¡°Si una mujer te quiere, va a acostarse contigo tanto si eres seropositivo como si no¡±
Uganda ha reducido la tasa anual de nuevos casos de VIH-Sida, pero el estigma prevalece. Por eso muchos hombres ocultan la enfermedad a sus parejas sexuales con consecuencias nefastas para ellas
Yusuf Byaruhanga est¨¢ sentado entre las paredes de color pastel deste?ido de una escuela de un suburbio de Kampala. Al lado de la silla reposa su bast¨®n. Este hombre de 63 a?os habla con franqueza de su condici¨®n de enfermo de sida. ¡°Muchos hombres temen la verg¨¹enza, el estigma y la discriminaci¨®n, o tienen miedo de perder su trabajo, as¨ª que ocultan su estado¡±, explica. ¡°Algunos no se dan cuenta de las ventajas de confesar que eres seropositivo¡±.
Byaruhanga es miembro de un grupo de vida positiva cuyos integrantes se apoyan mutuamente, comparten experiencias e instruyen a la comunidad en general sobre el sida y la salud sexual. Incluso han empezado un peque?o negocio conjunto en el que producen y venden art¨ªculos de artesan¨ªa.
El grupo forma parte de un movimiento ugand¨¦s que ha contribuido a librar la enfermedad de la infamia que la acompa?a. No obstante, incluso personas como Byaruhanga siguen defendiendo ideas muy poco avanzadas. A la pregunta de si es importante revelar a las posibles parejas sexuales que eres portador del VIH, el virus del sida, para que puedan consentir la relaci¨®n con conocimiento de causa, desecha la sugerencia. ¡°Si una mujer te quiere, va a acostarse contigo tanto si est¨¢s enfermo como si no¡±, zanja.
Esta clase de actitud tiene consecuencias. Las tasas de nuevos casos han descendiendo dr¨¢sticamente, seg¨²n UNAIDS; sin embargo, la prevalencia es significativamente mayor entre las mujeres que entre los hombres. Seg¨²n una encuesta nacional realizada en 2016-2017, el 7,6% de la poblaci¨®n femenina vive con la enfermedad frente a un 4,7% de los varones. Esta diferencia es especialmente alarmante en la franja de edad de entre 15 y 24 a?os, en la que el porcentaje es cuatro veces m¨¢s alto entre ellas.
Las causas detr¨¢s de esta disparidad son complejas, pero se pueden reducir en gran medida a las diferentes formas de desigualdad entre los sexos. Una de ellas es que perdura el tradicional papel masculino, por el cual se espera que los hombres sean dominantes. Un ejemplo bastante elocuente es que, en Uganda, las mujeres que han sido v¨ªctimas de violencia de g¨¦nero por parte de su pareja tienen un 50% m¨¢s de probabilidades de haberse contagiado de sida que las que no la han padecido.
No hemos visto el mismo empe?o por parte de los Gobiernos para que se hable de los privilegios de los hombres y de sus prerrogativas sexuales
Robert Wyron, profesor asociado de la Universidad de Colorado y autor de AIDS and Masculinity in the African City (Sida y masculinidad en las ciudades africanas) explica que las din¨¢micas de las relaciones tradicionales tambi¨¦n contribuyen a esta diferencia. ¡°Existe la idea de que las mujeres j¨®venes se sienten atra¨ªdas por las relaciones con hombres mayores que pueden prestarles apoyo, y resulta que es mucho m¨¢s probable que esos hombres sean seropositivos¡±, se?ala. ¡°Se convierte en un c¨ªrculo vicioso de desigualdad econ¨®mica sumada a la desigualdad de g¨¦nero¡±.
Wyron a?ade que las mujeres pueden seguir corriendo el riesgo de contraer la enfermedad incluso despu¨¦s del matrimonio. ¡°Debido que los hombres conservan sus privilegios sexuales, cuando est¨¢n casados suelen tener otras parejas, normalmente, en secreto¡±, explica. ¡°Enfrentarse a ellos puede tener consecuencias desastrosas para las mujeres, ya que, seguramente, les espera la violencia. Por eso las mujeres de la franja de edad ligeramente superior tambi¨¦n est¨¢n expuestas a la infecci¨®n¡±.
Dorcus Ndagire es miembro del grupo de vida positiva. Ella tiene 45 a?os y contrajo el sida a consecuencia de una violaci¨®n en su juventud. Estaba prometida e iba a casarse, pero su iglesia se neg¨® a celebrar el enlace cuando trascendi¨® que era seropositiva y su futuro esposo, no. Si hubiese sido al rev¨¦s, no habr¨ªa habido problema, pero en su caso, cuenta, "era demasiada deshonra".
Ndagire relata que, en su comunidad, los hombres suelen abandonar a sus parejas con el argumento de que ya no pueden mantenerlas. ¡°Aseguran que se han quedado sin ingresos o que han perdido el empleo y se van con otra mujer¡±, explica. ¡°Las mujeres se quedan con la enfermedad y luchando para cuidar de sus hijos¡±.
En ?frica oriental, el papel de protector y sost¨¦n de la familia forma parte de las normas masculinas, pero las consecuencias pueden ser fatales. Stephen Tugume, de 24 a?os, se enter¨® de que era seropositivo cuando, en su adolescencia, le hicieron una prueba despu¨¦s de que su madre cayese enferma y acabase muriendo. Tubume empez¨® a tomar los medicamentos necesarios, pero su padre, que tambi¨¦n ten¨ªa sida, se neg¨® a acompa?arlo en el tratamiento.
¡°Me dijo que no le iba bien econ¨®micamente, que si empezaba a tomar esos medicamentos tan fuertes no iba a sobrevivir, y que no ganaba lo suficiente para mantener a su familia y a s¨ª mismo¡±, recuerda. Su padre muri¨® al cabo de siete a?os.
Israel Bendaki puso en marcha el grupo para ayudar a los hombres que viv¨ªan negando su condici¨®n
En opini¨®n de Wyron, actualmente la pobreza estructural y las ideas tradicionales sobre la masculinidad son las principales barreras para hacer frente a la crisis del sida. ¡°Aunque en ?frica existen diversas organizaciones que se dedican a involucrar a los hombres en la prevenci¨®n del sida, no hemos visto el mismo empe?o por parte de los Gobiernos para que se hable de los privilegios de los hombres y de sus prerrogativas sexuales¡±, afirma. ¡°Y en pa¨ªses como Uganda, el Gobierno de la naci¨®n y el presidente son la encarnaci¨®n de las ideas dominantes y problem¨¢ticas sobre los hombres y la masculinidad. Con todo, la fuente m¨¢s evidente de todos estos problemas¡±, resume, ¡°es la persistencia de la pobreza urbana¡±.
Volviendo al grupo de vida positiva, su fundador, Israel Bendaki, de 55 a?os, muestra con orgullo las sandalias y los bolsos que han confeccionado. ¡°Puse en marcha el grupo para ayudar a los hombres que viv¨ªan negando su condici¨®n¡±, cuenta. ¡°Cuando me diagnosticaron, en 1990, ocult¨¦ mi estado y recurr¨ª a la bebida para olvidar mis preocupaciones¡±. Bendaki dice que la situaci¨®n ha mejorado mucho desde entonces, cuando no se dispon¨ªa de tratamiento m¨¦dico y el estigma era tal que la gente ¡°ni siquiera compart¨ªa una taza contigo¡±.
Pero a¨²n queda un largo camino por recorrer. En Uganda, la mayor¨ªa de los hombres siguen guardando silencio sobre su condici¨®n de seropositivos, mientras que las mujeres sufren la enfermedad desproporcionadamente. Aunque la iniciativa de Bendaki recibe el nombre de ¡°grupo de hombres¡±, en su mayor¨ªa est¨¢ compuesto por mujeres.
Este art¨ªculo forma parte de Big Men, un proyecto del Centro Europeo de Periodismo dedicado a contar historias period¨ªsticas sobre los hombres, la masculinidad y la igualdad de g¨¦nero en ?frica oriental.
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