Ruanda se reconcilia
Numerosas iniciativas para el di¨¢logo y la reconciliaci¨®n nacen por todo el pa¨ªs

Ruanda es tristemente recordada por el genocidio de 1994, en el que murieron unas 800.000 personas a manos de sus paisanos y vecinos. Antes y despu¨¦s del genocidio hubo tambi¨¦n matanzas, de una y otra parte, de una y otra etnia, lo que suma casi un mill¨®n de muertos a causa del conflicto.
Es dif¨ªcil de entender que se pueda construir algo a partir de una historia as¨ª. Es dif¨ªcil de entender que un pa¨ªs pueda volver a funcionar con normalidad, que los vecinos que una vez fueron enemigos y que se agredieron tan brutalmente vuelvan a ser otra vez simplemente vecinos y convivan paseando por las mismas calles, asistiendo a los mismos actos religiosos, estudiando en los mismos centros escolares. Pero es lo que est¨¢n consiguiendo en Ruanda, volver a convivir en paz, aprendiendo de su pasado y con un mantra que se repite a lo largo y ancho de este peque?o pa¨ªs: 'Genocide never again'.
Lo que est¨¢n haciendo los ruandeses desde hace m¨¢s de 20 a?os es mucho m¨¢s que aprender a soportarse; es mucho m¨¢s que tolerar la existencia del otro; es mucho m¨¢s que mantener una paz endeble mediante el silencio o la represi¨®n del resentimiento, el odio o el rencor. En Ruanda la palabra reconciliaci¨®n tiene un significado muy profundo, no es solo volver a relacionarse, es volver a relacionarse desde la verdad, la justicia, el perd¨®n y el contacto, ingredientes b¨¢sicos de la verdadera reconciliaci¨®n. Especialmente en las zonas rurales, encontramos ejemplos admirables de la grandeza de la que el coraz¨®n humano es capaz.
En los ¨²ltimos 15 a?os se han multiplicado las iniciativas para la reconciliaci¨®n por todo el pa¨ªs y nacidas en todos los ¨¢mbitos de la sociedad. Algunas en las iglesias locales ruandesas, como el Musaka Program, iniciado en 2009 por el padre Ubald Rugirangoga, o como las nacidas alrededor del S¨ªnodo de 2009: '?frica al servicio de la reconciliaci¨®n, la justicia y la paz'. Otras impulsadas por el Gobierno, como la Comisi¨®n Nacional para la Unidad y la Reconciliaci¨®n, creada en 1999, y otras por asociaciones laicas fruto de la movilizaci¨®n civil, como la Hyppolite for Peace Foundation o la Asociaci¨®n Modeste et Innocent (AMI).
La AMI naci¨® en 2007 en la ciudad de Butare, testigo de m¨¢s del 20 % de los asesinatos durante el genocidio. Esta organizaci¨®n trabaja en colaboraci¨®n con los gobiernos locales para identificar y abordar situaciones de conflicto no resuelto entre hutus y tutsis. Bajo la filosof¨ªa ubuntu, crean el ambiente de seguridad necesario para que grupos de v¨ªctimas y agresores accedan al encuentro y al di¨¢logo honesto. En primer lugar, re¨²nen en grupos separados a exprisioneros y a supervivientes, para que en cada grupo reflexionen sobre la filosof¨ªa ubuntu y decidan los valores que desean que gobiernen sus vidas. A continuaci¨®n, cada grupo escribe las acusaciones que dirigir¨ªa al otro grupo, se intercambian las acusaciones y se elaboran en cada grupo intentado entender la perspectiva del otro. En tercer lugar, se produce el encuentro entre grupos, el di¨¢logo, la escucha, la rehumanizaci¨®n del otro, las disculpas y el perd¨®n. Por ¨²ltimo, todos se comprometen con el grupo en seguirse apoyando en el camino de la reconciliaci¨®n, iniciando una actividad econ¨®mica conjunta que les lleva a mantener el contacto en un ambiente de colaboraci¨®n y confianza.
Este es solo un ejemplo de las muchas iniciativas de reconciliaci¨®n de este peque?o gran pa¨ªs. Por uno u otro camino, el resultado es el mismo: la verdad, la justicia, el perd¨®n o el contacto. De una u otra manera, en las peque?as comunidades la gente se sent¨® a hablar, a contarse unos a otros lo que pas¨®, lo que vieron, lo que hicieron, lo que sufrieron; se dej¨® espacio a la verdad. Despu¨¦s hicieron justicia, hubo prisioneros, trabajos comunitarios, compensaciones y reparaciones. Y despu¨¦s de la justicia vino el encuentro, los prisioneros empezaron a salir de la c¨¢rcel y regresar a su casa, a su pueblo, a su comunidad. Entonces, empez¨® el trabajo emocional, encontraron la humanidad del otro, dejaron de tenerse miedo, muchos agresores buscaron perd¨®n y muchas v¨ªctimas lo concedieron. Y, por ¨²ltimo, lleg¨® la colaboraci¨®n, los proyectos conjuntos, las bodas entre familias de distinta etnia. De nuevo la vecindad, de nuevo la comunidad.
'Bienvenida al pa¨ªs de las mil colinas y el mill¨®n de sonrisas', pone en el visado que nos permiti¨® entrar en Ruanda hace unos d¨ªas. Los ruandeses sonr¨ªen, todav¨ªa con el espanto en la memoria, con el horror que a¨²n no han podido despegarse del todo, con el v¨¦rtigo que produce haber mirado al mal a los ojos. No son sonrisas superficiales, no son sonrisas mec¨¢nicas ni fingidas, son el resultado de comprobar que el ser humano es mucho m¨¢s que el dolor que puede provocar y que puede padecer, que el alma humana puede soportar el espanto y el horror, que nuestra capacidad para el bien es siempre mayor, y que reconociendo la humanidad del otro se empieza un aut¨¦ntico camino de grandeza y esperanza.
Mar¨ªa Prieto y ?ngela Ord¨®?ez trabajan en la Universidad Pontificia Comillas.
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