La secesi¨®n no es una pol¨ªtica social
Defender que la independencia de Catalu?a servir¨ªa para aumentar el gasto p¨²blico en el estado de bienestar es una fantas¨ªa
Hacer de Catalu?a un pa¨ªs m¨¢s justo e igualitario en el que todo el mundo tenga acceso a las mismas oportunidades es algo que defienden todos los partidos. El debate durante esta campa?a electoral ha girado, m¨¢s que sobre los fines, sobre qu¨¦ pol¨ªticas p¨²blicas quieren los partidos aplicar para conseguir estos objetivos.
Por supuesto, no estamos hablando de una campa?a electoral normal. Por un lado, tenemos una serie de partidos que quieren defender estos valores utilizando medidas m¨¢s o menos acertadas pero b¨¢sicamente convencionales, l¨¦ase subir impuestos, reorganizar departamentos o cambiar leyes. Por otro, tenemos otras formaciones que parecen dar la secesi¨®n como receta ¨²nica para conseguir estos objetivos. En palabras del propio Puigdemont, ¡°la independencia es la mejor pol¨ªtica de bienestar que podemos hacer.¡±
Catalu?a es una regi¨®n rica. Como tal, tiene un n¨²mero por encima de la media espa?ola de contribuyentes con altos ingresos, y tambi¨¦n tiene un n¨²mero por debajo de la media de residentes que viven cerca de la pobreza. En un pa¨ªs con un sistema fiscal progresivo, los contribuyentes con m¨¢s recursos necesariamente van a aportar m¨¢s dinero a las arcas p¨²blicas, algo que hace que Catalu?a, en agregado, pague m¨¢s impuestos. En un pa¨ªs con un estado de bienestar desarrollado, los residentes con rentas m¨¢s bajas reciben m¨¢s servicios. Catalu?a, con menos pobres, recibir¨¢ menos transferencias y ayudas directas por este motivo.
Esto es perfectamente habitual en cualquier Estado democr¨¢tico moderno, sea centralizado o no; es la base de todos los sistemas fiscales y asistenciales modernos. El argumento de los independentistas es que, en caso de secesi¨®n, todo el dinero recaudado ahora para la multitud de contribuyentes ricos en Catalu?a ser¨ªa destinado autom¨¢ticamente a dar mucho mejores servicios p¨²blicos a los que menos tienen en la regi¨®n.
Este supuesto, me temo, es bastante discutible. Para empezar, el nivel real de transferencias fiscales desde Catalu?a hacia el resto de Espa?a es much¨ªsimo menor que los 16.000 millones habitualmente mencionado por los independentistas. Catalu?a representa el 16% de la poblaci¨®n espa?ola, y recibe entre un 13 y un 15% del gasto p¨²blico total, seg¨²n el m¨¦todo empleado para hacer el c¨¢lculo. Un informe de la misma Generalitat del a?o 2015 limitaba el d¨¦ficit fiscal real a alrededor de los 2.500 millones, atendiendo el coste de estructuras de Estado como hacienda, defensa, exteriores y administraci¨®n general. Un c¨¢lculo m¨¢s realista de Albert Carreras, alto cargo de la Generalitat bajo Mas, limitar¨ªa el ¡°beneficio¡± real a 428 millones anuales.
Sin embargo, aun partiendo de la idea de que los r¨¦ditos de la secesi¨®n se cifraran en miles de millones anuales y no en unos pocos cientos, creer que este dinero ser¨ªa utilizado para financiar mejores servicios p¨²blicos requiere un salto de fe considerable. Sabemos, en un dato que se repite en los sondeos, que el apoyo a la secesi¨®n es mayor entre los votantes con mayores ingresos familiares. Tambi¨¦n sabemos que este apoyo es mucho mayor entre aquellos que no tienen problemas para llegar a fin de mes y tienen empleo estable, es decir, gente que no utiliza habitualmente el estado de bienestar. Es poco probable que un gobierno de una hipot¨¦tica mayor¨ªa independentista dedicara los r¨¦ditos de la secesi¨®n a redistribuir riqueza, m¨¢s que nada porque sus votantes mayoritariamente no estar¨ªan a favor de hacerlo.
Por a?adido, quedar¨ªa la cuesti¨®n identitaria. Las sociedades con fuertes divisiones culturales, ¨¦tnicas o raciales tienden a tener estados de bienestar menos redistributivos, ya que las transferencias fiscales se asocian como ayudas a grupos que ¡°no lo merecen¡±. En Catalu?a existe una fuerte correlaci¨®n entre nivel de renta y n¨²mero de abuelos catalanes; el apoyo a la secesi¨®n entre los votantes con padres o abuelos no nacidos en Catalu?a es considerablemente menor. Es dif¨ªcil creer que una sociedad tan fuertemente dividida como la Catalu?a post-secesi¨®n fuera capaz de generar un consenso redistributivo fuerte, especialmente cuando la misma ciudadan¨ªa de una parte importante de la poblaci¨®n ser¨ªa motivo de debate.
Defender que la independencia de Catalu?a servir¨ªa para aumentar el gasto p¨²blico en el estado de bienestar, por tanto, es una fantas¨ªa. Ni los n¨²meros cuadran, ni la promesa de que la pol¨ªtica del nuevo Estado vaya a ser favorable a ello es demasiado cre¨ªble.
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