El mensajero sideral
El ombligo terrestre cambiar¨ªa de perspectiva con la ayuda de su telescopio casero, convirtiendo los cielos sagrados en un tejido profano a la vista aumentada de la ciencia
En Florencia, en el museo dedicado a Galileo, destaca la reliquia de su dedo coraz¨®n que se muestra seco y erguido ante la mirada del visitante. Seg¨²n cuentan las cr¨®nicas, aquel dedo fue cercenado de su mano junto a otros dedos.
El suceso ocurri¨® en 1737, casi cien a?os despu¨¦s de que Galileo muriese, cuando los restos de su cuerpo fueron llevados a la Bas¨ªlica de la Santa Croce, en Florencia, para recibir sepultura. Durante el traslado, el cuerpo de Galileo sufri¨® el fan¨¢tico asalto de sus seguidores y los trozos de su cad¨¢ver se repartieron por toda Florencia como reliquias m¨¢gicas que atra¨ªan la suerte. Resulta parad¨®jico que el hombre que inaugur¨® el m¨¦todo cient¨ªfico moderno y para el cual todo estaba sujeto a c¨¢lculo -incluso el infierno de Dante-, acabase sirviendo a la superstici¨®n.
El macabro detalle nos revela que Galileo nunca dejar¨ªa de ser un hombre con alma de brujo desde que vino a demostrar que Venecia no era el centro del Mediterr¨¢neo, ni el Mediterr¨¢neo el centro del mundo, as¨ª como nuestro mundo tampoco era el centro del Universo. El ombligo terrestre cambiar¨ªa de perspectiva con la ayuda de su telescopio casero, convirtiendo los cielos sagrados en un tejido profano a la vista aumentada de la ciencia. Su revoluci¨®n supondr¨¢ el triunfo de la modernidad sobre la antig¨¹edad aunque la modernidad tardase en imponerse.
Tal y como escribe en una carta a su cu?ado, gracias a la ciencia de la perspectiva contenida en el invento del catalejo, Galileo consigui¨® fabricar uno que ¡°sobrepasaba la reputaci¨®n del artilugio flamenco¡±. Con el nuevo instrumento, Galileo reunir¨ªa a todo el senado veneciano en el campanario de San Marcos, para que viese los barcos y veleros que navegaban en la lejan¨ªa. Pocos meses despu¨¦s, perfeccionar¨ªa la herramienta dirigi¨¦ndola a las estrellas.
El hombre que ampli¨® los l¨ªmites del universo morir¨ªa con su espacio reducido a causa de la ceguera. ¡°Un espacio poco mayor que el que ocupa mi persona¡± escribir¨ªa Galileo acerca de s¨ª mismo
De esta forma, Galileo consigui¨® abrir el camino para el m¨¦todo de actuaci¨®n de la ciencia. Por un lado, construy¨® el aparato necesario, luego hizo el experimento y posteriormente public¨® su resultado bajo el t¨ªtulo: ¡°El mensajero sideral¡±, un tratado donde, entre otras cosas, nos habla de las estrellas de J¨²piter y de la superficie ¡°rugosa e irregular¡± de la luna. Los cuatro sat¨¦lites de J¨²piter, a los que hac¨ªa alusi¨®n en su trabajo, los denomin¨® "Planetas Mediceos" en honor a la familia Medici. Hoy en d¨ªa se denominan sat¨¦lites galileanos en honor a su descubridor, siendo sus nombres Io, Europa, Calisto y Gam¨ªnedes.
Seg¨²n cuenta en su libro, el 7 de enero de 1610, en la primera hora de la noche, Galileo estaba viendo las constelaciones de los cielos a trav¨¦s de su telescopio cuando observ¨® tres peque?as estrellas junto al planeta J¨²piter. A la noche siguiente, 8 de enero, ¡°guiado por una cierta fatalidad¡±, Galileo volvi¨® a mirar los cielos y cuando vio que las tres peque?as estrellas se hab¨ªan desplazado al oeste de J¨²piter, pondr¨ªa en evidencia la sagrada teor¨ªa geoc¨¦ntrica. Luego, en observaciones posteriores, descubrir¨ªa una cuarta estrella, estableciendo que ¡°no s¨®lo existen tres, sino cuatro cuerpos sid¨¦reos err¨¢ticos que hacen sus revoluciones alrededor de J¨²piter."
Las hip¨®tesis se presentaban como hechos y los dioses quedar¨ªan reducidos a n¨²meros, asunto que no estaba bien visto por la Iglesia de la ¨¦poca cuya Sagrada Congregaci¨®n condenar¨ªa a Galileo. Ya sabemos que el universo funcionaba de forma milagrosa y pensar lo contrario era anatema. Su descubrimiento tendr¨ªa una importancia revolucionaria pues tal y como dir¨ªa Borges, vino a confirmar que la teolog¨ªa es una rama de la literatura fant¨¢stica.
Lo dem¨¢s ya es historia pues Galileo acab¨® juzgado y preso en su domicilio, muriendo ciego por culpa de acercar la luz del sol a sus ojos a trav¨¦s del telescopio. El hombre que ampli¨® los l¨ªmites del universo morir¨ªa con su espacio reducido a causa de la ceguera. ¡°Un espacio poco mayor que el que ocupa mi persona¡± escribir¨ªa Galileo acerca de s¨ª mismo.
Por todo ello, el dedo f¨®sil que luce en el museo, m¨¢s que una reliquia, es el s¨ªmbolo de una afrenta, una provocaci¨®n que ha sobrevivido a los tiempos para burlarse de la ignorancia que conden¨® a su due?o en una ¨¦poca donde la Iglesia de Roma era el centro del mundo y el espejo de las supersticiones.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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