Luther King, inventor moral
El reverendo negro asesinado hace 50 a?os nos leg¨® una terapia eficaz contra lo injusto
A Martin Luther King lo mataron hace medio siglo, en un hotelucho de Memphis, de un balazo en la garganta. Cinco a?os antes de aquello hab¨ªa acudido a una de las ciudades m¨¢s racistas del Sur ¡ªBirmingham, Alabama¡ª en respuesta a una petici¨®n de ayuda de la comunidad negra local. Lo encarcelaron nada m¨¢s ponerse en la cabeza de la manifestaci¨®n, por supuesto ilegal. All¨ª escribi¨® su Carta desde la c¨¢rcel de Birmingham, uno de los textos morales y pol¨ªticos m¨¢s influyentes y hermosos que se han escrito jam¨¢s.
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Lo redact¨® en cuatro d¨ªas. Escribi¨® solo, aislado, sin libros ni material alguno, en una celda miserable y mugrienta. Empez¨® la redacci¨®n en los m¨¢rgenes de un peri¨®dico que era, de hecho, el motivo mismo de la carta. En ¨¦l pudo leer el mensaje que varios pastores y rabinos ¡ªblancos¡ª de la ciudad quer¨ªan hacerle llegar. Le dec¨ªan, entre otras cosas, que sus m¨¦todos propiciaban la violencia y que era mejor esperar. Aquello no le sent¨® bien.
King les respondi¨® reafirm¨¢ndose en su compromiso absoluto con la no violencia. Se trata de una apuesta moral no exenta de pol¨¦mica, pero a la que muy significativamente todos, incluso sus cr¨ªticos, reconocen una innegable altura moral. Una altura moral muy similar a la que atesoran el perd¨®n o la compasi¨®n, que escapan a la l¨®gica, y por tanto a la justicia, pero que, al mismo tiempo, de alg¨²n modo las superan a ambas. Tolkien lo expres¨® maravillosamente bien: ¡°Para aquel que no conoce la piedad, los hechos piadosos son extra?os e incomprensibles¡±. Y, entre nosotros, Aurelio Arteta ha escrito sobre la compasi¨®n p¨¢ginas que rebosan profundidad filos¨®fica.
Pero, m¨¢s all¨¢ de eso, a ese dogma King le a?adi¨® una habil¨ªsima diferencia entre ¡°violencia¡± y ¡°acci¨®n directa¡±. Y sobre el quicio de esa distinci¨®n fue capaz de articular una respuesta novedosa a uno de los temas cl¨¢sicos de la reflexi¨®n pol¨ªtica sobre el poder, el de la justificaci¨®n de la violencia a la hora de enfrentarse a la injusticia. King hab¨ªa aprendido que existen maneras de combatir el mal que no son en absoluto violentas y que pueden resultar muy eficaces.
Su bautismo de fuego lo recibi¨®, junto a Rosa Parks, en Montgomery, donde juntos organizaron en 1955 el legendario boicoteo a la compa?¨ªa de autobuses que acab¨® con las leyes segregacionistas en los transportes locales. Tras aquella peque?a gran victoria, aupado en Ghandi, en Tolst¨®i y en Thoreau, King se dedic¨® en cuerpo y alma a extender una y otra vez el m¨¦todo democr¨¢tico por excelencia para resolver las disputas ¡ªsiempre dram¨¢ticas¡ª entre lo que la ley establece y lo que la justicia clama. Entre lo legal y lo leg¨ªtimo, lo real y lo ideal, la angustia y el anhelo. Lo que despu¨¦s hizo en Birmingham, en aquella celda miserable, fue tan solo poner todo aquello por escrito. Nos dio una teor¨ªa de la desobediencia civil.
King hab¨ªa aprendido que existen maneras de combatir el mal que no son en absoluto violentas y que pueden resultar muy eficaces
Esa teor¨ªa es conocida. Establece cinco grandes compromisos. Uno, si tienes que desobedecer, que sea por algo eminentemente injusto, no por un inter¨¦s personal o un capricho menor. Dos, jam¨¢s uses la violencia. El dolor no solo no solucionar¨¢ el problema, sino que complicar¨¢ su soluci¨®n y ensanchar¨¢ el mal en el mundo. Tres, agota todos los cauces legales antes de desobedecer. Cuatro, acepta el castigo legalmente impuesto. Cinco, utiliza ese mismo castigo como plataforma de denuncia. Tu acci¨®n ha de ser p¨²blica, pol¨ªtica.
Mezcladas en dosis diferentes seg¨²n el caso, esas cinco exigencias han estado presentes en muchas de las luchas pol¨ªticas y morales m¨¢s meritorias e irrenunciables de los ¨²ltimos tiempos. Han logrado que las batallas contra lo injusto no originen todav¨ªa m¨¢s dolor que el que pretenden evitar y que el mal que las origina sea erradicado de un modo m¨¢s profundo y duradero. Gracias a la desobediencia civil nuestro mundo no es, ni remotamente, perfecto, pero es mejor.
De todos los magn¨ªficos inventos del siglo XX, el de King merece ser citado entre los principales: nos leg¨® una terapia eficaz contra lo injusto. No infalible, claro, pero s¨ª mucho m¨¢s fruct¨ªfera que las estrategias previas, reducidas con demasiada frecuencia a una respuesta ciega y brutal ante lo intolerable. Ahora que se cumplen 50 a?os de su asesinato, conviene recordar la grandeza pol¨ªtica de aquel extraordinario invento que un joven reverendo negro alumbr¨® en una c¨¢rcel de Birmingham, Alabama, en pleno epicentro del horror.
Jorge Urd¨¢noz Ganuza es profesor de Filosof¨ªa del Derecho de la Universidad P¨²blica de Navarra.
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