No como carne y nunca he comido carne porque nac¨ª vegano
As¨ª es crecer sintiendo repulsi¨®n hacia este alimento en un mundo dominado y regido por los carn¨ªvoros

No como carne, nunca he comido carne. S¨¦ que tengo pinta de haberme comido algunos chuletones, pero no es as¨ª, y os voy a contar c¨®mo ha sido criarse teniendo asco a la carne en un mundo carn¨ªvoro. Tranquilos omn¨ªvoros que no quiero convenceros de que no com¨¢is carne y no voy a cambiar el mundo. Os voy a contar una serie de historias pasadas y an¨¦cdotas, pero no de forma traum¨¢tica, s¨¦ que poca broma con el tema de la comida pero esto es, como dir¨ªan en cualquier programa, del coraz¨®n: "Mi verdad".
Seguramente, al leer el titulo ya habr¨¢ gente que est¨¦ deseando ver un fallo para decir "pues las patatas est¨¢n hechas con grasa animal..." o "las gominolas est¨¢n hechas con tu¨¦tano...". Cuando no comes carne parece que todo el mundo te odia y buscan una pega para decirte: "Eres igual que nosotros, eres d¨¦bil y no puedes vivir sin matar animales". En fin, empecemos con las historias. No recuerdo haber comido carne, excepto las grasas animales de las patatas fritas y los tu¨¦tanos de las gominolas. Mi madre me contaba que desde peque?o escup¨ªa el jam¨®n cocido, ese primer contacto que tienes de peque?o con la carne. Y, por otro lado, me pillaron bebiendo detergente con aroma a pino, parece ser que siempre he tirado por lo verde. Yo, obviamente, no lo recuerdo. El ni?o que no quiere comer carne, que escupe y vomita y que para el que cada hora de la comida es un disgusto... Me pas¨¦ la infancia entre m¨¦dicos, hab¨ªa salido rarito y hab¨ªa que "arreglarme".
"Ya era mayor y no pod¨ªa comer carne si no era en pur¨¦. Morder, oler o solo tocar un simple filete me hacia y me hace vomitar y marearme"
Iba mucho a la pediatra. No ten¨ªa problemas de salud y un aliento excelente olor a pino, pero el drama diario de "qu¨¦ le damos de comer" era preocupante. Ya era mayor y no pod¨ªa comer carne si no era en pur¨¦. Morder, oler o solo tocar un simple filete me hacia y me hace vomitar y marearme. Llev¨¢bamos mi rareza en secreto, era cosa privada, pero hab¨ªa ocasiones en las que era imposible escapar: las bodas, bautizos y comuniones. Era demasiado peque?o para no ir a las bodas y quedarme solo en casa, as¨ª que all¨ª que nos plant¨¢bamos toda la familia y llegaba la fat¨ªdica hora de comer.
Eran los 90, la era de aberraciones gastron¨®micas como el mel¨®n con jam¨®n. Nunca he comido jam¨®n, es una pierna, y no me gusta el mel¨®n porque es una fruta que suda. Pero com¨ªa con much¨ªsimo asco las partes de mel¨®n que no hab¨ªan tocado el jam¨®n, con una habilidad para realizar una disecci¨®n de la fruta casi quir¨²rgica. Prueba casi superada, cuando llegaba lo peor: los langostinos. Esos bichos que huelen a orina y que como no tienen p¨¢rpados te siguen mirando incluso de muertos. Ten¨ªa que disimular, ni yo entend¨ªa por qu¨¦ a todos les gustaban tanto y yo no pod¨ªa ni tocarlos, pero por presi¨®n social me pon¨ªa a pelarlos, y a llenar el plato de trozos de cuerpo de langostino que no dejaban de rezumar ese liquido con olor a uretra. Evidentemente no me com¨ªa ni uno, solo fing¨ªa, se puede decir que com¨ªa langostinos en playback. Jam¨¢s he probado uno.
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Y tras una gran actuaci¨®n, no hab¨ªa lugar para fingir: "?Cordero o emperador?". No quer¨ªa ver un filete en mi plato. Mientras los mayores explican a los camareros que el ni?o no quiere comer carne porque esta en una etapa rarita (etapa de 33 a?os). Entonces siempre me ofrec¨ªan el men¨² infantil, que como sab¨¦is consiste en: lo mismo pero rebozado y en filetes. Y all¨ª me plantaban el mismo filete (creo que fue el mismo en todas las bodas) desmenuzado, refrito y envuelto en pan rallado. Adem¨¢s de servirme carne, tenia millones de calor¨ªas vac¨ªas. Evidentemente, el plato quedaba intacto y yo hu¨ªa de la mesa para robar sorbetes de lim¨®n (ah¨ª aprend¨ª a superar los traumas con una peque?a dosis de alcoholismo).
As¨ª fueron todos los compromisos familiares de la ¨¦poca, comiendo ¨¢tomos de mel¨®n sin jam¨®n y con el playback de los langostinos esperando mi carne rebozada. A veces me dec¨ªan: "No es carne es pollo". Creo que aun hoy hay gente de la que dice : "Soy vegetariano, s¨®lo como carne de pollo". En fin.
Lo ¨²nico animal que com¨ªa eran el San Jacobo y los calamares, estos ¨²ltios porque no sab¨ªa qu¨¦ eran. En la ¨¦poca del Sonic que iba recogiendo anillos, los calamares eran anillos que se cog¨ªan del agua, inertes e inanimados y que como no serv¨ªan para nada pues se fr¨ªen, se comen y punto... Aun recuerdo el d¨ªa en que supe c¨®mo se hac¨ªan los calamares de verdad. Adolfo, mis padres y la se?ora de los congelados Marisa me hab¨ªan estado timando durante a?os. Un drama.
La cosa no remit¨ªa, extra?amente crec¨ªa grandote y sano, no se cu¨¢ntas anal¨ªticas me hac¨ªan al a?o en busca de problemas, pero parece ser que la grasa animal que tuvieran Matutano, Panrico y Tosfrit estaba llena de prote¨ªnas. De hecho ten¨ªa el hierro siempre algo alto. Aunque mi salud era normal, yo segu¨ªa temiendo la hora de la comida y causando disgustos, no lo pod¨ªa controlar y encima era un ni?o demasiado reservado (que, parad¨®jicamente, cuenta todo esto aqu¨ª ahora). As¨ª que fuimos a un psic¨®logo. Adolfo se llamaba, dec¨ªa que hab¨ªa que hacer que la comida fuera algo divertido, que es una teor¨ªa que suena estupenda pero no supimos llevar a la pr¨¢ctica.
Para que la carne me divirtiese, me plantaron delante aquel error humano y gen¨¦tico que era la Mortadela de Mickey. Recuerdo decenas de mickeys deformados en lonchas en un plato, sonrientes, rosas y sudorosas que, evidentemente, no pod¨ªa ni mirar. ?C¨®mo quieres que me coma a mi ¨ªdolo? Yo lloraba viendo a Mickey en pedazos. Aun hoy no consigo entender si aquello era la propia carne de Mickey que estaba hecho de fibra ¨®ptica o qu¨¦. En serio, no entiendo c¨®mo met¨ªan la cara de Mickey en la mortadela.
"Aunque mi salud era normal yo segu¨ªa temiendo la hora de la comida y causando disgustos, no lo pod¨ªa controlar y encima era un ni?o demasiado reservado (que parad¨®jicamente cuenta todo esto aqu¨ª ahora)"
Tras el primer fracaso de Adolfo intentaron algo mas chocante. Yo recuerdo que iba a casa del psic¨®logo a colorear animales que me imprim¨ªa en aquellas impresoras antiguas que sacaban dibujos en c¨®digo ASCII. ?l me met¨ªa presi¨®n con lo que ten¨ªa que comer en la Comuni¨®n, que todos me iban a estar mirando y realmente me asustaba la idea. Pero, adem¨¢s de rarito, era un rebelde porque ni con el miedo esc¨¦nico iba a conseguir que me comiese a Mickey.
Al salir cada d¨ªa de la consulta, me recog¨ªan mis padres. Yo les ense?aba mi animal ASCII del d¨ªa bien orgulloso. Y mi madre, la pobre con esperanzas, me dec¨ªa: "Ah, que bonito... ma?ana comemos cocido...". Y yo: "Es m¨² bonito, me lo ha hecho Adolfo y no voy a comer cocido en la vida". Qu¨¦ pena mis padres haciendo un test cada d¨ªa a ver si ya sal¨ªa "arreglado". Esa es la faena de todo esto, la guerra que les he dado siempre, sin saber por qu¨¦. Pero uno de esos d¨ªas sal¨ª con mi dibujo y mis colores y no hab¨ªa nadie en el sal¨®n, apareci¨® la mujer de Adolfo y me dijo: "Tus padres no est¨¢n, te quedas con nosotros...". Fue temporal y nada ilegal ni oscuro. "Cambiar al ni?o de ambiente" a Adolfo le pareci¨® buena y me qued¨¦ a vivir en la casa del psic¨®logo unos d¨ªas. Aun pienso lo que le costar¨ªa a mis padres eso, mi madre era la mujer que no te dejaba de ni?o cruzar la carretera sin supervisi¨®n, casi hasta que ya pod¨ªas conducir un coche por ella...
Pero bueno, sin dramas, all¨ª estaba yo con mis siete a?itos, mis gafas, mis coloretes y mi boquita de ni?o raro cerrada pensando para qu¨¦ ten¨ªa Adolfo una tele si siempre estaba apagada. As¨ª que solo recuerdo decir: "?Puedo ver la tele?". Y que Adolfo dijera amablemente: "Despu¨¦s de que cenemos todos" . Fuimos a la cocina, y me pusieron un filete de pollo. Pollo que aunque los camareros de las bodas y los veganos por un d¨ªa no lo saben es carne. Pollo con patatas fritas, muy de dieta mediterr¨¢nea tampoco era Adolfo... Cog¨ª el tenedor y aguant¨¦ las ganas de vomitar mirando por la ventana.
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La mujer de Adolfo era rubia, con el pelo rizado. Mi mente ha transformado mi recuerdo en que ella era Esther Arroyo, as¨ª la recuerdo. Era muy amable, en exceso, la cl¨¢sica t¨ªa que te llama "amor", "mi vida" y "cari?o" y no sabes si te quiere tanto de verdad o es que no recuerda tu nombre... Esther Arroyo me dec¨ªa: "Pru¨¦balo mi vida". Y Adolfo segu¨ªa: "Mira coges el cuchillo as¨ª...". Creo que no entend¨ªan muy bien que el mecanismo lo conoc¨ªa, pero que no iba a llevarlo a la pr¨¢ctica de ning¨²n modo.
No s¨¦ cu¨¢nto tiempo pas¨®, pero era el suficiente para que Esther Arroyo y Adolfo ya hubieran hecho la digesti¨®n, con sus platos limpios en la mesa y comi¨¦ndose las miguitas del pan. Y el m¨ªo intacto... Solo s¨¦ que hab¨ªa pasado el suficiente tiempo para que ya no fuera "su vida" ni "cari?o", ya simplemente me llamaban por mi nombre. Me dijeron que en 10 minutos se levantaban los platos y que ya no podr¨ªa comer hasta el d¨ªa siguiente, no entend¨ªan que eso era precisamente lo que yo quer¨ªa y solo dije otra vez: "?Y ahora ver¨¦ la tele?". Me quitaron el plato ya sin sonrisas y fuimos al sal¨®n, los tres, con la tele apagada como castigo.
Seguramente les revent¨¦ la noche, ten¨ªan m¨¢s ganas de ver la tele que yo, nadie se compra una tele tan grande si no quiere verla. Como est¨¢bamos castigados nos limit¨¢bamos a buscar en silencio formas en el gotel¨¦ de las paredes, como quien ve formas en las nubes, pero en dom¨¦stico.
Al d¨ªa siguiente misma mec¨¢nica. Para desayunar me pusieron delante un filete mas tieso y tirante que mi relaci¨®n con la Esther Arroyo falsa y evidentemente se volvieron a cansar de verme esperar... Adolfo se fue a pasar consulta a otros ni?os raros y ella se qued¨® conmigo, yo no dec¨ªa ni una palabra porque ella no tenia impresora de animales ASCII y cada vez que dec¨ªa algo me quer¨ªa liar para plantarme el filete delante.... Lleg¨® la hora de la comida, el filete estaba ya m¨¢s duro que el propio plato y les pareci¨® buena idea ponerme a cocinar algo nuevo y menos tieso, o a intentarlo...
Sacaron de la bolsa espaguetis (guay) y los iban a mezclar con carne picada (no guay). Ah¨ª estaba yo poniendo unos espaguetis, que sab¨ªa que jam¨¢s me iba a comer, en el agua hirviendo y aguantando las ganas de decirle a Esther: "?Cuando pongas la carne sabes que no ver¨¢s la tele tampoco ho?" Dicho y hecho, fue caer la carne en mi plato y creo que todos ¨¦ramos conscientes de que no iba a haber tele...
"Sacaron de la bolsa espaguetis (guay) y los iban a mezclar con carne picada (no guay). Ah¨ª estaba yo poniendo unos espaguetis, que sab¨ªa que jam¨¢s me iba a comer en el agua hirviendo"
Tras otro ameno rato de mirar fijamente el gotel¨¦, recuerdo que empec¨¦ a llorar... Quer¨ªa ver a mis padres, a mis hermanos y a los Trotamusicos que lo petaban en la ¨¦poca. Y creo que Adolfo y Esther quer¨ªan tambi¨¦n ver los Trotamusicos porque no insistieron mucho m¨¢s la verdad. Al poco rato aparecieron mis padres y la escena fue como si hubiera salido el primer expulsado de Gran Hermano, esa exageraci¨®n de sentimientos que piensas "a ver, que te has ido una semana, hay veces que te has ido por ah¨ª un viernes y has tardado mas en volver a casa". Al fin todo volv¨ªa a la normalidad, volv¨ªa a casa tras mis aproximadamente 20 interminables horas sin tele y, claro, segu¨ªa sin comer carne.
Y as¨ª segu¨ª y ya hace 25 a?os de esto, espero que Esther Arroyo haya podido ver su tele y que tenga una aun m¨¢s grande por las molestias que caus¨¦, no me puedo enrollar mucho m¨¢s porque esto no es mi autobiograf¨ªa, esto es solo la infancia, la parte mas complicada de mi vida y en la que caus¨¦ mas problemas era otra ¨¦poca y se sab¨ªan menos cosas, mi salud no era mala pero entiendo lo preocupante que era mi caso: ?imposibilidad o simple tonter¨ªa?
Ni yo mismo lo he sabido muy bien, pero ahora hay algo de luz, es una caso especial y se conocen algunos m¨¢s, ni?os que no quieren comer, ver ni oler la carne, parece que es un tema de integraci¨®n sensorial, que os sonar¨¢ a chino pero resumiendo: ?sab¨¦is la diferencia utilizar un preservativo o no? Es como no tener nunca cond¨®n puesto en los sentidos tacto y el gusto, un tipo de hipersensibilidad.
Pocas bromas con el asunto de la comida y los trastornos alimenticios, en este caso posiblemente sensorial cuento mi historia con co?as y gracias precisamente porque es m¨ªa y es personal. Todo esto ha sido un trauma y un secreto durante muchos a?os, si t¨² no entiendes lo que te pasa no esperas que el resto de el mundo lo entienda, ojal¨¢ no haber tenido ninguna historia de este tipo que contar, porque significar¨ªa que no he sido el quebradero de cabeza de mis padres. Pero simplemente... as¨ª fue.
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