Estas mujeres han mejorado la salud en las chabolas de India
Asha, Haseena y Leela cuidan de los m¨¢s pobres de la ciudad sagrada de Varanasi, con especial atenci¨®n a las embarazadas y madres recientes
Cada atardecer, turistas y peregrinos acuden a las ceremonias que se celebran en los ghats m¨¢s famosos de Varanasi, ciudad sagrada de la India, a orillas del Ganges. Las grandes escalinatas que conducen al r¨ªo se llenan de curiosos y devotos y, junto a ellos, se arremolinan vendedores de flores y velas. Las ofrendas a la diosa Ganga se suceden. Otros, en cambio, deciden dar un paseo en barca y acercarse a contemplar los rituales hinduistas de cremaci¨®n. Las diminutas tiendas de recuerdos comparten espacio con las que se ofrecen a lavar, planchar y remendar la ropa del visitante por unas cuantas rupias. Las indicaciones con grandes flechas pintadas en las paredes a hostales y peque?os restaurantes ayudan a moverse entre las callejuelas a los m¨¢s despistados.
A tan solo varios kil¨®metros del bullicio tur¨ªstico se encuentra el barrio de Sigra. Entre casas unifamiliares y edificios de no m¨¢s de dos plantas, numerosos vecinos han construido su hogar con pl¨¢sticos, trozos de lona, madera y todo aquello que pueda servir para mantener en pie las peque?as viviendas. Los terrenos sin edificar ¡ªprivados o de propiedad gubernamental¡ª sirven como improvisados solares para la construcci¨®n de las infraviviendas. En Varanasi se levantan unos 277 slums (barrios de chabolas) en los que vive m¨¢s del 25% de la poblaci¨®n.
La casa de Asha Bibi es humilde, pero muy coqueta. Tiene una alfombra que cubre todo el suelo de la entrada, y grandes telas de colores vivos rodean la estancia. En unos pocos metros cuadrados vive con su marido y sus cuatro hijos. Como ella, la mayor¨ªa de las familias con las que trabaja la ONG Semilla para el Cambio proceden de las zonas rurales de Bengala Occidental y se vieron obligados a abandonar sus hogares, algunas desde hace varias d¨¦cadas, debido a las sequ¨ªas, las malas cosechas y la falta de oportunidades. Muchos trabajan en la recolecci¨®n de material reciclable como papel, pl¨¢stico o chatarra y otros en la conduccio?n de rickshaws.
Cuando Asha empez¨® a aprender a leer y escribir hace tres a?os? ¡ªel 80% de las mujeres de los slums son analfabetas¡ª quiz¨¢s no podr¨ªa imaginar lo que el futuro le deparar¨ªa. Ahora trabaja en los talleres de pintura de pa?uelos de seda y artesan¨ªa. Y adem¨¢s, junto a Haseena, Leela y Tuhimina, ejerce como promotora de salud entre las chabolas de Sigra. Se ha convertido en un pilar fundamental para su comunidad.
El peque?o televisor que corona la pared principal de su casa es una herramienta m¨¢s para las formaciones semanales que imparte a sus vecinas. ¡°Anoche estuvimos viendo un programa en la cadena gubernamental sobre la lactancia materna¡±, comenta Asha. Ella se encarg¨® de traducir del hindi al bengal¨ª a las otras mam¨¢s lactantes lo que iba narrando el programa y junto a Ratika Tewari, la coordinadora del proyecto, aprovecharon para explicar los beneficios que le aporta al beb¨¦ la leche materna.
Estas mujeres son aut¨¦nticas l¨ªderes. De car¨¢cter fuerte, son a las que escuchan en su comunidad
¡°Estas mujeres son aut¨¦nticas l¨ªderes. De car¨¢cter fuerte, son a las que escuchan en su comunidad. Sus vecinas conf¨ªan en ellas cuando les dicen lo importantes que son las revisiones peri¨®dicas durante el embarazo, el parto y posparto, as¨ª como los h¨¢bitos de higiene b¨¢sicos o la vacunaci¨®n¡±, explica Andrea Forcada, responsable de comunicaci¨®n de la Semilla para el cambio.
En el centro que esta ONG tiene en el barrio de Sigra, Hassena y Leela revisan junto a Ratika y la doctora Vandana Shrivastva las historias cl¨ªnicas que las promotoras recogen en los libros de registro en su vecindario. Ellas van haciendo un seguimiento de las embarazadas: su estado de salud, enfermedades previas y las posibles complicaciones que pudieran surgir en el d¨ªa a d¨ªa. La doctora Shrivastva, que trabaja en un hospital gubernamental como ginec¨®loga, las visita una vez al mes para realizar las revisiones peri¨®dicas. Controla si la posici¨®n del beb¨¦ es la correcta y si el peso y la estatura del feto son los adecuados dependiendo de la semana de gestaci¨®n.
¡°Las mujeres de aqu¨ª est¨¢n muy malnutridas, viven en condiciones de insalubridad y con unas carencias vitam¨ªnicas muy fuertes. Tienen a sus hijos muy j¨®venes y sus ¨®rganos no est¨¢n a¨²n bien formados. Otras pasan por seis embarazos o m¨¢s. Y, por supuesto, todo esto afecta al feto. Por eso les damos ¨¢cido f¨®lico, hierro, vitaminas, y calcio. Gracias a esto, los ni?os nacen en mejores condiciones¡±, comenta la doctora, se?alando encima de su escritorio algunos de los envases. ¡°Si un beb¨¦ nace sano y sigue as¨ª en sus primeros mil d¨ªas de vida, es dif¨ªcil que padezca malnutrici¨®n. Si, adem¨¢s, a los tres a?os ese ni?o est¨¢ sano, puede pasar hambre, pero ya no tendr¨¢ ese grado de desnutrici¨®n¡±, a?ade Forcada.
Gracias a las revisiones y los tratamientos, los abortos naturales y el nacimiento de prematuros han descendido y la mortalidad infantil se ha reducido. ¡°Cuanto m¨¢s tratamos a las mujeres, menos posibilidades tienen ellas de tener anemia, malnutrici¨®n y otras complicaciones. No es f¨¢cil, pero hay que convencerlas de que vengan cada mes a las revisiones, porque es bueno para ellas y para los peque?os¡±, dice la doctora Shrivastva.
La tasa de fertilidad de los suburbios es de tres hijos por mujer. En 2010, la cifra ascend¨ªa a 5,6
Hace tan solo tres a?os todas las mujeres daban a luz en casa, con el riesgo de infecciones, dolencias y complicaciones en el parto que eso produc¨ªa. Gracias a las tareas de sensibilizaci¨®n de las promotoras y de todo el equipo, de los 30 partos que atendieron en 2016, todos fueron con atenci¨®n hospitalaria. ¡°Ahora podemos ir a los hospitales a acompa?ar a las mujeres cuando van a dar a luz y adem¨¢s firmar con nuestro nombre, en vez de con la huella dactilar. Ahora sabemos leer los carteles y rellenar los documentos¡±, comenta Haseena orgullosa. ¡°Adem¨¢s, siempre les hablo a las mujeres de que no es bueno para su salud tener tantos hijos. A los hombres no les importa si nos quedamos embarazadas una y otra vez, as¨ª que tenemos que ser nosotras las que estemos concienciadas¡±, a?ade convencida.
La planificaci¨®n familiar es un pilar fundamental del proyecto. Una vez al mes, Ratika se encarga de las formaciones para que las promotoras conozcan los m¨¦todos anticonceptivos a su alcance y puedan traslad¨¢rselo a las mujeres de su comunidad. Actualmente, la tasa de fertilidad de los slums es de tres hijos por mujer ¡ªseg¨²n datos elaborados por la ONG¡ª. En 2010, la cifra ascend¨ªa a 5,6. "Con los hombres es mucho m¨¢s complicado abordar estos aspectos porque ellos no quieren usar preservativo", reconoce Ratika entre risas.
Asha, Haseena y Leela se muestran orgullosas de sus avances y de su contribuci¨®n a la comunidad. ¡°Todo el mundo quiere tener una buena vida y educaci¨®n para sus hijos. Nosotras estamos satisfechas de que puedan tener una vida mejor que la nuestra¡±, coinciden las tres.
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