Cabalgando sobre un rayo de luz
Cuando las dudas asaltan, la ¨²ltima palabra la tiene la realidad
El mayor insulto hacia Dios es el que asegura que todo lo que pasa en el mundo ocurre por voluntad divina. Algo parecido dec¨ªa Christopher Hitchens, quien se pas¨® buena parte de su vida denunciando la contradicci¨®n existente entre las revelaciones b¨ªblicas y la realidad del mundo. Hay un v¨ªdeo circulando por Internet y donde Christopher Hitchens, de manera breve pero intensa, nos viene a explicar que el creyente siempre est¨¢ m¨¢s interesado en lo que sabe que en lo que no sabe.
Creer en la duda -nos dice Hitchens- siempre es mejor que cualquier certeza. Es m¨¢s, si nos proponemos ir en busca de la inspiraci¨®n, esta s¨®lo la podemos encontrar, sin trampas, en todo lo relativo a la materia. Las im¨¢genes captadas por el telescopio espacial Hubble nos muestran el ejemplo; son sorprendentes, de una belleza desconcertante. Tanto es as¨ª que hasta la persona menos favorable a la fascinaci¨®n, deja de ser inmune a la capacidad de asombro si las contempla, aunque lo haga por un breve instante. Las galaxias espirales, jaspeadas de colores luminosos nos recuerdan el deslumbramiento que sentimos la primera vez que acercamos nuestra mirada al extremo de un caleidoscopio. Son im¨¢genes de tal plasticidad y viveza, que nos llevan a afirmar que la ciencia es un arte por derecho propio.
Creer en la duda -nos dice Hitchens- siempre es mejor que cualquier certeza
Ante el deslumbramiento, podemos aventurarnos a decir que la contemplaci¨®n de las im¨¢genes capturadas por el telescopio Hubble, llega a ser una experiencia enriquecedora para los temperamentos art¨ªsticos que busquen inspiraci¨®n, ya que las citadas im¨¢genes establecen una relaci¨®n de identidad con una realidad que ha dejado de ser abstracta desde el momento que sabemos que, lo que estamos viendo, es tan real como que se trata del envoltorio de nuestro planeta. En el citado v¨ªdeo y ante la revelaci¨®n majestuosa de las hermosas galaxias, Christopher Hitchens deja el cap¨ªtulo b¨ªblico de Mois¨¦s y la zarza ardiente reducido a cenizas.
Si pudi¨¦ramos viajar hacia un agujero negro, eso ser¨ªa m¨¢s asombroso que una manada de cerdos pose¨ªdos por el demonio corriendo por un acantilado hacia el mar, nos dice Hitchens con el aplomo de alguien a quien las narraciones de la Biblia le impresionan poco o nada y, en cambio, se siente atra¨ªdo hacia el enigma que encierra una regi¨®n del espacio donde ninguna part¨ªcula material, ni siquiera la luz, puede escapar, un espacio, en teor¨ªa, donde el pasado y el futuro se dan a la misma vez y que nos recuerda a uno de aquellos relatos cient¨ªficos que firmaba Charles H. Hinton y que tanto estimaba Borges por haber sido inspiradores de su Aleph, el punto m¨ªtico del universo que contiene todos los tiempos.
Para Albert Einstein, la ciencia era una manera de revelar la belleza del universo
Sin ir m¨¢s lejos, para Albert Einstein, la ciencia era una manera de revelar la belleza del universo. Pregunt¨¢ndose c¨®mo ser¨ªa cabalgar sobre un rayo de luz, Albert Einstein alcanz¨® la teor¨ªa de la relatividad, mostr¨¢ndonos una relaci¨®n de hechos donde la luz va unida al tiempo, el tiempo al espacio, la energ¨ªa a la materia, la materia al espacio y el espacio a la gravitaci¨®n, creando con ello un sistema m¨¢s narrativo que matem¨¢tico pero sin perder pie sobre la materia que soportaba el peso del vuelo de su imaginaci¨®n.
Dando m¨¢s importancia a la imaginaci¨®n que al conocimiento, Albert Einstein formul¨® una bella teor¨ªa que resulta m¨¢s inspiradora que todas las certezas b¨ªblicas y sus derivados. Con ello, la visi¨®n cient¨ªfica fundamentada desde un punto de vista tan poco cient¨ªfico como el teol¨®gico, quedar¨ªa atr¨¢s en beneficio de una visi¨®n del mundo que va a ser fundamentada sobre la materia. Por tales asuntos, Christopher Hitchens, que era desconfiado en lo que a religi¨®n e idealismo se refiere, adoraba la ciencia como quien adora la duda contenida en todo pedazo de realidad.
Hitchens, que era desconfiado en lo que a religi¨®n e idealismo se refiere, adoraba la ciencia como quien adora la duda contenida en todo pedazo de realidad
Tal y como nos dice en el v¨ªdeo, si de algo estaba seguro Hitchens era de que no sab¨ªa y que la duda, el escepticismo, la innovaci¨®n y la investigaci¨®n son los ¨²nicos medios a partir de los cuales lo maravilloso, lo bello, lo asombroso y lo arm¨®nico ser¨¢n descubiertos. Porque cuando las dudas asaltan, la ¨²ltima palabra la tiene la realidad. Sin duda alguna.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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