¡°El flamenco es muy africano¡±
Yinka Esi Graves es una de las pocas bailaoras negras del panorama mundial. Demuestra que este arte no entiende de colores
Su nombre proviene del yoruba de Nigeria, pero ella naci¨® en Londres. De padre jamaicano y madre ghanesa, ha vivido en Nicaragua, en Guadalupe, en Cuba y en Espa?a. Baila desde los cinco a?os y lleva los ¨²ltimos 10 en Sevilla, a donde acudi¨® para continuar aprendiendo flamenco durante una temporada y este arte le rob¨® el coraz¨®n y la vida. Ella es Yinka Esi Graves (Londres, 1983) y es todo esto y mucho m¨¢s. Estudiante de Arte, locutora de radio y hasta gu¨ªa tur¨ªstica en los tiempos en los que ten¨ªa que recurrir a cualquier trabajo para pagarse las clases de danza. Bailaora y negra, s¨ª, de las pocas que se ven, pero no por ello menos flamenca.
Taconea en los escenarios de toda Europa y hasta en el cine ha hecho alguna incursi¨®n. Pero ella hoy es todo baile: intenso, penetrante y apasionado. Con ¨¦l levant¨® de sus asientos a las m¨¢s de 300 personas que fueron a verla al mercado central de Tarifa, en el marco del Festival de Cine Africano Tarifa-T¨¢nger (FCAT), que este a?o celebra su XV edici¨®n con una representaci¨®n muy fuerte de artistas afrodescendientes y de la di¨¢spora. Como Yinka, con la que han contado para actuar en la inauguraci¨®n y en la dos sedes del festival, a ambas orillas del Mediterr¨¢neo: la africana de T¨¢nger y la europea de Tarifa.
La ma?ana previa a su espect¨¢culo, Yinka Esi Graves concede una entrevista a este peri¨®dico. Es menuda, de hablar callado y maneras suaves, nada que ver con el volc¨¢n en el que se transforma sobre el escenario. Pero antes del ensayo final, toca descansar, alimentarse y charlar sobre c¨®mo una ni?a de familia "muy inglesa" ¡ªtercera generaci¨®n de inmigrantes en Reino Unido, con abuelos que ya estudiaron all¨ª¡ª? acab¨® en Sevilla. A Yinka se le considera una bailaora de origen ghan¨¦s, pero ella no est¨¢ muy a gusto con la etiqueta. "M¨¢s que ghanesa, soy una afrodescendiente de la di¨¢spora, y creo que es importante reconocernos porque tenemos una identidad muy particular. Somos europeos con esa herencia y esa conciencia espec¨ªfica".
La artista tiene una relaci¨®n muy particular con el mundo hispanohablante porque entre los dos y los cuatro a?os vivi¨® en Nicaragua, y aprendi¨® castellano con esa facilidad pasmosa que solo los ni?os tienen. "Mis padres eran grandes so?adores y grandes socialistas, por eso fuimos all¨ª", cuenta. Luego volvieron a Reino Unido y estudi¨® en el Liceo Franc¨¦s. A los 17 se fue de a?o sab¨¢tico a Cuba, donde el idioma, que no lo hab¨ªa vuelto a usar, le lleg¨® como un vendaval. "De repente sent¨ª que entend¨ªa todo; con el espa?ol siempre me he sentido como algo en casa, lo siento familiar".?
"Mi cuerpo ha luchado para ense?arme lo que quer¨ªa hacer"
Yinka bailaba desde los cinco a?os: primero ballet cl¨¢sico, como tantas ni?as. A¨²n muy peque?a, pas¨® por las clases de una bailarina senegalesa de la que ha olvidado sus lecciones pero no su talento. "Solo me acuerdo de estar pensando: 'qu¨¦ maravilla de mujer". En la isla se inici¨® en el baile afrocubano y ya a su vuelta a Sussex, la ciudad brit¨¢nica donde fue a la universidad, descubri¨® el flamenco. "Se me daba bien y me gustaba, pero en mi cabeza no era una opci¨®n como profesi¨®n", reconoce. "Tard¨¦ mucho en decidirme a venir a Espa?a, en aceptar que era esto lo que quer¨ªa hacer.? Digamos que mi cuerpo ha luchado para ense?¨¢rmelo"
La joven aterriz¨® en Sevilla con la idea de pasar una temporada. "Me mud¨¦ para seguir aprendiendo, quer¨ªa sentir que entend¨ªa lo que estaba haciendo". Este pensamiento, dice, hoy le parece muy ingenuo. "El flamenco es tan amplio, tan complejo, tan grande¡ Cre¨ªa que pod¨ªa venir un par de a?os, aprender un poco m¨¢s y luego seguir con mi vida; estudiaba Historia del Arte y me ve¨ªa en eso. Pero ha sido la misma vida que ha ido, poquito a poco, llev¨¢ndome a donde estoy ahora".
Yinka tiene un estilo muy particular en el que los entendidos aprecian aires africanos y tambi¨¦n contempor¨¢neos. Su estilo es categ¨®rico, directo, personal e incluso extremo, le sale de las tripas, aunque ella dice que no sabr¨ªa ponerle nombre a lo que interpreta y que lo bello es, precisamente, lo autodidacta y personalizable que resulta. "Dentro de much¨ªsima estructura y much¨ªsima t¨¦cnica, hay espacio para la expresi¨®n individual de la persona".
Por eso, lo que le hace amar tanto el flamenco es la sensaci¨®n de que a pesar del reto y la dificultad que entra?a su ejecuci¨®n es posible llegar a algo "muy sagrado", seg¨²n describe. "Creo que es algo ¨²nico; dir¨ªa que en esto el flamenco es muy africano", resuelve. "Es un espacio para la improvisaci¨®n desde un entendimiento musical muy cercano. No se trata de poner una m¨²sica y ya, sino que esta tiene mucho que ver con el baile y con el cante, es algo que ocurre de forma totalmente unida y muchas otras danzas no funcionan de esta forma: m¨¢s bien la m¨²sica est¨¢ ah¨ª para apoyar". Pone de ejemplo Gurumb¨¦, canciones de tu memoria negra, un documental sobre la huella cultural de los esclavos negros en Espa?a en el que ella figura, y del que ha contado en alguna ocasi¨®n que le ha ayudado a reconciliar su cabeza y su coraz¨®n. "En ¨¦l ves la idea del remate. Estamos comunicando juntos, pero t¨² aportas tu impronta personal".
Baila Yinka una noche de primavera en Tarifa, dentro del mercado de abastos, donde no hay ya a esas horas personas comprando pescado fresco sino admiradores de la bailaora que se apresuran para ocupar las ¨²ltimas sillas libres. El aforo est¨¢ completo y todos los sentidos puestos en las tablas, desde las que la bailaora comparte m¨¦ritos con el cantaor Vicente Gelo y el guitarrista holand¨¦s Tino Vandersmann. "Est¨¢ en su mejor momento", susurra un asistente. Y es cierto, a juzgar por sus palabras durante la entrevista, cuando aborda los estilos que le gustan, de la sole¨¢ a la seguidilla y a las alegr¨ªas, las que m¨¢s le han costado. "Mucha gente empieza por ellas, y yo he tardado todos estos a?os, ahora es cuando estoy entendiendo y sintiendo que puedo bailarlas. Es un palo que no va solo de ser feliz, sino de estar muy bien con uno mismo y muy bien en su cuerpo, y que lo puede celebrar".
Es inevitable abordar la cuesti¨®n de su negritud, porque es cierto que la sociedad a¨²n no se ha acostumbrado a ver a mujeres negras taconeando. "Me ha pasado que la gente no se cree que bailo porque les parece extra?o". Pero, asegura Yinka, tambi¨¦n percibe que el flamenco cada vez se abre m¨¢s y que hay cada vez m¨¢s gente de muchos or¨ªgenes aprendiendo a bailarlo."Se est¨¢ profesionalizando y llegando a un nivel muy bueno, as¨ª que poco a poco la idea de qui¨¦n es una bailaora va cambiando", asegura. Una prueba de esa diversidad es el proyecto que tiene entre manos ahora mismo con otras dos artistas brit¨¢nicas, Noem¨ª Luz y Magdalena Mannion. Ellas forman el grupo Dot Dot Dot y con su espect¨¢culo No Frills se han recorrido Espa?a y media Europa demostrando que el flamenco no tiene pasaporte y que, si fue declarado patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco en 2010 fue, precisamente, para hacerlo a¨²n m¨¢s universal.
"Me ha pasado que la gente no se cree que bailo porque les parece extra?o"
Lo que Yinka tiene claro es que no acepta ser utilizada como reclamo publicitario. "Si todav¨ªa no tengo el nivel prefiero no estar a que me usen porque soy llamativa. Por supuesto que cuando uno me vea se va a dar cuenta de que soy negra, pero tambi¨¦n me gustar¨ªa que vieran lo que estoy aportando como artista".
La brit¨¢nica recalca que ni quiere ni puede disimular el color de su piel, y que lo considera una suerte porque eso le oblig¨® desde el principio a expresarse desde qui¨¦n es. "Solo puedo bailar como bailo porque por fin me siento capaz de expresarme desde todas las cosas que atraviesan mi cuerpo", suspira. "Lo que soy, con mis condiciones, con lo que me mueve y con mi manera particular de percibir el mundo. Son sentimientos que ahora siento que soy capaz de dejar salir".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.