?La soluci¨®n al turismo? Todo lo contrario
El "Manual del antiturismo" nos invita a dejar de viajar para salvar el planeta
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?Qui¨¦n no se ha sentido mal alguna vez visitando una tienda de souvenirs, que podr¨ªamos haber bautizado igualmente como tienda de los horrores? ?O qui¨¦n no ha sentido verg¨¹enza en una playa en el Caribe donde s¨®lo se broncean blancos? ?O qui¨¦n no ha vuelto de vacaciones sinti¨¦ndose bastante absurdo? Son preguntas que se formula Rodolphe Christin, soci¨®logo y autor, en su Manuel de l¡¯antitourisme (Manual del antiturismo). Para este autor, incluso los turistas mejor intencionados (y concienciados) contribuyen a su pesar a la mundofagia tur¨ªstica.
La industria tur¨ªstica, sostiene Christin, se enorgullece de presentar la diversidad cultural del mundo, pero de hecho se dedica a destruirla. Al leer esta frase he recordado a unos amigos alemanes, personas con mucho mundo a sus espaldas, quienes visitaron Barcelona poco despu¨¦s de los Juegos Ol¨ªmpicos. Deb¨ªa de correr el a?o 1993 y la ciudad a¨²n herv¨ªa en la euforia postol¨ªmpica. Recuerdo muy bien la cara que se me puso cuando, despu¨¦s de haberlos paseado con orgullo por el nuevo barrio ol¨ªmpico y por las playas y paseos ganados al mar, mis amigos soltaron un suspiro y acto seguido sentenciaron: ¡°No est¨¢ mal pero hemos visto lo mismo en muchos otros sitios del mundo¡±.
P¨¦rdida de identidad cultural, contaminaci¨®n, gentrificaci¨®n, turismofobia¡ Son muchos los efectos colaterales indeseados de la proliferaci¨®n tur¨ªstica. Esta moda nace en el siglo XX con las vacaciones pagadas en los pa¨ªses ricos occidentales. Son ellos, de hecho, quienes env¨ªan a la mayor¨ªa de turistas (alemanes, americanos, ingleses, franceses y japoneses) y son ellos quienes reciben al gran flujo tur¨ªstico (Francia, Espa?a y EEUU) seg¨²n las estad¨ªsticas. El turista es, sigue Christin, un marginal destructor. S¨®lo el 3,5% de la poblaci¨®n mundial entra en esta categor¨ªa. En teor¨ªa el turista viaja porque ¡°ama al planeta¡±, pero al hacerlo contribuye a destruirlo. As¨ª que para el soci¨®logo, la ¨²nica manera de salvarlo es dejar de viajar.
Ni siquiera el turismo sostenible es opci¨®n v¨¢lida para ¨¦l porque tambi¨¦n este sigue una l¨®gica igualmente mercantilista y no representa m¨¢s que un porcentaje peque?o del total. El turismo ¨¦tico sirve, seg¨²n Christin, para darse buena conciencia pero no va a cambiar el mundo.
Para el autor, incluso los turistas mejor intencionados (y concienciados) contribuyen a su pesar a la mundofagia tur¨ªstica.
Pero si no se est¨¢ dispuesto a dejar de viajar del todo, el autor da algunos consejos para pasar de la categor¨ªa ¡°turista¡± a la de ¡°viajero¡±, menos perniciosa. Seg¨²n ¨¦l hoy en d¨ªa la b¨²squeda de la diversi¨®n o del entretenimiento est¨¢ por encima de lo que siempre supuso el viaje, una realidad m¨¢s cercana a la filosof¨ªa que al consumismo. El viaje fue siempre la b¨²squeda de la diversidad como medio para descubrir el planeta y de paso descubrirse a s¨ª mismo.
As¨ª que aconseja viajar de otra manera: dar importancia a los encuentros con personas, no hacerlo para escapar a la rutina o por el simple hecho de que ¡°toca¡±, porque son vacaciones, sino planificar el viaje y buscarle un objetivo real de descubrimiento. Recomienda tambi¨¦n hacerlo menos a menudo, hacer trayectos m¨¢s largos y viajar m¨¢s lentamente. ?Por qu¨¦ no uno a pie de 3 d¨ªas? Una experiencia que, seg¨²n el soci¨®logo, puede cambiarte la vida.
Y habr¨ªa que quitarle importancia al destino final. El trayecto es ya viaje. En este sentido Christin recomienda no optar por la soluci¨®n m¨¢s r¨¢pida (como el avi¨®n, que es a la postre la opci¨®n m¨¢s contaminante), sino escoger otros medios de transporte m¨¢s slow, como el tren o la bicicleta.
?C¨®mo convencer a los dem¨¢s (y a s¨ª mismo) de la necesidad de dejar de viajar? La soluci¨®n, para Rodolphe Christin, pasa por reapropiarse cada uno de su propia existencia. El hecho de que la gente se vaya de vacaciones indica, seg¨²n ¨¦l, que no est¨¢n a gusto en su vida diaria y es puro escapismo. Para viajar menos habr¨ªa que mejorar la vida del d¨ªa a d¨ªa y contentarse tambi¨¦n con los m¨¢s cercanos. Deber¨ªamos descubrir o redescubrir lo que nos queda al alcance de la mano. Es parad¨®jico, dice Christin, que el turista se desplace hasta las ant¨ªpodas para conocer al habitante local y, en cambio, no conozca a su vecino.
?Por qu¨¦ no ir al trabajo en bici, en vez de en coche, para hacer el trayecto m¨¢s interesante? ?Y por qu¨¦ no visitar los monumentos locales? Tengo una amiga que vive en Par¨ªs (en las afueras) desde hace a?os y para estas ¨²ltimas vacaciones decidi¨® quedarse en casa y visitar Par¨ªs, que no hab¨ªa visitado nunca ¡°oficialmente¡±. Me temo que hay muchos y muchas ciudadanos de grandes ciudades como ella. Yo, por ejemplo, viv¨ª 40 a?os en Barcelona y nunca visit¨¦ la estatua de Col¨®n. Aunque tampoco creo que me haya perdido mucho por eso :-)
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