La nueva danza de Jean-Paul Goude
Dise?ador, fot¨®grafo e ilustrador, el autor de algunas im¨¢genes ic¨®nicas en la memoria visual del ¨²ltimo medio siglo vuelve al primer plano como director creativo de la firma Desigual.
COMO EL personaje de un musical, Jean-Paul Goude ha pasado la vida a merced del ritmo. En alas de la danza. El Gene Kelly de la ilustraci¨®n, todo movimientos vigorosos y coloristas, el trazo acrob¨¢tico. El Bob Fosse de la fotograf¨ªa, core¨®grafo experimental y provocador, el jazz hecho imagen. El Danny Kaye del dise?o gr¨¢fico, alarde de m¨²sculo e iron¨ªa, la pegada r¨¢pida y efectiva. Aunque su intenci¨®n, confiesa, nunca haya sido m¨¢s que bailar su existencia como la de un alegre pandillero a lo West Side Story, al margen de lo establecido, invariablemente a su manera. ¡°Solo s¨¦ hacer dos cosas bien: bailar y dibujar. El resto es cero. Nada¡±, repetir¨¢ a lo largo de la conversaci¨®n. Conste que en semejante peripecia vital siempre ha bailado con la m¨¢s guapa: Radiah Frye, Farida Khelfa y Grace Jones, por supuesto. Pero tambi¨¦n Andy Warhol, Harold Hayes, Karl Lagerfeld o Azzedine Ala?a. Ahora le toca a la firma Desigual ser la pareja de baile de Jean-Paul Goude.
¡°No podr¨ªamos ser m¨¢s distintos¡±, afirma con la sonrisa extendida el art¨ªfice de algunas de las im¨¢genes m¨¢s enraizadas en la memoria visual del ¨²ltimo medio siglo. A sus 77 a?os, Goude comparece como director art¨ªstico de la marca barcelonesa, hito catal¨¢n de la moda r¨¢pida levantado por el suizo Thomas Meyer en 1984. El fichaje se anunciaba a bombo y platillo el pasado agosto, para presentarse en sociedad apenas un mes despu¨¦s durante la semana del pr¨ºt-¨¤-porter de Nueva York. Con un Campari en la mano, a Goude, asegura, se le suelta la lengua. ¡°Por eso mi agente prefiere que no beba durante las entrevistas¡±, r¨ªe dirigiendo una mirada traviesa a la aludida. Hay algo de aquel peque?o malin de Saint-Mand¨¦ (peque?o municipio de las afueras de Par¨ªs) que el genio de la imagen se resiste a dejar atr¨¢s. De su encuentro con Meyer, recuerda: ¡°Vino a verme a Par¨ªs y me encontr¨¦ con un hombre encantador, alguien de mi generaci¨®n que me cont¨® c¨®mo se hab¨ªa hecho millonario. Me impresion¨®. Lo que no quita que fuera cr¨ªtico con ¨¦l. Le dije que los anuncios de Desigual que hab¨ªa visto en prensa me parec¨ªan ¡®demasiado fuertes¡¯, que no ten¨ªan nada que ver con mi trabajo. Trataba de ser diplom¨¢tico, por supuesto [r¨ªe socarr¨®n]. No estuve seguro hasta que un d¨ªa, durante una comida, me di cuenta de que compart¨ªamos los mismos s¨®lidos principios y de que, en el fondo, nuestro objetivo era com¨²n: vestir a la gente joven a nuestra manera¡±.
Desigual se encuentra en pleno proceso de reformulaci¨®n. Despu¨¦s de haberse empe?ado en ser ¡°m¨¢s grande¡± (500 de puntos de venta en 100 pa¨ªses, colecciones con m¨¢s de un millar de piezas), ahora prefiere ¡°ser mejor¡±. La compa?¨ªa ¡ªcuyo nombre fue sugerencia, por cierto, de la cineasta Isabel Coixet¡ª quiere posicionar al consumidor en el centro de la experiencia de compra, por lo que est¨¢ ensayando un nuevo modelo de tienda dise?ado en funci¨®n de sus demandas. Cierto que la facturaci¨®n en ventas cay¨® un 7,8% en 2016 (por un valor de 861 millones de euros), pero los beneficios netos lograron crecer hasta un 9% (71 millones) merced al plan de eficacia iniciado hace tres a?os. La irrupci¨®n en esta renovada escena de Jean-Paul Goude hay que entenderla como un muy medi¨¢tico golpe de efecto para ¡°visualizar y dar coherencia conceptual¡± a la imagen de marca, seg¨²n explica Daniel P¨¦rez, director global de comunicaci¨®n de la firma.
¡°Muchas de mis im¨¢genes no podr¨ªa realizarlas hoy¡ Me fastidia bastante esta caza de brujas en la que nos hemos instalado¡±
¡°Para m¨ª, este trabajo ha sido como la cuadratura del c¨ªrculo¡±, concede Goude. Y entonces comienza a relatar una historia que nunca ha trascendido: ¡°Antes de morir mi madre, hace cinco a?os, me revel¨® un secreto familiar. Mi abuelo tuvo una tienda de ropa, algo que mi padre jam¨¢s quiso que supiera. Fue su manera de protegerme de su propio pasado: ¨¦l se hab¨ªa quedado hu¨¦rfano de ni?o y, tras salir del orfanato, tuvo que aprender a buscarse la vida. El caso es que en mi casa no dejaba que se hablara de moda. Mi contacto con ella era a trav¨¦s de los amigos de mi madre, bailarina y core¨®grafa, una pandilla de gais que rivalizaban por ver qui¨¦n vest¨ªa mejor. As¨ª que ahora que estoy dise?ando mi propia colecci¨®n no puedo evitar pensar en mi padre y de sentirlo m¨¢s cerca que nunca¡±. En efecto, por insistencia de Meyer, presidente y consejero delegado de la marca, Goude tambi¨¦n se ha lanzado finalmente a crear una peque?a colecci¨®n, que se vender¨¢ exclusivamente en la boutique insignia barcelonesa de Desigual y en contadas tiendas multimarca internacionales.
Goude fue bailar¨ªn antes que fraile de la imagen. Comenz¨® en Par¨ªs a instancias de su progenitora, aunque lo odiara (¡°Era un chico de los suburbios y reconozco que entonces era un poco hom¨®fobo: los t¨ªos duros, los machos, no bailaban¡±, confiesa). Con todo, en Nueva York estudi¨® ballet con el mism¨ªsimo Robert Joffrey: ¡°Fue ¨¦l quien me dijo que aquello no era para m¨ª, que no pose¨ªa la fortaleza f¨ªsica para dedicarme a la danza profesionalmente. Y ten¨ªa raz¨®n¡±. Consciente de sus propias limitaciones corporales, comenz¨® a proyectar sus fantas¨ªas en cuerpos ajenos, preferiblemente en los de las mujeres de color, por las que sent¨ªa una admiraci¨®n superlativa, primero dibuj¨¢ndolas para revistas como Esquire y Harper¡¯s Bazaar, y m¨¢s tarde por su cuenta y riesgo. ¡°Soy un ilustrador al que le gusta contar historias a trav¨¦s de sus dibujos¡±.
¡°Si Thomas me lo permite, lo que de verdad me gustar¨ªa es desarrollar antes una idea de espect¨¢culo que de moda¡±, dice, abundando en el discurso de una industria cada vez m¨¢s abonada a la cultura del entretenimiento. Dibujar, fotografiar, coreografiar un desfile o una campa?a publicitaria sigue siendo lo que le impulsa desde mediados de la d¨¦cada de los setenta, cuando las poderosas im¨¢genes de sus mujeres de anatom¨ªas alteradas ¡ªun trabajo artesano de corta y pega de negativos fotogr¨¢ficos que a¨²n cultiva¡ª dieron un vuelco a la iconograf¨ªa de la ¨¦poca. Una obra de fuerte carga er¨®tico-sexual y racial que, vista con ojos actuales, le traer¨ªa m¨¢s de un problema: ¡°Por supuesto, soy consciente de que muchas de mis im¨¢genes no podr¨ªa realizarlas ahora mismo. Y lo entiendo¡±. Y refiere, por ejemplo, una instant¨¢nea que aparece en su c¨¦lebre monograf¨ªa Jungle Fever (1983) bajo el t¨ªtulo Arabesco negro, con la que fuera su musa y tormentosa pareja Grace Jones ejecutando un movimiento de danza: ¡°La primera que se lo tom¨® a broma fue ella. ¡®?Ja, una negra haciendo un arabesco!¡¯, exclam¨®. No sabe los quebraderos de cabeza que me ha tra¨ªdo. Me pasa lo mismo con aquella otra imagen de ella desnuda y enjaulada como un animal. ?Pero es que Grace era y es as¨ª de peligrosa, una devoradora de hombres!¡±, afirma de la madre de su primog¨¦nito, Paulo. ¡°En cualquier caso, me fastidia bastante esta especie de caza de brujas en la que nos hemos instalado. Todo es culpa de la maldita correcci¨®n pol¨ªtica¡±.
Dice Jean-Paul Goude que hace tiempo que no ve una buena idea creativa. Como si ¨¦l, que convirti¨® el exagerado trasero de su primera novia famosa, la modelo y actriz afroamericana Toukie Smith, en bandeja para una copa de champ¨¢n, o a Vanessa Paradis en trasunto de Piol¨ªn como gancho de un perfume de Chanel en 1991, las hubiera agotado todas. Y quiz¨¢ tenga raz¨®n. De hecho, al que fuera core¨®grafo del gran desfile urbano para el bicentenario de la Revoluci¨®n Francesa en 1989 (¡°Medio mill¨®n de personas bailando en las calles de Par¨ªs y vestidas por m¨ª, ?no es incre¨ªble?¡±, apunta) le acaban de ¡°robar¡± la ¨²ltima. Se enteraba pocas horas antes de este encuentro, mientras trabajaba en su sesi¨®n por la ma?ana: la flamante campa?a de Benetton, esa con la que su aclamado colega Oliviero Toscani regres¨® a la marca italiana para devolverle al menos el lustre/ruido medi¨¢tico, es una copia de la suya para Desigual. ¡°Me llam¨® hace tres semanas para decirme que iba a publicar un libro y que quer¨ªa que figurara en ¨¦l. Le invit¨¦ a venir a Par¨ªs y no hizo m¨¢s que regalarme los o¨ªdos: que envidiaba el universo tan personal que yo hab¨ªa creado. Me extra?¨® que no tomara ni una nota¡±, explica. ¡°Ahora me doy cuenta: quer¨ªa saber lo que yo estaba haciendo. Es pat¨¦tico, porque ¨¦l es un tipo de mi edad y con el talento de sobra como para necesitar de estas mierdas¡±. En la compa?¨ªa barcelonesa todav¨ªa no saben c¨®mo maniobrar ante tama?o giro de los acontecimientos. Goude lo despacha as¨ª: ¡°Es la confirmaci¨®n de lo que siempre he sostenido: que vales tanto como tu ¨²ltimo trabajo¡±.?
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