Estupidez inconcebible
Macron escribe bell¨ªsimos discursos, pero deber¨ªa pasar a la acci¨®n para evitar inconcebibles estupideces
En su relato de los or¨ªgenes de la I Guerra Mundial, el historiador Max Hastings cita la conversaci¨®n entre un estudiante y un alto mando brit¨¢nico. El estudiante sugiere que ¡°solo una estupidez inconcebible por parte de los estadistas¡± puede precipitar la guerra. ¡°Esa estupidez inconcebible es justo lo que vas a tener¡±, replica el alto mando. Emmanuel Macron explic¨® ayer que el ¡°nacionalismo ego¨ªsta¡± gana terreno y puede meter a Europa en un ambiente de ¡°guerra civil¡±, entre democracias liberales y gobiernos autoritarios. Los grandes pa¨ªses de la UE hab¨ªan logrado contener los populismos y que pareciera que ese era un fen¨®meno anglosaj¨®n, hasta que Italia nos despert¨® de ese ensue?o. Macron mienta la bicha porque le ha visto las orejas a Le Pen, pero su an¨¢lisis vale para el continente entero. Porque hay dos escenarios posibles. Europa puede salir de la Gran Recesi¨®n con recetas de corte socioliberal y reformista, en un remedo del consenso que emergi¨® tras las guerras mundiales. O quedarse de brazos cruzados viendo c¨®mo la rabiosa espuma populista pone en peligro la UE, la construcci¨®n m¨¢s audaz del ¨²ltimo medio siglo: una nueva estupidez inconcebible.
Mientras eso se decide, el aire se carga de contradicciones y la pol¨ªtica protagoniza un giro sentimental, romanticoide, con el miedo como motor. Toda Europa se rasga las vestiduras con Trump, pero acepta que Turqu¨ªa siga siendo el patio trasero de la UE. Toda Europa echa pestes de los populistas, pero nadie le pide explicaciones al PP europeo por dar cobijo a Viktor Orb¨¢n. Toda Europa abomina del muro entre EE?UU y M¨¦xico, pero mira a otro lado con el de Bulgaria y Turqu¨ªa. Toda Europa, en fin, se echa las manos a la cabeza por la madre de todas las crisis: la ruptura de la relaci¨®n gobernante-gobernado, el colapso gradual de la democracia liberal, al que parad¨®jicamente Macron ¡ªla expresi¨®n m¨¢s lograda del nuevo orden o caos post-liberal¡ª puede haber contribuido como enterrador de los grandes partidos.
Dicen que cualquiera puede convertir un loro en un gran economista: basta con ense?arle las palabras oferta y demanda. A veces pasa que para quedar como un gran estadista parece valer con decir reforma, democracia, refundaci¨®n, esas cosas. Macron ha sido un loro estupendo: domina los conceptos de oferta y demanda, de democracia y reforma. Le queda lo m¨¢s dif¨ªcil, triunfar donde los dem¨¢s han fracasado y convencer a Merkel de que el euro necesita algo m¨¢s que parches para que la pr¨®xima crisis no se lo lleve por delante; esa ser¨ªa la invitaci¨®n definitiva a los populistas, el fin de la UE. ¡°El que puede actuar, act¨²a. Y el que no puede y sufre por no poder actuar, ese escribe¡±, dec¨ªa Scott Fitzgerald. Macron escribe bell¨ªsimos discursos (a veces con un extra?o y melanc¨®lico clima Fitzgerald, por cierto), pero en lo que respecta a Europa deber¨ªa pasar a la acci¨®n para evitar inconcebibles estupideces.
Su problema es que Merkel es m¨¢s de Tolstoi que de Fitzgerald. ¡°Todo el mal procede del hacer¡±. Esa frase del genio ruso es el leitmotiv de la canciller desde hace a?os.
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