Un acosador en Australia: ¡°Lo siento, ten¨ªa que hacerlo. Tienes el mejor culo¡±
Ninguna acci¨®n es inevitable, y mucho menos un motivo o una excusa para cometer un delito. Cualquier hombre puede controlar sus palabras y sus manos
Jesse Ratu sali¨® a pasear el pasado domingo, temprano. A las 07.30 ya estaba volviendo a casa, un apartamento del barrio financiero de Gold Coast, una ciudad al este de Australia. Mientras sacaba la llave, a pocos metros de la puerta de entrada, un hombre comenz¨® caminar detr¨¢s, persigui¨¦ndola hasta el portero autom¨¢tico. Ella lo vio reflejado en la cristalera, se puso nerviosa y, al darse la vuelta, ¨¦l le sonri¨®. Ratu se gir¨®, ignor¨¢ndolo. Fue entonces cuando el hombre decidi¨® darle cinco palmadas en el culo, sin perder la sonrisa, como si en vez de agredirla sexualmente, le hubiese preguntado la hora.
Ella le pidi¨® que no la tocara. ?l contest¨®: ¡°Lo siento, ten¨ªa que hacerlo. Tienes el mejor culo¡±. Ratu se lo cont¨® a su pareja, y despu¨¦s a la polic¨ªa, que es quien difundi¨® hace unos d¨ªas el v¨ªdeo de la agresi¨®n, seg¨²n la mujer, de 24 a?os, cont¨® al medio australiano Mamamia. Si hoy tuviese la oportunidad de sentarse frente a ¨¦l, le preguntar¨ªa qu¨¦ le hizo pensar que ten¨ªa derecho a tocarla sin permiso. La respuesta es f¨¢cil: nada. Esto, tipificado como abuso sexual por el art¨ªculo 181 del C¨®digo Penal, es una de esas conductas todav¨ªa normalizadas en ciertos ¨¢mbitos, aunque cada vez menos habituales.
Por actitudes vejatorias como esta, en la que un hombre se acerca a tocar a una mujer sin ning¨²n tipo de inquietud, ni verg¨¹enza, ni extra?eza, es por las que hay que seguir insistiendo, por todos los canales posibles y todas las veces que sea necesario, en dos ideas. La primera, vital, b¨¢sica, obvia: la ¨²nica due?a del cuerpo de una mujer es la mujer misma. La segunda, tambi¨¦n evidente, es que el hombre es consciente, y por lo tanto responsable, de sus actos.
Hace unos d¨ªas, la Junta de Andaluc¨ªa lanz¨® una campa?a contra el acoso callejero bajo el lema No seas animal; una iniciativa que incide en esa perspectiva masculina del impulso sexual, el deseo irracional y la inevitabilidad. Ninguna acci¨®n es inevitable, y mucho menos un motivo o una excusa para cometer un delito. Cualquier hombre puede controlar sus palabras y sus manos.
El descaro y la superioridad con las que se cometen acciones como esta, en p¨²blico, cada d¨ªa, en cualquier lugar del mundo, aumentan la sensaci¨®n de inseguridad y son el reflejo de una sociedad que sigue sin tener del todo claro que la violencia no es solo f¨ªsica, que el cuerpo femenino no es carne al peso y que el tiempo en el que las mujeres eran propiedad del mejor postor ya pas¨®.
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