El excombatiente kurdo que quiere volver a luchar, esta vez por su futuro
Esta es la historia de Selam, de 20 a?os, que se ha dejado atr¨¢s su pasado de miliciano y vive como refugiado en el norte de Europa
Por la noche, Selam suele ir al pub. Siempre es una buena manera de relajarse con los amigos para intentar aligerar los d¨ªas. ¡°Cuando ves a tus seres queridos y a tanta gente morir, uno detr¨¢s de otro, no puedes sentir dolor. Solo un gran nudo en la garganta sin palabras, ni duelo, ni l¨¢grimas. Por ejemplo, esta ma?ana me han dicho que ha muerto un primo m¨ªo y no he reaccionado. La muerte ya no me conmueve¡±, explica entre el caos del pub. Eran palabras dolorosas, pero no sorprendentes viniendo de alguien que, como ¨¦l, ha luchado en la milicia kurda Unidades de Protecci¨®n Popular (YPG, por sus siglas en kurdo). Tanto las YPG como las YPJ (Unidades de Protecci¨®n de las Mujeres, formadas ¨²nicamente por milicianas) son las dos principales fuerzas armadas de la regi¨®n kurda de Rojava, en el norte de Siria.
Selam lleva viviendo en el norte de Europa desde verano de 2017. Al poco de llegar, consigui¨® la condici¨®n de refugiado. Esta zona del continente es la que recibe m¨¢s solicitudes de asilo y se ha convertido en tierra prometida para muchos emigrantes. La meta, tanto de los que atraviesan la ruta de los Balcanes como de los que llegan a Italia, es alcanzar la que consideran un lugar mejor para prosperar y encontrar trabajo. Desde 2015, la pol¨ªtica europea ha cambiado su postura frente a la crisis de los refugiados. Los pa¨ªses afectados directamente, como Italia o Grecia, han llegado a acuerdos con Libia y Turqu¨ªa para restringir la afluencia masiva de personas, pisoteando los derechos humanos. La canciller Angela Merkel invit¨® expresamente a los sirios a que fuesen a Alemania y solicitasen el reconocimiento como refugiados, a diferencia de lo que ocurri¨® en otros pa¨ªses europeos. La llegada de todas esas personas supone un aumento del n¨²mero de trabajadores listos para integrarse en la mano de obra que el pa¨ªs necesita. Por el contrario, Gobiernos como el de Hungr¨ªa y Croacia han blindado m¨¢s sus fronteras y adoptado pol¨ªticas racistas y nacionalistas.
Con voz potente, Selam cuenta su historia desde que ten¨ªa nueve a?os. Desempe?¨® diferentes trabajos: mec¨¢nico, vendedor de mecheros por las calles y limpiabotas. Su padre no se interesaba por su vida ni por la de sus hermanos. Los abandon¨® y se volvi¨® a casar, as¨ª que su madre decidi¨® llevarse a sus hijos a Europa. Selam prefiri¨® quedarse porque se sent¨ªa muy unido a su patria, Kurdist¨¢n.
A los 13 a?os, dej¨® el colegio por las ideas de confederalismo democr¨¢tico que hab¨ªa aprendido de las YPG. ¡°A los 16 iba a cursos de las Unidades de Protecci¨®n Popular en los que se ense?aban ideas democr¨¢ticas que te preparaban f¨ªsicamente para la batalla. En las clases, aprend¨ªa literalmente a que no me matasen y c¨®mo combatir¡±.
Siempre llev¨¢bamos una granada encima, por si acaso estaban a punto de capturarnos. Prefer¨ªamos saltar por los aires que ser sus prisioneros
En 2014, particip¨® de manera activa en varias operaciones militares contra el Daesh (el autoproclamado Estado Isl¨¢mico) en Kobane, Sinjar y Manbij, y el pasado octubre asisti¨® a la liberaci¨®n de Raqa a trav¨¦s de las videollamadas de amigos que luchaban all¨ª. ¡°La sangre de los combatientes de las YPG fue decisiva para liberar las ciudades¡±, afirma con voz ¨¢spera. A continuaci¨®n, describe las diferentes operaciones militares, que pod¨ªan durar hasta seis meses, en las que solo ten¨ªan tiempo para comer y dormir no m¨¢s de cuatro horas seguidas cada noche. Durante ese periodo dorm¨ªa en el suelo, pegado a los dem¨¢s combatientes y amigos para conservar el calor y al lado de los veh¨ªculos, agarrado a su arma, porque, en caso de ataque, los coches eran el primer objetivo.
Selam denuncia tambi¨¦n la masacre de los yazid¨ªes y las atrocidades cometidas contra ellos, as¨ª como la venta de mujeres y ni?os. Ense?a una foto de un ni?o yazid¨ª en su m¨®vil. Tiene los ojos intensamente azules, una leve sonrisa, y con la mano hace el signo de la victoria. ¡°Mataron a sus padres y a ¨¦l lo metieron en la c¨¢rcel. Lo liberamos durante una batalla y conseguimos reunirlo con el resto de su familia. Esto demuestra que, de alguna manera, en la guerra hay amor¡±, reflexiona.
El ¨²nico objetivo del Daesh es controlar y matar a la gente que no profesa la religi¨®n musulmana, y por tanto, infringe la shar¨ªa. La amenaza afecta tambi¨¦n a la regi¨®n kurda de Rojava, en el norte de Siria, y por eso gran parte de su poblaci¨®n se alist¨® en la milicia de las YPG. Fue lo que hizo Selam a los 17 a?os. El excombatiente aprovecha para hablar de la agresividad de la propaganda terrorista y cuenta que la organizaci¨®n est¨¢ formada sobre todo por hombres f¨¢ciles de controlar y manipular a los que se llena la cabeza de falsedades.
Incluso los combatientes que vienen de otros pa¨ªses son personas que no est¨¢n integradas en la sociedad y que buscan poder y un objetivo. En la guerra encuentran ambas cosas, son implacables, no se detienen ante nada ni ante nadie y est¨¢n dispuestos a sacrificarse a s¨ª mismos en nombre de Al¨¢. ¡°Siempre llev¨¢bamos una granada encima, por si acaso estaban a punto de capturarnos. Prefer¨ªamos saltar por los aires que ser sus prisioneros. Si te cog¨ªan, te mataban poco a poco dej¨¢ndote morir de hambre. Te quemaban o te somet¨ªan a toda clase de torturas; te hac¨ªan sufrir much¨ªsimo porque quer¨ªan que desearas morir. Te pon¨ªan al borde de la muerte durante meses".
Un a?o combatiendo equivale a 10 a?os de vida ¡®normal¡¯ de una persona
"Cuando nosotros los hac¨ªamos prisioneros a ellos, no los mat¨¢bamos ni los tortur¨¢bamos. Estaba terminantemente prohibido. Quer¨ªamos que antes hablasen. Normalmente, los combatientes de Oriente Pr¨®ximo nos rogaban que no los mat¨¢semos y siempre negaban sus cr¨ªmenes. Los que eran extranjeros nos despreciaban, nos consideraban kafir (infieles) y nos dec¨ªan que merec¨ªamos la muerte¡±.
Con el cuerpo cubierto de tatuajes y cicatrices que hablan de sufrimientos y batallas, es inconcebible que esa persona que habla de los horrores de la guerra tenga menos de 20 a?os. A pesar de estar lejos de su tierra, Selam busca la manera de sentirse cerca de ella. Se dirige a una asociaci¨®n kurda en la que participa en actos y charlas. Est¨¢ vac¨ªa. La luz fr¨ªa y mortecina ilumina las fotograf¨ªas de m¨¢rtires y milicianos. Sobre la mesa hay banderas de las YPG junto con retratos del hist¨®rico l¨ªder de los kurdos Abdal¨¢ Ocalan, que cumple cadena perpetua. Selam ense?a fotos de mujeres, de hombres, de simples combatientes y de generales. Conoce sus nombres, sus historias, y c¨®mo se han sacrificado.
Selam acaba su t¨¦ con calma y luego dice: ¡°Cuando las balas me dieron en la pierna, not¨¦ un pellizco fuerte. En cuanto te das cuenta de lo que ha pasado, tienes que inyectarte morfina r¨¢pidamente¡±. No se acuerda demasiado de sus primeras heridas de bala porque, gracias a Dios, despu¨¦s de tomar la morfina perdi¨® el conocimiento antes de sentir nada.
Despu¨¦s, en cuesti¨®n de segundos, su cara se pone seria: ¡°Durante la operaci¨®n en Kobane iba con un grupo de 25 soldados. Est¨¢bamos solos, lejos de nuestros amigos. Al cabo de tres d¨ªas, conseguimos salir. La mayor¨ªa de nosotros muri¨®. Al principio, el Daesh nos disparaba con tanques, y luego empez¨® a lanzar granadas y minas al edificio en el que est¨¢bamos escondidos. Estuve 19 horas enterrado bajo ruinas y cascotes con varios huesos rotos; hasta tuve que hacerme el muerto cuando o¨ª que el enemigo se acercaba. Logramos escapar y pude comunicar nuestra localizaci¨®n a nuestros compa?eros, que nos rescataron. En serio, un a?o combatiendo equivale a 10 a?os de vida normal de una persona¡±, asegura riendo.
Selam sigui¨® participando en m¨¢s batallas y volvieron a herirlo, pero en 2016 su salud empeor¨®. En Kobane no hay hospitales, as¨ª que no tuvo m¨¢s remedio que pensar en marcharse a Europa para reunirse con algunos familiares y recibir tratamiento m¨¦dico. Se fue de Turqu¨ªa y estuvo una temporada en Grecia. Luego emprendi¨® un viaje por v¨ªas irregulares junto con otros muchos emigrantes en direcci¨®n al norte de Europa. A su llegada, obtuvo un documento identificativo que le permit¨ªa moverse libremente por el pa¨ªs.
¡°La burocracia es larga y aburrida¡±, se queja, ¡°pero ahora tendr¨¦ la posibilidad de asistir a clases de idioma y buscar trabajo¡±. Pronto podr¨¢ mudarse a su propio piso, ser independiente y llevar una vida tranquila. Su ¨²nico objetivo es ¡°volver a luchar". "S¨ª, pero esta vez por m¨ª, no por otros¡±.
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