Superdotados, el puzle de las altas capacidades
De cada cien personas, dos o tres tienen una mente maravillosa. ?Pero ser superdotado es el para¨ªso o el infierno? Las altas capacidades intelectuales hacen pensar y sentir de otra manera. Y obligan a convivir con el estereotipo y los t¨®picos que provoca el miedo a lo desconocido. Esta es la historia tras las etiquetas.
YA NO BUSCO causas a mi pensamiento desmesurado, ya no me comparo. Conocer mis capacidades era la pieza perdida del puzle y el diagn¨®stico es la tregua con el pasado que me permite reconstruir el presente y disponer de un filtro precioso con el que ver la vida¡±. Es la reflexi¨®n de una joven universitaria de 20 a?os diagnosticada como superdotada que en su pasada crisis emocional lleg¨® a creer que padec¨ªa un trastorno mental.
Dos o tres de cada cien personas piensan y sienten de manera diferente al patr¨®n general. Discurren, aprenden y procesan m¨¢s r¨¢pido. Son mentes excepcionales, capaces de desarrollar una actividad neuronal tan intensa que los neurobi¨®logos han acu?ado la expresi¨®n ¡°cerebro en llamas¡± para describir las im¨¢genes registradas mediante esc¨¢ner que dan cuenta de su rendimiento intelectual. Lo suyo es el pensamiento arb¨®reo: una idea conduce a otra idea y esta a otra creando ramificaciones. Sienten tambi¨¦n de manera distinta porque poseen una elevada sensibilidad emocional que puede hacerles m¨¢s vulnerables. Su h¨¢bitat es un bosque intrincado de ideas y sentimientos, cercado por t¨®picos y estereotipos. Y atacado, a veces, por la animadversi¨®n que suscita la diferencia. Los superdotados huyen de ese estigma y reivindican su personalidad, conscientes de que el cociente de inteligencia (CI) puede ser una trampa, un arma de doble filo. ?Ser superdotado es el para¨ªso o el infierno, una fortuna o una maldici¨®n, motivo de regocijo o de desgracia? ?Y qu¨¦ es la inteligencia?
¡°Miraba a mi hijo y sent¨ªa como si tuviera delante a dos personas: una era el adulto a quien se le pod¨ªa hablar de cualquier cosa; la otra, el ni?o que en realidad era y que no comprend¨ªa ciertas actitudes propias de las debilidades humanas. ?Y yo nunca pod¨ªa saber con cu¨¢l de las dos personas iba a hablar!¡±. Es la impresi¨®n m¨¢s v¨ªvida que Montserrat Mart¨ª Sol, barcelonesa de 53 a?os, conserva de la ni?ez de su hijo, Jaume.
El 60% de los ni?os llamados ¡°superdotados¡± pueden estar abocados al fracaso escolar
En la infancia de las personas con altas capacidades intelectuales, el ni?o y el adulto cohabitan en el mismo ser en una simbiosis singular. Su alto grado de desarrollo mental ¡ªtres, cuatro, cinco a?os superior al que les corresponder¨ªa por su edad¡ª se asienta en un fondo emocional tan infantil y vulnerable como el de sus compa?eros, si no m¨¢s. Bajo su aparente desgana escolar, que les lleva en muchos casos a ser diagnosticados err¨®neamente con un trastorno de d¨¦ficit de atenci¨®n (TDA), late en ellos un desbordante entusiasmo por el conocimiento, una desmesurada pasi¨®n por las palabras y una querencia obsesiva por los n¨²meros. Textos y ecuaciones, problemas y enigmas desfilan incesantemente a gran velocidad por sus bien engrasadas autopistas mentales sin que el sue?o pueda actuar siempre de eficaz interruptor.
El incremento sostenido del cociente medio de inteligencia, registrado a lo largo del siglo XX gracias a la mejora nutricional y tecnol¨®gica, ha empezado a detenerse en los pa¨ªses m¨¢s desarrollados. Mientras tanto, se intensifica la b¨²squeda global de talentos con que hacer frente a los nuevos retos de la humanidad. Aunque los porcentajes var¨ªan en funci¨®n de los criterios aplicados, es un hecho que al menos el 2,28% de la poblaci¨®n mundial est¨¢ capacitada para alcanzar los 130 puntos en los test de inteligencia, la l¨ªnea establecida convencionalmente a partir de la cual se declara la superdotaci¨®n intelectual. El n¨²mero de alumnos de estas caracter¨ªsticas detectado en Espa?a en el curso 2015-2016 ascendi¨® ¨²nicamente a 23.745. Se calcula que solo en la ense?anza no universitaria existen otros 180.000 no identificados y, en consecuencia, privados de las ayudas escolares previstas para ellos. El 60% de los ni?os llamados ¡°superdotados¡± puede estar abocado al fracaso escolar. Talento que no se cultiva ni identifica correctamente, talento que corre riesgo de malograrse. ?Es la falta de aprovechamiento del ingente caudal de inteligencia que se pierde por los sumideros de la desinformaci¨®n, la inercia y la rigidez estructural del sistema educativo lo que explica la pobre representaci¨®n de los alumnos espa?oles clasificados como ¡°excelentes¡± en los informes PISA?
Muchos alumnos con altas capacidades optan por mimetizarse en el paisaje escolar convencional para librarse del sambenito de raro y no desatar rechazo. Hay que olvidarse del arrollador chico listo triunfador l¨ªder de la clase. Y fijarse m¨¢s bien en aquella alumna despistada, habitualmente abstra¨ªda en sus pensamientos, que no puede dejar de discutirle al profesor aquello que no le parece razonable. Observe tambi¨¦n a ese otro chico que est¨¢ solo en un rinc¨®n del patio mientras los dem¨¢s corretean tras la pelota. O al ni?o que cuenta los peces de la pecera y construye su propio mundo de objetos. Los que se autoproclaman sobresalientes y dicen que sacaban muy buenas notas contribuyen al error que lleva a la gran mayor¨ªa de profesores a identificar err¨®neamente como superdotados a alumnos que manifiestan buen rendimiento escolar. Hay de todo en el muestrario de los superdotados ilustres o glamurosos declarados: Stephen Hawking, Steve Jobs, Bill Gates, Bobby Fischer, Gary Kasp¨¢rov, Marilyn vos Savant, Arnold Schwarzenegger, Geena Davis, Paris Hilton, Shakira, Nicole Kidman, Sharon Stone, Quentin Tarantino¡ Pero lo que no resulta extra?o es que el estudiante de altas capacidades sea visto como el tonto, por despistado, de la clase.
¡°Yo ve¨ªa a mis compa?eros de clase como brutos gritones. Y ellos, a su vez, me ve¨ªan diferente¡±
Lea V¨¦lez, 47 a?os, madre de Michael (10) y Richard (8), tiene en casa sendas muestras del cambio brusco de personalidad que experimentan muchos estudiantes con altas capacidades. Es la prueba de c¨®mo ni?os comunicativos, din¨¢micos y felices en casa se transforman en estudiantes pasivos, retra¨ªdos e infelices en el colegio. ¡°Los mismos que en casa no se callan ni debajo del agua y no paran de hacer preguntas y observaciones dif¨ªciles e ingeniosas enmudecen en clase porque se aburren mortalmente¡±. Guionista y escritora, V¨¦lez sostiene que el sistema no sabe muy bien qu¨¦ hacer con los superdotados pese a que, sobre el papel, se ofrece la posibilidad de ampliarles o enriquecerles el temario, a?adirles dos asignaturas e, incluso, pasarles de curso. ¡°Nuestros m¨¦todos educativos est¨¢n basados en la reiteraci¨®n, cuando, precisamente, estos ni?os, que tienen su fuerte en las ¨¢reas intelectual y verbal, abominan de la repetici¨®n y la rutina¡±, prosigue V¨¦lez. ¡°Los profes los consideran vagos, pero ?c¨®mo no se van a aburrir de conjugar el verbo croar si ya a los cinco a?os me ped¨ªan que les indicara las partes del o¨ªdo, me preguntaban de qu¨¦ estaba hecha la lengua por dentro y me explicaban que los cables son la venas de la electricidad? F¨ªjese, cuando ten¨ªa ocho a?os, Michael me plante¨® la siguiente cuesti¨®n: ¡®Mam¨¢, ?por qu¨¦ los astrof¨ªsicos creen que el origen del universo fue el Big Bang? Si es el inicio de todo, ?cu¨¢l es el detonante? ?C¨®mo puede una explosi¨®n ser el origen de todo sin detonante?¡¯. A m¨ª me han ense?ado a fascinarme por cuestiones de f¨ªsica, qu¨ªmica y astronom¨ªa. Aprendo mucho con ellos¡±.
A juicio de esta escritora, la alternativa pasa por mejorar la formaci¨®n del profesorado y aumentar las clases extraordinarias de enriquecimiento escolar. ¡°El mismo ni?o que a grito pelado se aferraba a la barandilla porque no quer¨ªa ir al cole, se levantaba, se vest¨ªa ¨¦l solo y me esperaba impaciente junto al coche para que le llevara al curso de enriquecimiento de f¨ªsica y qu¨ªmica¡±, dice V¨¦lez. ¡°Y al rev¨¦s: uno de mis hijos ha tenido soriasis y ataques de asma ante la proximidad de una de esas pruebas tediosas que tanto les horrorizan. Ver el ejercicio y empezar a rascarse por el cuerpo es todo uno¡±. Los estudios de la asociaci¨®n internacional de superdotados Mensa confirman una prevalencia mayor de las enfermedades asociadas al estr¨¦s y la ansiedad entre las personas con alto cociente intelectual.
Muchos superdotados han pasado por la escuela, la vida social y el trabajo sin problema alguno. M¨¢s bien, bendecidos por sus capacidades: su potencia de aprendizaje, su creatividad, facilidad para los idiomas o las matem¨¢ticas. Pero otros conocen bien, por experiencia propia, el acoso escolar. ¡°Yo era el pitagor¨ªn que no ca¨ªa bien a nadie, tampoco a los profes, dada mi tendencia a hacerles preguntas inc¨®modas¡±, dice Jos¨¦ Beltr¨¢n-Escavy, doctorado en Rob¨®tica por la Universidad de Tokio y examinador en la Oficina Europea de Patentes de La Haya. ¡°Con 14 a?os, un grupo de alumnos me colg¨® del cuello con la cuerda de una persiana y les falt¨® poco para haberme matado. Me qued¨® una marca morada en el cuello durante tres semanas. A los 21 a?os, entr¨¦ en la asociaci¨®n Mensa. Probablemente, eso me salv¨® de convertirme en un amargado insoportable y solitario¡±.
¡ª?Qu¨¦ le ha aportado tener un alto CI?
¡°Hay quienes no manifiestan su condici¨®n de superdotados ni siquiera a sus parejas¡±
¡ªUna capacidad de sintetizar muy grande que me permite retener informaci¨®n y encontrar conexiones entre datos separados. Tambi¨¦n una memoria bastante buena y facilidad para los idiomas: aprend¨ª catal¨¢n en 15 d¨ªas, japon¨¦s en 6 meses, alem¨¢n b¨¢sico en 2 meses y rumano en 6 d¨ªas. A cambio, tengo una ligera discalculia (dislexia para los n¨²meros). Para cualquier c¨¢lculo matem¨¢tico necesito tirar de l¨¢piz y papel, o de calculadora.
¡ª?El CI ha contribuido a su felicidad?
¡ªEn conjunto, supongo que s¨ª. Si me hubieran hecho esta pregunta a los 14, mi respuesta habr¨ªa sido diferente.
Muchos superdotados no han olvidado la percepci¨®n de ajenidad que les produjo el primer encuentro con sus compa?eros de clase. ¡°Yo los ve¨ªa como unos brutos gritones y ellos, a su vez, me ve¨ªan a m¨ª diferente¡±, recuerda Ram¨®n Campayo, 52 a?os, natural de Albacete, campe¨®n del mundo de memoria en nueve ocasiones. ¡°Me mantuve en mi mundo, en un rinc¨®n, sin amigos. Supe que ten¨ªa que tratarme a m¨ª mismo con cari?o y aprend¨ª a aceptar que siempre habr¨¢ personas a las que les caer¨¢s mal¡±. Con m¨¢s de 190 de CI, este hombre puede leer 2.500 palabras por minuto y memorizar 124 n¨²meros en cuatro segundos. Dice que la t¨¦cnica y el ejercicio memor¨ªstico pueden m¨¢s que las capacidades innatas. Y a?ade que, cuando compite, el voltaje de su actividad neuronal se le dispara hasta los 42 grados de temperatura. En una ocasi¨®n tuvo que ir al m¨¦dico porque su cabeza estaba a punto de estallar con ¡°la fiebre de la inteligencia¡±.
La maldici¨®n de la inteligencia es el t¨ªtulo del libro en el que la psic¨®loga cl¨ªnica Carmen Sanz Chac¨®n aborda los problemas que conducen, seg¨²n ella, al fracaso personal y profesional a la mayor parte de las personas superdotadas. En Demasiado inteligente para ser feliz, la psicoterapeuta francesa Jeanne Siaud-Facchin sostiene que las altas capacidades conllevan fragilidad emocional y sufrimiento asociado a la sensaci¨®n de inadaptaci¨®n permanente y grandes dificultades para seleccionar, gestionar y organizar la ingente informaci¨®n que re¨²nen. Algunos expertos han detectado de manera inequ¨ªvoca en los superdotados un dolor existencial intr¨ªnseco. Les atribuyen un particular compromiso con la justicia, la verdad y la solidaridad/empat¨ªa hacia quienes sufren. Cabr¨ªa a?adir una acusada sensaci¨®n de incomprensi¨®n permanente y la necesidad de salir de la soledad y de buscar al ¡°otro¡± entre sus pares, preferentemente. De ah¨ª que sean tan frecuentes las parejas formadas por personas con altas capacidades.
¡°No est¨¢ probado que la inteligencia y las altas capacidades supongan mayor tolerancia¡±
¡°La superdotaci¨®n es una forma de ser, pensar y sentir distinta, pero por s¨ª misma no impide alcanzar la felicidad¡±, indica Maite Garnica, pedagoga y autora del libro ?C¨®mo reconocer a un ni?o superdotado? ¡°Las caracter¨ªsticas cualitativas emocionales se manifiestan como diferentes a la mayor parte de la gente¡±, prosigue Garnica. ¡°Tiende a cuestionar su val¨ªa, posee una baja tolerancia a la frustraci¨®n, es altamente susceptible, soporta mal los motes y resulta v¨ªctima de un af¨¢n perfeccionista que conduce a la insatisfacci¨®n¡±. Establecido que cada superdotado posee un perfil diferente, esta pedagoga detecta en esos ni?os individualismo derivado de la falta de intereses compartidos con sus compa?eros y de su gran capacidad de comprensi¨®n de los conceptos abstractos, adem¨¢s de una curiosidad temprana por las cuestiones filos¨®fico-religiosas trascendentales. Disponen, igualmente, de un elaborado sentido del humor y una percepci¨®n sensorial de la vista, el o¨ªdo, el olfato, el gusto y el tacto m¨¢s acusada de lo normal. La precocidad y la memoria ser¨ªan indicativos de un alto CI, aunque no marcadores definitivos. El mismo CI es visto cada vez m¨¢s como una referencia mejorable, de contornos difusos. ?Qu¨¦ pasa con los que obtienen 129 puntos en lugar de los 130 establecidos? ?Acaso la distancia entre estos ¨²ltimos y los que superan los 160 puntos no es mayor que la que existe entre los ¡°raspados¡± y el resto que, en el 70% de los casos, se sit¨²a en la banda entre 87 y 114 puntos?
Atendiendo a su experiencia, Garnica subraya la necesidad de combinar la inteligencia intelectual con las t¨¦cnicas de ¡°inteligencia emocional¡± que permiten conocerse mejor, gestionar las emociones y desarrollar la empat¨ªa y la asertividad hacia los dem¨¢s, de forma que la tendencia al fracaso que se observa en muchas personas con alto CI se transforme en ¨¦xito personal y social, en bienestar an¨ªmico. ¡°Si el superdotado no aprende a controlar y a poner consciencia sobre sus pensamientos, son estos los que dominan su mente, sus emociones y su vida¡±. Como directora del madrile?o Centro Especializado en Superdotados (CES), Garnica ha visto a madres romper a llorar al saber la condici¨®n de superdotado de sus hijos. Este es su consejo a los padres: ¡°No teman, su hijo podr¨¢ ser feliz. Hay que contarle que tiene un alto cociente intelectual y que no es raro, sino especial. Este es un paso primordial, cuesti¨®n de salud p¨²blica, porque ellos se sienten mejor cuando saben lo que les pasa y constatan que no es nada malo¡±.
De hecho, abundan los testimonios que ratifican la compatibilidad entre las altas capacidades y un razonable bienestar emocional. ¡°No comulgo con quienes lo asocian con la desgracia¡±, se?ala Jes¨²s Landart, 57 a?os, vecino de Ir¨²n. ¡°M¨¢s vale ser listo que tonto, pero no tenemos m¨¦rito ni dem¨¦rito por ser como somos. Todo el misterio es que nacemos con mayor dotaci¨®n intelectual. El esfuerzo, el tes¨®n y el trabajo pueden dar mejores resultados que la inteligencia no aprovechada¡±. Landart piensa que el rasgo com¨²n es la curiosidad por el conocimiento resultante de la mayor facilidad para entender conceptos abstractos. ¡°Es lo que en euskera llamamos jakinmina (dolor, ansia de saber)¡±, concluye.
Matem¨¢tico, ingeniero electr¨®nico y fil¨®sofo, Jes¨²s Landart forma parte de Mensa, el club de superdotados que en Espa?a cuenta con 2.300 socios y 160.000 en todo el mundo. Agrupa a personas que superan la barrera de los 130 puntos de CI en los test psicol¨®gicos, un espectro en torno al 2% de la poblaci¨®n. ¡°Somos una asociaci¨®n de gran biodiversidad que se propone fomentar la inteligencia y crear un ambiente estimulante en la educaci¨®n¡±, dice Elena Sanz, 54 a?os, qu¨ªmica, natural de Errenteria (Gipuzkoa). ¡°La inteligencia es una herramienta para la vida y el desarrollo de la raz¨®n. Pero ya sabemos que la raz¨®n no da la felicidad, de la misma manera que ser alto no te convierte en el mejor jugador de baloncesto ni en mejor persona¡±. Sanz no padeci¨® el acoso de ni?a. ¡°Me juntaba con las chicas malas de la clase. Con la diferencia de que yo aprobaba sin estudiar y ellas no¡±. Presidenta de Mensa entre los a?os 2013 y 2016, Sanz niega que este club responda al prop¨®sito de formar una comunidad dentro de la comunidad, aunque acepta la imagen de refugio que permite compartir inquietudes en un ambiente festivo, aderezado de refinada iron¨ªa humor¨ªstica. ¡°Hay socios que fuera de aqu¨ª no manifiestan su condici¨®n de superdotados, ni siquiera se lo cuentan a sus parejas. Los expertos en recursos humanos nos aconsejan no incluir el CI en los curr¨ªculos. Hay que preguntarse por qu¨¦ gente que acepta con naturalidad las diferencias en la estatura, el pelo o el color de los ojos, y aplaude a los deportistas de ¨¦lite, soporta mal que otros tengan mayor capacidad intelectual¡±.
Carmen Po Marquina, de 44 a?os, trabaja de teleoperadora en un call center de Zaragoza y, como tantos otros superdotados, particularmente las mujeres, est¨¢ habituada desde peque?a a disimular. ¡°He tenido que callarme muchas veces. Supongo que tampoco es f¨¢cil mandar sobre personas de nuestras caracter¨ªsticas porque nos gusta que nos expliquen las cosas para luego analizarlas. Esto es algo que yo no puedo evitar, pese a que con frecuencia mi opini¨®n se toma como un ataque¡±. Po Marquina dice que en el cole se aburr¨ªa. No entend¨ªa por qu¨¦ los profesores explicaban una y otra vez lo mismo. Perdi¨® los h¨¢bitos m¨ªnimos de estudio y renunci¨® a ir a la universidad. ¡°No he tenido una vida de ¨¦xito profesional, nunca me sent¨ª m¨¢s inteligente que los dem¨¢s. Ser lista no te soluciona la vida¡±.
Tampoco Joseba, 35 a?os, vecino de Vitoria, soldador de profesi¨®n, lleg¨® a la universidad. ¡°Al contrario que otros chicos superdotados que optaban por aislarse, yo supe adaptarme. Pero prefer¨ª ponerme a trabajar y no me arrepiento porque vivo feliz. Siento alivio al mirar hacia atr¨¢s. Cuando mis compa?eros de clase todav¨ªa se com¨ªan los mocos, me dio por reflexionar intensamente sobre la muerte. Pas¨¦ por un periodo de gran ansiedad. Ahora veo que lo m¨ªo no era tan raro¡±.
A la teor¨ªa, casi nunca explicitada pero subyacente, de que las personas con altas capacidades son tambi¨¦n m¨¢s bondadosas, sinceras y solidarias, a causa de su supuesta mayor sensibilidad y conciencia de los problemas, la psic¨®loga Cristina Surroca, de 55 a?os y vecina de Barcelona, con dos hijos de 19 y 18, contrapone: ¡°No est¨¢ probado que la inteligencia suponga mayor tolerancia¡±. Su experiencia como socia y supervisora de los test que se exigen para ingresar en Mensa le lleva a concluir que el mundo no ir¨ªa necesariamente mejor si los ¨®rganos de decisi¨®n estuvieran formados por superdotados. ¡°La tolerancia reina entre nosotros, pero tenemos opiniones muy dispares. Tampoco estamos libres de las disputas, ni del peligro de creernos en posesi¨®n de la verdad. No disponemos de soluciones ¨²nicas ni contamos con unanimidad en nada. Entre personas, lo mejor es la mezcla¡±.
?Qu¨¦ es la inteligencia? A falta de un criterio unificado sobre la superdotaci¨®n ¡ªtampoco hay un protocolo de actuaci¨®n escolar com¨²n a todas las comunidades aut¨®nomas espa?olas¡ª, el doctor en Psicolog¨ªa Roberto Colom define la inteligencia como ¡°la capacidad general que nos permite razonar, resolver problemas y aprender de la experiencia¡±. Contra lo que establece el psic¨®logo Howard Gardner en su Teor¨ªa de las inteligencias m¨²ltiples (intelectuales, ling¨¹¨ªsticas, l¨®gico-matem¨¢ticas, visual-espaciales¡), Colom reconoce una inteligencia general que controla las dem¨¢s capacidades cognitivas: ¡°Hay una inteligencia general compuesta de diferentes capacidades que est¨¢n relacionadas. El alumno que hace bien las pruebas de matem¨¢ticas hace bien tambi¨¦n lenguaje y ciencias, aunque puede haber excepciones¡±. Profesor en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, Colom encuentra en la figura del candelabro ¡ªuna base ¨²nica con varios brazos¡ª, la analog¨ªa m¨¢s adecuada para su tesis. Tener conocimientos enciclop¨¦dicos, buena memoria, dominio del lenguaje o ser muy creativo no implica, en su opini¨®n, por s¨ª solos, ser muy inteligente. ¡°Si quieres medir la capacidad atl¨¦tica de una persona no le pongas solo a correr los 100 metros, ponle tambi¨¦n con saltos de altura, a levantar pesas¡¡±.
Este especialista espa?ol asegura que las altas capacidades pueden objetivarse gracias a las nuevas t¨¦cnicas de neuroimagen. ¡°Podemos analizar lo que ocurre en el cerebro, comprobar hasta qu¨¦ punto las conexiones entre diferentes ¨¢reas cerebrales cambian seg¨²n el nivel intelectual de los individuos¡±. Colom considera necesario combatir los estereotipos y contradicciones ambientales. ¡°La idea de que la inteligencia del grupo es mayor que la suma de las inteligencias individuales de sus componentes es objetivamente falsa. Las altas capacidades mentales son vistas como algo perturbador y hasta facha, cuando resulta que tenemos que movernos en contextos muy competitivos que nos obligan a cuidar el capital humano, a no desperdiciar el talento. De hecho, la sociedad s¨ª premia a los m¨¢s inteligentes. No hay m¨¢s que ver qui¨¦nes se sientan en la direcci¨®n de las compa?¨ªas de ¨¦xito: o son superdotados o son personas que suplen con esfuerzo y tes¨®n su menor potencia intelectual. Ser¨ªa interesante que la selecci¨®n para los puestos de responsabilidad estuviera en manos de la gente m¨¢s capacitada, aunque ser m¨¢s inteligente no te convierte en mejor persona¡±. Seguro que es as¨ª, aunque uno termine el reportaje con la sensaci¨®n de haber estado en contacto con almas delicadas, hermosas.?
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