La revoluci¨®n de la mirada
Cada vez m¨¢s mujeres expresan la ira acumulada ante el abuso de poder por los hombres
La revoluci¨®n de las mujeres, dentro de la cual se enmarca el movimiento #MeToo, es tambi¨¦n una revoluci¨®n de la mirada. Implica ponerse unas gafas nuevas y mirar el mundo, incluido el arte, de otra manera. Muchos son los que se han escandalizado de que el Museo de Manchester retirara temporalmente la obra Hilas y las ninfas, de John William Waterhouse, de su colecci¨®n permanente. Algunos consideran que implica censurar el pasado, otros alegan que se trata de un gesto publicitario que banaliza el movimiento #MeToo. De acuerdo con la directora del museo, el objetivo de la retirada temporal era abrir una conversaci¨®n sobre c¨®mo se presentan e interpretan las obras de arte en los museos. Desde luego, si el fin era abrir una conversaci¨®n, el museo lo ha conseguido. Tambi¨¦n existe una controvertida petici¨®n para retirar la obra Teresa so?ando, del artista franco-polaco Balthus, del Metropolitan Museum de Nueva York. La petici¨®n plantea que la obra es una incitaci¨®n a la pedofilia, dada la postura marcadamente erotizada de la joven preadolescente representada en el cuadro.
Las revoluciones siempre producen excesos, si no, no ser¨ªan revoluciones. En el caso de la revoluci¨®n de las mujeres, nos hallamos en un momento de gran efervescencia en el que cada vez m¨¢s mujeres (y algunos hombres) expresan y visibilizan la ira y la indignaci¨®n acumuladas durante generaciones ante el abuso sistem¨¢tico de poder por parte de muchos varones, frecuentemente en el plano sexual; incluso, tras la supuesta liberaci¨®n y la incorporaci¨®n femenina al mundo laboral y p¨²blico hace ya m¨¢s de medio siglo. Lo hacen a trav¨¦s de enunciados y actos que para una parte de la sociedad pueden parecer excesivos. Pero son precisamente estos excesos los que llaman la atenci¨®n y obligan a la sociedad en su conjunto a cuestionarse realidades que antes ve¨ªa normales. La vanguardia de la revoluci¨®n feminista nos presta unas gafas nuevas con las que mirar el mundo y ver cosas que antes no ve¨ªamos.
Hoy nos parece aceptable que se censure, por ejemplo, una campa?a publicitaria con menores semidesnudas o en posturas de connotaci¨®n sexual. Desde esta perspectiva, es leg¨ªtimo preguntarse ?por qu¨¦ se iba a ser m¨¢s tolerante con el arte que se expone p¨²blicamente en los museos? Se podr¨ªa argumentar que ni la intenci¨®n (seducir y vender) ni el impacto de la publicidad son comparables a los del arte, especialmente aquel que se halla recluido en los museos. Pero, ?justifica ello que no hagamos nada respecto de obras como la de Waterhouse o Balthus? Tras el revuelo ocasionado por el Museo de Manchester es probable que no las veamos de la misma manera y que nos resulte dif¨ªcil plantarnos frente a ellas en compa?¨ªa de nuestra hija, sobrina o nieta como si nada. ?Quiere esto decir que hay que retirarlas de los museos de manera permanente? Probablemente, no. La censura y la iconoclasia son dif¨ªciles de defender en sociedades abiertas y plurales. Quiz¨¢ la mejor respuesta ante una expresi¨®n art¨ªstica de connotaciones que la sociedad en un determinado momento considera inaceptables es contextualizarla cr¨ªticamente. La obra permanece, pero su interpretaci¨®n se enriquece y sirve, en este caso, para cuestionar el predominio de una determinada mirada que tiende a sexualizar a las mujeres y a las ni?as. Una mirada que tiene, y ha tenido, consecuencias sociales indeseables.
Son los 'excesos' los que llaman la atenci¨®n y obligan a la sociedad en su conjunto a cuestionarse realidades que antes ve¨ªa normales
Las revoluciones siempre producen una reacci¨®n social. Si nadie reaccionara a sus supuestos excesos, querr¨ªa decir que no est¨¢ logrando aquello que toda revoluci¨®n pretende: remover los cimientos de la sociedad. En este caso, removerlos con el fin de reconstruir un paradigma social, pol¨ªtico y cultural basado en la igualdad de g¨¦nero en un sentido m¨¢s profundo. Esto implica abrir m¨²ltiples conversaciones sobre lo que significa ser mujer y ser hombre en cuanto sujetos sexuados y objeto de nuestras respectivas miradas. Conversaciones complejas, a menudo, inc¨®modas, punzantes. En este sentido, las reacciones cr¨ªticas a iniciativas como la del Museo de Manchester ¡ªpor no decir las que se producen en reacci¨®n al #MeToo¡ª, incluso las m¨¢s viscerales, forman parte del proceso de cambio y deben ser bienvenidas. Al mismo tiempo, el objetivo de la revoluci¨®n de las mujeres deber¨ªa ser ir afinando el debate ¡ªir graduando esas gafas que nos presta el feminismo para mirar el mundo¡ª sin dejarse aplastar, en ning¨²n caso y nuevamente, por la fuerza y la virulencia de las reacciones que suscita.
Olivia Mu?oz-Rojas es doctora en Sociolog¨ªa por la London School of Economics e investigadora independiente. Su blog es www.oliviamunozrojasblog.com
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