Leo Harlem: Come y habla

Leo Harlem es como un gato, encadena vidas una tras otra. La que le toca ahora es conocida por todos: en su faceta de c¨®mico, lleva a?os desatando las carcajadas con sus chistes y mon¨®logos. Antes fue camarero en un bar de Valladolid, de donde le viene el nombre art¨ªstico (aunque ¨¦l naci¨® en 1962 en Matarrosa del Sil, Le¨®n, de peque?o se traslad¨® a la capital castellanoleonesa). Aquel local, donde las copas se serv¨ªan a ritmo de jazz y soul, se llamaba Harlem. A ¨¦l, en realidad, le bautizaron como Leonardo Gonz¨¢lez Feliz. ¡°Al cerrar mi bar por la noche, me iba a otro que estaba justo debajo de mi casa, y la ¨²ltima copichuela antes de marcharme me la tomaba ah¨ª¡±, recuerda. ¡°All¨ª se hac¨ªan espect¨¢culos, y el due?o me dijo un d¨ªa: ¡®Yo me r¨ªo mucho contigo, as¨ª que tienes que venir a actuar¡¯. Yo cre¨ª que era de broma, pero hizo un cartel anunci¨¢ndolo y ah¨ª empez¨® todo¡±.

En su anterior existencia, hab¨ªa trabajado como panadero. Al echar la vista atr¨¢s, reconoce que el panorama le ha dado un giro de 180 grados. Pero sabe que de todo se aprende y que siempre hay un lado bueno de las cosas. ¡°Con la hosteler¨ªa tambi¨¦n he disfrutado mucho. Se conoce a mucha gente y es una actividad que nunca es igual de un d¨ªa para otro¡±, defiende. ¡°Adem¨¢s, yo valoro mucho el papel cultural de los bares y de las tascas, de alternar. A m¨ª me gusta salir a tomarme un vino, dar un paseo, hablar con todo tipo de gente. Todo eso es muy bonito, y en alg¨²n sentido eso se est¨¢ perdiendo¡±.

Para intentar aportar nuestro granito de arena al mantenimiento de las buenas costumbres, nos hemos citado en la madrile?a Casa Emilio, una tasca con solera frecuentada por figuras como el poeta Gabriel Celaya o el periodista Luis Carandell. El propio Harlem fue asiduo durante un tiempo. Inspirados por los sabrosos aperitivos que ofrecen, vamos a preparar dos tapas sencillas y originales, una de cecina con mango y la otra de zamburi?as en lima. ¡°Vivimos en un pa¨ªs que tiene una variedad de comida espectacu?lar¡±, sentencia el c¨®mico, que desde que comenz¨® en esta profesi¨®n ha aprendido y disfrutado de la gastronom¨ªa como nunca, sobre todo cuando sale de gira. ¡°La prueba es que he engordado 25 kilos desde que empec¨¦¡±, reconoce, aun admitiendo que su madre tambi¨¦n le ten¨ªa habituado a grandes alegr¨ªas en la mesa. ¡°Gracias a su bacalao encebollado entend¨ª que Newton no descubri¨® la gravedad por c¨®mo cae una manzana, sino por c¨®mo caen las lascas del pescado¡±.

Adem¨¢s de probar platos deliciosos, esta nueva etapa de su vida le ha permitido tambi¨¦n instruirse con las ense?anzas de humoristas no menos exquisitos. Tiene ¨ªdolos para todos los gustos. ¡°Eugenio era un maestro de lo sobrio, igual que Chiquito lo era de lo recargado¡±, pone como ejemplo. El mismo chiste contado por Eugenio duraba 15 segundos y por Chiquito tres minutos y medio. Ah¨ª es cuando te das cuenta de que a veces los extremos se tocan, porque ambos hac¨ªan humor tan bueno, tan personal, que en ambos casos funcionaba¡±. Con todo, insiste en que la mejor fuente de conocimiento, la m¨¢s inesperada, puede hallarse en cualquiera. En todos. Por eso hay que echarse a las calles. Y a los bares. ¡°En el que yo trabajaba hicimos relaci¨®n de mucha gente. Hubo hasta quien acab¨® cas¨¢ndose. Presentabas a uno, a otro, y era muy chulo¡±, recuerda. ¡°Hablaba el arquitecto con el alba?il, el juez con el delincuente¡­ Y eso es algo maravilloso¡±.

Cecina con mango

1,50 euros por persona

Zamburi?as en lima

1,50 euros por persona