Financiando la farsa
La homeopat¨ªa lleva a?os viviendo del cuento. Es hora de sacar sus productos tramposos de la oficina de farmacia
?Es complicado el tema de los productos homeop¨¢ticos? La racionalidad cient¨ªfica emite un mensaje muy claro: los productos homeop¨¢ticos no son medicamentos, puesto que no han demostrado su efectividad en ensayos cl¨ªnicos. Por tanto, no deber¨ªan venderse en las farmacias, ni pagando las tasas propias de un f¨¢rmaco (cosa que no hacen) ni sin pagarlas. Cabe albergar la duda de si podr¨ªan venderse en las ferias y los circos, los huertos urbanos de los agricultores ecol¨®gicos y las carpas que animan el verano neo-rural de las masas paleo-urbanas. Son un cuento coreano, pero seguramente tambi¨¦n lo son los extractos de rosa y clavel que nos venden all¨ª para conservar nuestras manos y pies.
Pocos racionalistas defender¨¢n que hay que poner un polic¨ªa detr¨¢s de cada mercadillo. Pero no deber¨ªamos vender los productos homeop¨¢ticos en las farmacias, porque eso es tasarlos y validarlos, eso es disfrazarlos de medicina seria, eso es enga?ar a la gente. Resultan tan inocuos como una frasca de agua ¡ªy a menudo lo son literalmente¡ª, pero pueden inducir al p¨²blico a desistir de los tratamientos m¨¦dicos reales, y conducir as¨ª a una muerte evitable.
El primer Gobierno que saque los productos homeop¨¢ticos de la farmacia se apuntar¨¢ un tanto de los gordos
Entonces, ?es complicado el tema de los productos homeop¨¢ticos? Lo es, y mucho, como puedes leer en Materia, en un nuevo art¨ªculo de nuestro sabueso contra las pseudociencias, Javier Salas. Para empezar, una directiva europea de 2001 (s¨ª, de hace 17 a?os) obliga a los pa¨ªses miembros a considerar los remedios homeop¨¢ticos como medicamentos. No s¨¦ qui¨¦n redact¨® ese texto prehist¨®rico, pero es obvio que se equivoc¨®: los remedios homeop¨¢ticos no son medicamentos. En cualquier caso, es muy posible que interpretar la directiva de manera inteligente sea mucho m¨¢s r¨¢pido y eficaz que intentar corregir las torpezas del dinosaurio de Bruselas. De hecho, tomar la directiva en sentido literal ser¨ªa una buena soluci¨®n: si consideramos medicamentos a estas frascas de agua, az¨²car y otras cosas, tendremos que forzarles a demostrar su seguridad y eficacia en ensayos cl¨ªnicos. Como ninguno ha demostrado eso ¡ªni seguramente lo har¨¢ nunca¡ª, estos remedios deber¨¢n excluirse de las estanter¨ªas de los farmac¨¦uticos. Es solo una idea.
Entonces, ?es complicado el tema de los productos homeop¨¢ticos? No deber¨ªa haber un asunto m¨¢s f¨¢cil de resolver, pues los cuatro partidos de implantaci¨®n nacional est¨¢n de acuerdo en el fondo de la cuesti¨®n: rechazar las pseudociencias y las pseudoterapias. No conozco ninguna otra cuesti¨®n en que se d¨¦ un consenso pol¨ªtico semejante. Los partidos, sin embargo, son unos ecosistemas complejos. Sus asesores cient¨ªficos han logrado sacar adelante unos compromisos razonables de sus aparatos, pero a sus estrategas electorales se les debe de poner el vello de punta con esas iniciativas. La primera encuesta del CIS sobre el asunto ha confirmado que la mayor¨ªa de los espa?oles no muestran escepticismo sobre estos cuentos fraudulentos, y es probable que el lector conozca a alguien cercano que se traga la f¨¢bula, literalmente.
Pero los estrategas electorales se equivocan. En una cuesti¨®n que obviamente se opone a toda raz¨®n cient¨ªfica, y sobre la que todos los partidos est¨¢n de acuerdo, no tienen nada que perder si apoyan a la ciencia y desoyen a los chamanes. El primer Gobierno que saque los productos homeop¨¢ticos de la farmacia se apuntar¨¢ un tanto de los gordos. Ojal¨¢ sea este. Y ojal¨¢ sea ya.
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