Por qu¨¦ el agua no es el nuevo petr¨®leo (por suerte)
Nuestra relaci¨®n con el H2O trasciende a lo econ¨®mico y es ah¨ª donde reside la esperanza
Es una pregunta recurrente en los ¨²ltimos a?os: "?El agua sustituir¨¢ al petr¨®leo como motivo de una guerra global?". De tan recurrente, se ha convertido en afirmaci¨®n. Y hay motivos para darla por cierta. El primero, su necesidad evidente. No solo para el consumo, sino tambi¨¦n para la agricultura, la manufactura de bienes, la producci¨®n energ¨¦tica¡ El agua est¨¢ tan vinculada a nuestra propia existencia que parecer¨ªa necesario pelear por ella.
Pero al elevar esta cuesti¨®n a mentes expertas, la guerra por el agua no se antoja inevitable. Para Aaron Wolf, profesor de Geograf¨ªa del departamento de Ciencias Terrestres, Atmosf¨¦ricas y Oce¨¢nicas de la Universidad de Oregon State (EE UU), el agua causa tensiones pol¨ªticas, no guerras. Por su parte, Alberto Garrido, director del Observatorio del Agua de la Fundaci¨®n Bot¨ªn, se?ala: "Aunque en el pasado ha habido conflictos en sentido estricto, hoy en d¨ªa es m¨¢s dif¨ªcil que se transformen en tensiones militares".
Se pierden 443 millones de d¨ªas escolares al a?o debido a enfermedades relacionadas con el consumo de agua (diarrea, fiebre tifoidea, c¨®lera y malaria)
Para entender la cuesti¨®n, basta con reducir el l¨ªquido elemento a cifras. De la totalidad de agua del planeta, explica Wolf, solo el 8% es consumible. Dos tercios de esa cantidad se emplean en tareas agr¨ªcolas y apenas el 10% se usa para beber. El resto se dedica a las manufacturas o a producci¨®n de bienes. "La usamos para todo, hasta por motivos est¨¦ticos o religiosos", concluye.
Sin embargo, a pesar de que desde una perspectiva global no parece un recurso escaso, el agua falta en 18 de los 22 pa¨ªses ¨¢rabes de Asia Occidental, indica la Comisi¨®n Econ¨®mica y Social de las Naciones Unidas para la regi¨®n. 700 millones de personas ¡ªel 10% de la poblaci¨®n mundial¡ª viven en la escasez absoluta.
La falta de agua, sostiene Wolf, ha causado m¨¢s de mil conflictos en los ¨²ltimos 50 a?os, y 3,5 millones de personas mueren cada a?o por su carencia. Un holocausto anual, "una epidemia comparable a los estragos que caus¨® el SIDA o la malaria", denuncia. Aun as¨ª, el profesor defiende que no hay posibilidad de guerra, pero entiende que se hable de ella. "As¨ª es como Occidente empieza a interesarse por el problema", se resigna.
El poderoso ejemplo boliviano
"Hablar de guerra y paz respecto al agua no es el acercamiento correcto", prosigue Wolf. Y Garrido asiente con optimismo razonado. El doctor en ingenier¨ªa agr¨®noma sostiene que en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas muchos pa¨ªses han asumido el hecho humano del agua y han cambiado sus Cartas Magnas para incluirla como derecho.
Bolivia es un ejemplo: tras el conflicto interno por el agua, que estall¨® cuando se privatiz¨® el acceso en Cochabamba en 1999, la Constituci¨®n de 2009 recogi¨® que "el agua constituye un derecho fundamental¨ªsimo para la vida, en el marco de la soberan¨ªa del pueblo".
Ciudad del Cabo se prepara para el ¡®d¨ªa cero¡¯, fecha en la que se podr¨ªa dejar de suministrar agua, a no ser que el consumo se reduzca o lleguen las lluvias, seg¨²n advierte su alcaldesa
Desde una perspectiva de cercan¨ªa, Xavi Torras, director de la Fundaci¨®n WeAreWater, dedicada a la construcci¨®n de estructuras para el acceso al agua y su saneamiento en 18 pa¨ªses del globo, coincide con el diagn¨®stico de Wolf y Garrido. "Hay centenares de acuerdos sobre el uso del agua ¡ªexplica¡ª y muy pocos conflictos".
La raz¨®n por la que cree que una guerra del agua resulta improbable es de peso: "Su falta es tan devastadora que no creo que ning¨²n pa¨ªs del planeta se atreva a plante¨¢rsela. Si un pa¨ªs no tiene agua aniquila a su propia poblaci¨®n". De ah¨ª la insistencia, que Torras conoce de cerca, de los gobiernos de pa¨ªses fronterizos o que comparten cuencas en alcanzar acuerdos.
Ve¨¢moslo sobre un mapa. Aunque India y Pakist¨¢n son zonas donde el agua escasea, es dif¨ªcil que motive un conflicto entre ellos. La raz¨®n es su propia geograf¨ªa: Garrido expone que son pa¨ªses soberanos sobre sus propios recursos, "constituidos en torno a cuencas hidrogr¨¢ficas".
El caso del Nilo o del Mekong es diferente, ya que un mismo r¨ªo nutre a distintos pa¨ªses, lo que ha generado conflictos a lo largo de la historia. Hoy no es as¨ª. Desde 1995, la Comisi¨®n del Mekong une a Camboya, Laos, Tailandia y Vietnam en el bien com¨²n de la gesti¨®n del r¨ªo. Y el llamado Pacto de las Fuentes del Nilo rige desde 2015 entre Egipto, Etiop¨ªa y Sud¨¢n. Es la norma en la gesti¨®n del agua en zonas de escasez: conducir el conflicto hacia el acuerdo. Eso lleva, afirma Garrido, "a estar mucho mejor que hace 20 a?os".
Un recurso compartido¡ y malgastado
Wolf apunta que el problema de la gesti¨®n del agua no est¨¢ solo en el Tercer Mundo, sino all¨ª donde el consumo de agua ha aumentado pero todav¨ªa no se ha creado una cultura de responsabilidad. "La reciente sequ¨ªa en Ciudad del Cabo surge, en buena parte, porque no existe todav¨ªa una conciencia de consumo que lleve a un aprendizaje y a una prevenci¨®n".
Los pa¨ªses con menos poblaci¨®n con acceso a agua potable son Chad y N¨ªger (9%), Madagascar (11%), Etiop¨ªa (12%) y Sierra Leona (13%)
Garrido recuerda que en Espa?a el trauma del periodo 1993-1995, cuando se lleg¨® a plantear la evacuaci¨®n de Sevilla a causa de la sequ¨ªa, "marc¨® un antes y un despu¨¦s. Nos hemos alejado mucho de una situaci¨®n como esa. Un escenario como aquel tendr¨ªa hoy un impacto menor, por la mejora tecnol¨®gica y el establecimiento de una cultura preventiva".
El problema aqu¨ª es de posesi¨®n. Las tensiones locales por los Planes Hidrol¨®gicos Nacionales (PHN), o el conflicto ¡ªuno de los mil mencionados por Wolf¡ª luso-espa?ol por el uso de los recursos de r¨ªos compartidos (Mi?o, Tajo, Duero y Guadiana) y solucionado con el Convenio de Albufeira, describen la g¨¦nesis de la cuesti¨®n: malentender el agua como una posesi¨®n y no como algo compartido y, por tanto, necesario para todas las partes. Para Torras, esa conciencia del agua como algo que se puede gastar sin pensar m¨¢s all¨¢ tambi¨¦n est¨¢ presente en las zonas de escasez. "Al usar el agua que tienen a su alcance para todo ¡ªlimpiar, lavar, defecar¡ª se contamina la cuenca del r¨ªo hacia abajo" y el problema se multiplica.
Estamos obligados al di¨¢logo
En un contexto global, el profesor Wolf ve en el agua no una causa de guerra sino un caudal de acuerdos. "Utilizar el agua como veh¨ªculo de di¨¢logo es exactamente la forma en la que deber¨ªamos abordar el problema", sostiene. Wolf se declara "fascinado" por el Tribunal d'Aig¨¹es de Valencia, la corte ancestral en la que se dirim¨ªa el acceso al agua de los distintos regantes protegiendo as¨ª el recurso de los intereses particulares. Para el profesor, el Tribunal, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad desde 2008, es "un ejemplo a seguir". Porque en el conflicto del agua, razona, "la ley puede actuar. El mercado puede actuar. Pero tambi¨¦n se puede actuar a un nivel espiritual".
En Espa?a, los embalses se han rellenado gracias a las lluvias, pero los expertos avisan de que no es suficiente
"El agua se aborda solo desde la perspectiva f¨ªsica y emocional, aunque mucha conflictividad al respecto surge de la relaci¨®n intelectual o espiritual que tenemos con ella", contin¨²a Wolf. Al tratar el agua como un producto tangible y no como un valor intangible, acabamos desarrollando una relaci¨®n econ¨®mica con ella, m¨¢s transaccional que humana. Para el profesor, una aproximaci¨®n ¨²nicamente cient¨ªfica hacia el agua genera el miedo a la carencia. Y ah¨ª nace el conflicto entre dos partes que quieren y temen lo mismo. Sin embargo, "si conseguimos relacionarla con todos nuestros niveles de existencia nos daremos cuenta de lo importante que es".
"Aunque se sale de los par¨¢metros acad¨¦micos de la geoestrategia y la econom¨ªa", explica Garrido, la aproximaci¨®n espiritual al alma del agua "puede ayudar a tener una comprensi¨®n m¨¢s integral de ella como recurso".
Adem¨¢s, el director del Observatorio del Agua de la Fundaci¨®n Bot¨ªn recuerda que la enc¨ªclica Laudato si' del Papa Francisco (2015) subraya la importancia del agua y empuja hacia "una visi¨®n del mundo de los recursos naturales desde su lado m¨¢s transcendental". Y a?ade que esta concepci¨®n del agua como valor no se aleja de lecturas ya existentes y basadas en la ecolog¨ªa, como la Nueva Cultura del Agua, un movimiento impulsado por el doctor en F¨ªsicas y Premio Goldman para el Medio Ambiente Pedro Arrojo, hoy diputado de Podemos en Arag¨®n, que defiende que de la misma manera que al ver un bosque no vemos un almac¨¦n de madera, al mirar un r¨ªo o un pantano no deber¨ªamos ver solo un canal de H2O.
Un ¨²ltimo truco para entenderlo
WeAreWater est¨¢ difundiendo el cortometraje El hombre de agua dulce, dirigido por ?lvaro Ron y participante en los pasados Premios Goya, para fomentar esta lectura. En el corto, un hombre se dirime entre vender sus tierras, que albergan un pozo de agua, o resucitar un r¨ªo que se ha secado. Es decir, entre el beneficio personal o el bien com¨²n.
Para Torras, la mayor cautela sobre el valor del agua, y tambi¨¦n contra una hipot¨¦tica guerra por el l¨ªquido elemento, es "tomar conciencia de que se trata de un organismo vivo, que es parte de la esencia de un planeta que por algo decimos que es azul". Armonizar el uso del agua como lo que es, un recurso compartido, es la mejor prevenci¨®n contra el temido conflicto.
Y si una vez advertidos de la rareza del agua, de su naturaleza com¨²n, del drama que causa cuando falta; si una vez conscientes de todo eso, todav¨ªa necesitamos una prueba m¨¢s para tomar conciencia de su valor, el profesor Wolf propone un ¨²ltimo ejercicio: "Intente vivir sin agua un d¨ªa. Solo un d¨ªa. A ver qu¨¦ pasa".
El tab¨² del cerdo como medida de protecci¨®n del agua
Aunque desde un punto de vista cient¨ªfico la sacralizaci¨®n del agua, plante¨¢ndola como algo espiritual, parezca impropia, lo cierto es que en origen las religiones buscan regular la relaci¨®n del ser humano con el entorno. Es decir, hacer sagrado lo terrenal para protegerlo.
En Vacas, cerdos, guerras y brujas, el antrop¨®logo Marvin Harris argumentaba que el tab¨² jud¨¢ico y musulm¨¢n contra el consumo de cerdo escond¨ªa, en realidad, una defensa del agua. El cerdo carece de gl¨¢ndulas sudor¨ªparas, por lo que retoza en agua para regular su temperatura corporal, contamin¨¢ndola. Prohibir el cerdo, sostiene Harris, conllevaba, sencillamente y en el contexto de carencia de Oriente Medio, proteger el agua necesaria para el cultivo y el consumo. Algo que, pese a ser un mandato religioso, forma parte en esencua de una perspectiva m¨¢s humana que divina.
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