M¨¢s metros cuadrados para la investigaci¨®n polar
Gracias a las nuevas infraestructuras, la exploraci¨®n espa?ola dar¨¢ un salto cualitativo
Los cient¨ªficos espa?oles dispondr¨¢n de nuevas y modernas instalaciones, a la altura de las que disponen en otros lugares de la Ant¨¢rtida los pa¨ªses que lideran la investigaci¨®n polar, como Reino Unido o EE UU.?Durante la presente campa?a ant¨¢rtica, culminar¨¢ la remodelaci¨®n de la Base Ant¨¢rtica Espa?ola (BAE) Juan Carlos I, gestionada por el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas CSIC.?
Los ¨²ltimos preparativos para tener operativos los nuevos m¨®dulos de la base, y que puedan ser ocupados por los cient¨ªficos que recalen en isla Livingston ¨Ctanto en la actual como en pr¨®ximas campa?as¨C, los llevar¨¢n a cabo los t¨¦cnicos de la Unidad de Tecnolog¨ªa Marina (UTM) del CSIC encargados de abrir la base, lo que tendr¨¢ lugar alrededor de A?o Nuevo, d¨ªa arriba, d¨ªa abajo.
El camino que nos ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª ha sido largo, con varios hitos importantes para la ciencia ant¨¢rtica espa?ola. Todo empez¨® en diciembre de 1986, cuando se instal¨® en isla Livingston el primer campamento espa?ol en la Ant¨¢rtida; una tienda de campa?a en la que convivieron unos d¨ªas los cient¨ªficos Josefina Castellv¨ª, Antoni Ballester, Joan Rovira y Agust¨ª Juli¨¤. Su principal cometido fue comprobar la idoneidad de aquel lugar para instalar una base permanente ¨Caunque ocupada s¨®lo durante el verano austral¨C para que nuestro pa¨ªs pudiera llevar a cabo actividad cient¨ªfica en el continente blanco. La BAE Juan Carlos I fue inaugurada en enero de 1988, con los primeros contenedores, que con el paso de los a?os fueron aumentando en n¨²mero y capacidad.
La mayor¨ªa de esas construcciones fueron llegando al final de su vida ¨²til, lo que oblig¨® a pensar en la remodelaci¨®n de la base y en la construcci¨®n de nuevos m¨®dulos, m¨¢s grandes y modernos. Durante la campa?a 2001-2002 ya se vio la necesidad de acometer la modernizaci¨®n. El dise?o de las nuevas instalaciones recay¨® en Hugh Broughton Arquitectos y las obras se iniciaron a finales de 2008. Han sido 10 a?os de trabajo ¨Ccon un largo par¨®n por los recortes que trajo la crisis econ¨®mica¨C y un coste final de 16 millones de euros, aportados casi en su totalidad por el Ministerio de Econom¨ªa, Industria y Competitividad, del que depende el CSIC. La BAE Juan Carlos I es en la actualidad mucho m¨¢s espaciosa y est¨¢ a la ¨²ltima en materiales y equipos, para poder operar con normalidad en las duras condiciones polares.
La construcci¨®n de los nuevos m¨®dulos ¨C10 distintos e independientes¨C ha sido un proceso largo y complejo, que ha supuesto importantes retos, tanto log¨ªsticos como medioambientales. Hasta isla Livingston se han tenido que transportar 900 toneladas de materiales y se han tenido que acometer las obras velando en todo momento por impactar lo menos posible en el medio natural; compromiso obligado en cualquier actividad llevada a cabo en la Ant¨¢rtida.
De los menos de 200 metros cuadrados?que ten¨ªa la antigua ¨¢rea de habitabilidad, donde aparte del comedor se dispon¨ªa de 10 camas, se pasa a tener un edificio formado por tres m¨®dulos agrupados en forma de Y. El edificio tiene una superficie total de 2.000 metros cuadros, de los que 600?constituyen la zona de dormitorios, con medio centenar de camas y una capacidad m¨¢xima para otras tantas personas. La zona de habitabilidad la completan la sala de estar-comedor, cocina, comunicaciones y los espacios comunes, al margen de los laboratorios, que en toda la base suponen 600 metros cuadrados. Gracias a las nuevas infraestructuras, la investigaci¨®n polar espa?ola dar¨¢ un salto cualitativo, cuyos resultados iremos viendo en los pr¨®ximos a?os.
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