?Cambio de hora o de horario?
Las ventajas superan los inconvenientes de una adaptaci¨®n relacionada con nuestra preferencia por los relojes
Cuarenta y siete d¨ªas antes de finalizar el siglo XIX y de que la hora legal se adaptara a la Conferencia Internacional del Meridiano, el BOE de la ¨¦poca public¨® un reglamento regulador de las condiciones del trabajo infantil. Su art¨ªculo sexto establec¨ªa que los menores de 14 a?os ¡°no entrar¨¢n al trabajo antes de las siete de la ma?ana en los meses de Noviembre [sic] ¨¢ Marzo, ambos inclusive, y de las seis en los meses de Abril ¨¢ Octubre¡±.
La partici¨®n del inicio de jornada en dos estaciones se debe a que el Gobierno no pod¨ªa reglamentar uno v¨¢lido para todo el a?o sin caer en un absurdo: una entrada muy anterior al amanecer en invierno, o una entrada muy posterior al amanecer en verano. Este dilema no es exclusivo del Gobierno.
No es casualidad que los meses en los que era v¨¢lido uno y otro horario coincidan con los meses en los que hoy usamos la hora de invierno y de verano. Hoy la estacionalidad se induce, casi exclusivamente, por el cambio de referencia horaria. Ambas estrategias siguen un patr¨®n racional para una especie de h¨¢bitos diurnos: que el inicio de la actividad humana no se separe mucho de su disparador natural, el amanecer.
El ¡°trabajo¡± infantil es hoy instruirse. Los alumnos de secundaria (mayores de 12 a?os) que inician su jornada a las ocho (con cambio estacional de hora) siguen la pauta del reglamento, donde sus siete (hora de Londres) son nuestras ocho (hora de Berl¨ªn). Es otra muestra de que, frente a la runr¨²n propagado, seguimos con las mismas referencias del 1900: el amanecer invernal, redondeado a una hora en punto (las siete de un huso o las ocho de otro, tanto da), como disparador b¨¢sico.
El reglamento muestra que la inc¨®moda adaptaci¨®n del cuerpo humano al cambio de hora ya ocurr¨ªa cuando se cambiaban los horarios. Conviene pues identificar correctamente su causa: nuestra preferencia por usar relojes, horarios y horas en punto para sincronizarnos socialmente. Algo que, sin duda, es muy ventajoso pero que tiene una limitaci¨®n t¨¦cnica que no puede pasar inadvertida: los relojes ignoran todo lo relacionado con el amanecer y las estaciones. Tambi¨¦n hay que instruirles.
Ya sea adelantando la hora o los horarios el cambio de ocio matinal diurno por ocio vespertino diurno es provechoso para quien lo disfruta y para quien se beneficia del disfrute (sector servicios). Mitiga la exposici¨®n a la insolaci¨®n de mediod¨ªa, otro efecto naturalmente ben¨¦fico. El a?o pasado una ola de calor alter¨® la actividad escolar: sus efectos sobre los estudiantes fueron perceptibles y a¨²n habr¨ªan sido mayores sin cambio estacional.
Finalmente la estacionalidad requiere tambi¨¦n coordinaci¨®n. El cambio de hora (frente al cambio de horarios) es, precisamente, la forma socialmente coordinada de evitar que, entre otros inconvenientes, un padre cambie el inicio de su actividad pero un hijo en edad escolar, no. Y hay una ¨²ltima prueba de su naturalidad: no hay sectores econ¨®micos que luchen contra ¨¦l. No hay comercio que retrase una hora su apertura a partir del pr¨®ximo lunes, no digamos en junio. En cambio alg¨²n sector a¨²n adelantar¨¢ su inicio otra hora m¨¢s durante los meses estivales. Todos estos hechos son ventajas que superan los inconvenientes de una adaptaci¨®n relacionada con nuestra preferencia por los relojes. No hay otra forma de valorar el ¨¦xito del cambio de hora, en uso con m¨¢s o menos intensidad desde hace cien a?os.
Pero la gesti¨®n de la estacionalidad depende de la latitud. En la pen¨ªnsula escandinava el problema de la insolaci¨®n a mediod¨ªa es menor. Y es imposible perseguir un amanecer que ocurre nueve horas y media antes del mediod¨ªa. Por eso no extra?a que las peticiones para suprimir el cambio de hora provengan de pa¨ªses septentrionales; o que algunos como Islandia o Rusia no lo empleen. Este es el principal problema de la coordinaci¨®n europea de la hora. Cuidado con deducir de ello que suprimir el cambio de hora es moderno y natural: la estacionalidad es natural; su gesti¨®n, un reto; el cambio de hora, una forma eficiente de afrontarlo.
Jos¨¦ Mar¨ªa Mart¨ªn Olalla es profesor de F¨ªsica de la Universidad de Sevilla
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