?Qu¨¦ deben hacer los dem¨¢s?

?Qu¨¦ deben hacer los constitucionalistas? En su cualidad de defensores de la legalidad democr¨¢tica, su primer deber es cumplirla.

Por tanto, desde el minuto cero en que haya Govern, deben atenerse al decreto de intervenci¨®n de la Generalitat por el art¨ªculo 155. Y, como aquel ordena, dejarlo decaer. Un discurso, un programa, un cat¨¢logo de prop¨®sitos, por disparatados que sean, no por ello constituyen materia susceptible de intervenci¨®n.

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Enseguida deben adaptarse a la nueva situaci¨®n. El proc¨¦s-bis reinstaurado ayer es un circunloquio. Un proceso de nuevo cu?o, que busca multiplicar las habilidades para sortear la ley; una renovada y m¨¢s perfilada astucia; un enmascaramiento de la continuaci¨®n del golpe endosando su autor¨ªa a los dem¨¢s en todas sus aristas ilegales: a Bruselas, el Consejo de la Rep¨²blica; al activismo callejero de las plataformas indepes, el ¡°proceso constituyente¡±.

Si eso es as¨ª, el proc¨¦s-bis ser¨¢ un monumental y continuado fraude de ley. Aquel en que incurren los autores o inductores de ¡°actos realizados al amparo del texto de una norma, que persigan un resultado prohibido por el ordenamiento jur¨ªdico o contrario a ¨¦l¡± (art¨ªculo 6.4 del C¨®digo Civil).

Precisamente por eso, por la m¨¢scara y la doblez que implica, ser¨¢ de m¨¢s ardua, prolija y procelosa persecuci¨®n legal.

Eso significa que si la mera defensa del ordenamiento y la simple apelaci¨®n a su ¨¢rbitro ¡ªla judicatura¡ª, siendo imprescindibles nunca fueron suficientes, ahora lo son a¨²n menos. El cors¨¦ correctivo del 155 autoriza medidas para reparar los desaguisados efectivos, no intencionales.

Adem¨¢s, se ha comprobado ya que el primer envite no es entre Catalu?a y el conjunto de Espa?a, sino entre los propios catalanes. Conviene pues que sean estos, antes que nadie, quienes traten de reenderezar el estropicio.

Ha llegado el momento para hacer pol¨ªtica, para emprender otras formas de hacer pol¨ªtica. De oposici¨®n, ese vac¨ªo.

Imaginen una oposici¨®n (plural, claro, pero deber¨ªa ser tambi¨¦n efectiva) que monitorice todas las actuaciones dudosas y sectarias (que las habr¨¢) de la nueva Administraci¨®n.

Que examine la relaci¨®n cost-benefit (para los ciudadanos) de cada embajada restituida. Que instaure en el Parlament una aut¨¦ntica oficina de reclamaciones sobre los abusos cometidos en favor de una parte de la sociedad, que falsamente se reclama como el todo. Que establezca un r¨ªgido control financiero sobre los gastos y subvenciones a las operaciones de secesi¨®n, llamando todas las semanas a cap¨ªtulo a interventores, a contables y toda suerte de comisarios. Que vigile estrechamente la deriva insurreccional planteada como un angelical suced¨¢neo.

Un Gobierno en la sombra ser¨ªa excesivo para una oposici¨®n fragmentada. Pero es recomendable un comit¨¦ de coordinaci¨®n, con transparencia, de todos los disidentes. Vigilancia milim¨¦trica. Y as¨ª no habr¨ªa que recurrir al palo y tente tieso.