Turismo asesino
Los bosques de Bali (que cubren m¨¢s de 127.000 hect¨¢reas) viven bajo una constante amenaza por la tala ilegal para urbanizar terreno y tambi¨¦n para fabricar souvenirs

La civeta es un peque?o mam¨ªfero que vive en la isla indonesia de Bali, entre otros lugares. El animal tiene una peculiaridad: sus heces contienen granos enteros de cafeto que, p¨¢smense, son utilizados para producir un sabros¨ªsimo caf¨¦. Esta aut¨¦ntica delicatessen es vendida a los turistas a precios desorbitantes. Tanto es as¨ª que gran parte de las civetas de la isla son extra¨ªdas de sus cafetales originales y encerradas en jaulas. As¨ª se facilita el acceso a sus preciados excrementos. Por si esto fuera poco, muchos de los productores del caf¨¦ m¨¢s caro del mundo (como se le conoce en la isla), han suprimido de la variada dieta de las civetas todo producto que no sean granos de esta planta.
Es solo un ejemplo de c¨®mo el turismo ataca a la fauna de este aut¨¦ntico para¨ªso asi¨¢tico. Pero no es el ¨²nico: montar en elefante es una de las atracciones favoritas de algunos visitantes, aunque genera graves problemas para los paquidermos. Lo explica la Fundaci¨®n para el Asesoramiento y Acci¨®n en Defensa de los Animales (Faada): ¡°Su reproducci¨®n en cautividad es dif¨ªcil. Por tanto, la mayor¨ªa de los animales utilizados son capturados del estado salvaje. Estas capturas ponen en grave peligro su conservaci¨®n como especie. Por otro lado, son domesticados mediante un m¨¦todo de entrenamiento extremadamente violento. Y, adem¨¢s, al contrario de lo que podr¨ªa parecer, los elefantes no est¨¢n dise?ados para soportar grandes pesos sobre sus lomos¡±.
Nadar entre delfines es otro de los reclamos de la isla. Pero, como denuncia la campa?a SOS delfines, esta actividad se realiza invadiendo las ¨¢reas de alimentaci¨®n y cr¨ªa de los cet¨¢ceos, lo que genera desorientaci¨®n y estr¨¦s entre los delfines cautivos.
Y, si la fauna balinesa tiene hoy que hacer frente a continuas agresiones por parte del turismo de masas, las agresiones a la flora de la isla son mucho m¨¢s flagrantes. Los bosques de Bali (que cubren m¨¢s de 127.000 hect¨¢reas) viven bajo una constante amenaza por la tala ilegal para urbanizar terreno y tambi¨¦n para fabricar souvenirs.
El acopio de agua para usos tur¨ªsticos tambi¨¦n genera problemas: en la costa sur de Bukit cada vez hay m¨¢s campos de golf y hoteles de lujo. Estos abusan del recurso l¨ªquido y crean gran cantidad de aguas residuales. Todo esto se suma a otros impactos medioambientales que no est¨¢n ligados a la llegada de visitantes, como el cambio clim¨¢tico ¡ªque altera el nivel mar y da?a costas y playas¡ª la invasi¨®n de territorios agr¨ªcolas debido al r¨¢pido crecimiento poblacional, la contaminaci¨®n del aire¡
La poblaci¨®n balinesa depende demasiado del turismo: limitarse a reclamar su fin ser¨ªa una irresponsabilidad
En Bali, el turismo tiene una gran capacidad de generar ingresos econ¨®micos. Y para incentivar ese sector, la esfera pol¨ªtica puede caer en la tentaci¨®n de no proteger al medio ambiente como debiera. Existe un proyecto que busca cubrir la bah¨ªa de Benoa, al sur de la isla, y destruir as¨ª sus manglares. Sucede que este ecosistema es vital para filtrar la basura y el agua contaminada de varios de los r¨ªos que all¨ª desembocan al mar. Pues a pesar de la enorme oposici¨®n popular, el proyecto sigue adelante. El presidente Susilo Bambang Yudhoyono declar¨® sus manglares terrenos no protegidos y sus sucesores, a pesar de las s¨²plicas del pueblo, no han revertido la decisi¨®n.
El caso es que la poblaci¨®n balinesa depende demasiado del turismo: limitarse a reclamar su fin ser¨ªa una irresponsabilidad. Entonces, ?qu¨¦ se puede hacer para reducir el impacto medioambiental del turismo en general (y en esta isla en particular)?
Ya que en Bali pr¨¢cticamente no hay normativas medioambientales, tendr¨¢ que ser el propio turista el que proteja la isla. La idea es que su visita no deje huella alguna, y aqu¨ª va una bater¨ªa de propuestas para lograrlo.
Primero, reducir el uso del pl¨¢stico en bolsas, pajitas y botellas de agua. Es cierto que el agua del grifo no es segura, pero se puede pedir a los alojamientos escogidos que rellenen las botellas del turista con el agua potable de sus dep¨®sitos. Segundo: no malgastar el preciado l¨ªquido. Prescindir de piscinas privadas y no lavar s¨¢banas ni toallas a diario. Tercero, ahorrar energ¨ªa: evitar (o reducir), en la medida de lo posible, el uso del aire acondicionado y de luz el¨¦ctrica. Cuarto, no participar en atracciones que incluyan animales. No acariciarlos, alimentarlos ni, en general, interactuar con ellos ya que se puede alterar su comportamiento natural.
Bali es un lugar maravilloso. Su poblaci¨®n es especialmente m¨ªstica y el turista participa activamente de esa espiritualidad. Todos los visitantes que he conocido concuerdan en que la estancia en la isla les ha llenado de una serenidad especial: no puedo m¨¢s que recomendar ir hasta all¨ª. Pero la visita a este lugar, como a cualquier otro, debe llevarse a cabo con una ¨®ptica de protecci¨®n y respeto a su medio ambiente.
Miguel Forcat Luque es economista y trabaja para la Comisi¨®n de la Uni¨®n Europea. El prop¨®sito de este art¨ªculo fue escrito por el autor por su propio nombre y no refleja necesariamente el punto de vista de la instituci¨®n para la que trabaja. El prop¨®sito de este art¨ªculo no compromete la responsabilidad de esta instituci¨®n.
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