hogares m¨¢s pobres con la entrega de dinero a, principalmente, las madres de familia para que puedan invertirlo en aquello que m¨¢s necesiten en el momento de recibirlo.
Esta entrega de efectivo da origen a uno de los falsos mitos m¨¢s comunes: que los beneficiarios hacen mal uso del dinero de todos, ya sea comprando recargas para sus tel¨¦fonos m¨®viles o emborrach¨¢ndose, por citar solamente alguna de las teor¨ªas m¨¢s comunes. La realidad es muy distinta: las familias usan el dinero para comprar comida, ¨²tiles escolares o art¨ªculos de primera necesidad.
136 millones de personas de 17 pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe se benefician de las transferencias condicionadas de efectivo
Estos programas no entregan el dinero sin m¨¢s; para ser beneficiario hay que cumplir con una serie de condiciones o responsabilidades. Inicialmente las madres se compromet¨ªan a cumplir con los protocolos de salud, nutrici¨®n y vacunaci¨®n para ni?os en edad preescolar y a garantizar la asistencia de sus hijos a la ense?anza b¨¢sica (hasta noveno grado). A medida que se cumpl¨ªan esos objetivos, las condicionalidades evolucionaron en algunos pa¨ªses para actuar sobre la prevenci¨®n en la salud de adolescentes y adultos, as¨ª como sobre la educaci¨®n media superior. M¨¢s recientemente, algunos pa¨ªses han introducido transferencias dirigidas a fomentar la transici¨®n a la educaci¨®n terciaria.
El compromiso que se adquiere es, adem¨¢s, bidireccional. Uno de los aspectos m¨¢s innovadores de los programas de transferencias condicionadas es el concepto de corresponsabilidad. Si para recibir una ayuda econ¨®mica los ni?os tienen que ir a la escuela o a un centro sanitario, los gobiernos tienen la obligaci¨®n de crear los medios para que eso sea posible dotando de servicios de calidad a las zonas sobre las que se quiere incidir.
Obtener un empleo es la principal estrategia de las familias para salir de la pobreza y, en particular, conseguir un empleo estable. Para que los ni?os de hoy consigan un trabajo cuando sean adultos necesitan m¨¢s educaci¨®n y de mejor calidad. Pero para generar buenos empleos y para que los j¨®venes con mayor preparaci¨®n puedan aprovecharlos, es fundamental el crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs y que dicho crecimiento se concentre en sectores de la econom¨ªa que crean empleo. De esta manera, las pol¨ªticas que estimulan la inversi¨®n, la innovaci¨®n y el crecimiento promueven asimismo la reducci¨®n de la pobreza.
Sin embargo, la lucha contra la pobreza no esta exenta de cr¨ªticas y los mitos contin¨²an. Hay voces que argumentan que estos programas generan dependencia, que los pobres no tienen incentivos para trabajar porque est¨¢n recibiendo un dinero que perder¨ªan si aceptaran alg¨²n empleo. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID), uno de los principales impulsores de este tipo de programas, asegura que ning¨²n estudio realizado al respecto encontr¨® aspectos negativos a corto plazo. De hecho, en el programa colombiano M¨¢s familias en acci¨®n se vio que a largo plazo hab¨ªa aumentado el empleo formal entre las mujeres de ¨¢reas urbanas beneficiarias de ese programa. Por otra parte, el monto de la transferencia, que var¨ªa entre los 20 y los 50 d¨®lares por familia al mes, hace muy poco probable que una persona renuncie a un empleo por no perder esta ayuda.
La entrega de dinero da origen a uno de los falsos mitos m¨¢s comunes: que los beneficiarios lo derrochan. La realidad es muy distinta
Ante las acusaciones de que estos programas est¨¢n politizados y se asignan de forma arbitraria, el Programa de Inclusi¨®n Social Prospera muestra que mientras en M¨¦xico el 60% de los subsidios p¨²blicos a la energ¨ªa benefici¨® al 20% de la poblaci¨®n m¨¢s rica (que es la que m¨¢s electricidad, gasolina o gas consume), s¨®lo el 8% de sus transferencias condicionadas fueron a parar a las clases medias y altas. Los beneficiarios de estos programas se asignan mediante reglas claras y transparentes, establecidas a nivel central y aplicables a todo el territorio sin que medie arbitrariedad por parte de los gobiernos locales. Al mismo tiempo, los programas han invertido en el dise?o de sistemas de gesti¨®n de la informaci¨®n que aumentan la transparencia, permiten hacer un seguimiento y ayudan a controlar el gasto.
Pero tal vez el mito m¨¢s extendido es que estos programas son caros y merman otros tipos de beneficios sociales. En una publicaci¨®n del BID donde se analiza en profundidad el dise?o, la aplicaci¨®n, los resultados y los retos de cara al futuro de las transferencias condicionadas, se asegura que los programas con mayor cobertura en Am¨¦rica Latina y el Caribe han llegado a invertir entre el 0,3% y el 0,4% de su Producto Interior Bruto mientras el gasto promedio en pensiones no contributivas pod¨ªa alcanzar el 0,5% o los subsidios a la energ¨ªa pod¨ªan ser del 0,85% del PIB de la regi¨®n superando el 3% en algunos pa¨ªses.
Pocas iniciativas en la lucha contra la pobreza han generado m¨¢s resultados positivos que los programas de transferencias condicionadas. Y aunque siempre habr¨¢ an¨¦cdotas desafortunadas sobre las que se construyen falsos mitos, los datos y la propia realidad se encargan de desmontarlos.
Nadin Medell¨ªn Almanza es consultora en el departamento de Protecci¨®n Social y Salud del BID.
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