Una guerra entre humanos y leones
En el Parque Nacional de la Reina Isabel, en Uganda, los pastores han matado a decenas de leones. El debate sobre el modelo de espacios protegidos est¨¢ abierto
Como todas las semanas, James Kalyewa, asistente de investigaci¨®n del Programa de Carn¨ªvoros de Uganda (UCP en sus siglas en ingl¨¦s), rastrea a un grupo de leones acompa?ado por varios turistas en el Parque Nacional de la Reina Isabel, en el suroeste de Uganda. Decenas de estos mam¨ªferos, y tambi¨¦n de hienas y leopardos, llevan collares radiotransmisores para controlar sus movimientos cuando se acercan a los pueblos, ya que al aproximarse suelen generar problemas: atacan al ganado y, ocasionalmente, los pastores los disparan o envenenan.
La se?al de uno de esos dispositivos es muy fuerte en la antena de James; sin embargo, no hay ni rastro de los felinos. James se preocupa as¨ª que, despu¨¦s de despedirse de los turistas, regresa al mismo sitio: all¨ª encuentra el collar entre unos arbustos, pero no a la leona que lo porta.
A unos metros, los carro?eros despedazan unos cad¨¢veres de los que apenas quedan huesos: una familia entera formada por tres leonas y ocho cachorros ha muerto. James y los guardabosques del parque nacional lloran porque todos conoc¨ªan perfectamente a ese grupo. Hab¨ªan pasado horas? observ¨¢ndolos, anotando su comportamiento, asegur¨¢ndose de que los cachorros crec¨ªan adecuadamente o de que sus heridas cicatrizaban a tiempo.
Las autoridades sospechan que fueron envenenados, un suceso que se repite con demasiada frecuencia. Entre 2006 y 2012, casi la mitad de todas las muertes registradas se debieron a este motivo. El a?o pasado fueron cuatro.
En este parque nacional existen alrededor de 80 leones. Aunque la poblaci¨®n ha crecido durante las ¨²ltimas d¨¦cadas, las tendencias est¨¢n cambiando. "El p¨²blico debe ser consciente de que el n¨²mero de animales m¨¢s carism¨¢ticos de las sabanas, como los leones o los elefantes, est¨¢ decreciendo alarmantemente y podr¨ªan desaparecer", asegura Ludwig Seifert, veterinario y director del Programa de Carn¨ªvoros de Uganda. Seifert trabaja en el?Parque Nacional de la Reina Isabel desde hace m¨¢s de 23 a?os y niega con la cabeza cuando recuerda el ¨²ltimo incidente: ¡°Esto tiene que cambiar pronto¡±.
El origen de los parques nacionales africanos
Los Gobiernos coloniales crearon parques nacionales en espacios enormes que, hasta unos a?os antes, eran utilizados por pastores. Pero una epidemia de peste bovina introducida en 1889 por unos expedicionarios italianos que llevaban ganado procedente de Asia se extendi¨® r¨¢pidamente y mat¨® a millones de vacas y a quienes depend¨ªan de ellas. Frederik Lugard, soldado y administrador colonial brit¨¢nico en diferentes regiones africanas, escribi¨® a finales del siglo XIX: ¡°Las personas que me encontr¨¦ en todas partes estaban demacradas y medio muertas de hambre. Tambi¨¦n estaban cubiertas por enfermedades de la piel. No ten¨ªan cultivos de ning¨²n tipo para reemplazar la leche y la carne que antiguamente formaban parte de sus dietas naturales¡±. Esta enfermedad transform¨® el aspecto de las sabanas del este de ?frica; los colonos descubrieron esos espacios repletos de animales y sin personas, y asumieron err¨®neamente que se trataba del estado natural de los mismos.
Los colonos copiaron los modelos de los parques nacionales estadounidenses. Las personas no pod¨ªan entrar en los teritorios protegidos, que se convirtieron en lugares reservados para los animales salvajes y para el asueto de turistas y cazadores en vez de espacios sociales donde los humanos pudieran desarrollar sus actividades. El imperialismo modific¨® las relaciones de los hombres con la naturaleza. En ocasiones, las autoridades coloniales desplazaron a pueblos enteros, como en el parque nacional de la Reina Elizabeth. En 1952 los brit¨¢nicos expulsaron a todos los pastores de la etnia basongora.
Uganda se independiz¨® en 1962, despu¨¦s de una serie de negociaciones entre los burgueses nativos y brit¨¢nicos, en un momento en el que muchos pueblos africanos luchaban para eliminar las estructuras que las metr¨®polis dise?aron ¨²nicamente en su beneficio. Para continuar controlando la riqueza del continente, los europeos decidieron entregar la administraci¨®n pol¨ªtica a una clase en la que confiaban. Los pol¨ªticos africanos conservaron estos mecanismos, que funcionan hasta el momento. De la misma manera, los modelos de los parques nacionales del per¨ªodo colonial tambi¨¦n se han mantenido.
?Es necesario descolonizar los parques nacionales, encontrar modelos de conservaci¨®n que beneficien tanto a los pueblos como a los animales? El parque nacional entrega a las comunidades de los alrededores el 20% de las tasas que los turistas pagan para visitarlo. Estos fondos se utilizan para construir hospitales, colegios y carreteras, o para mantenerlos. La poblaci¨®n local consultada considera que esta cantidad no es suficiente porque en los centros sanitarios p¨²blicos faltan medicinas y las aulas est¨¢n saturadas de alumnos. Los ganaderos tampoco pueden entrar en las zonas protegidas con sus vacas porque son multados o encarcelados.
El Parque Nacional de la Reina Isabel entrega a las comunidades de los alrededores el 20% de las tasas que los turistas pagan para visitarlo
"En este momento, la coexistencia entre leones y personas solamente es posible si viven en espacios separados, porque la poblaci¨®n humana ha crecido demasiado", explica el veterinario Seifert. En el interior y en los alrededores del parque nacional viven alrededor de 50.000 personas. Actualmente existen dos aproximaciones a la cuesti¨®n de la convivencia entre estas y los animales: el ministro de Medio Ambiente sostiene que si los pastores no cumplen las leyes, deben ser expulsados; la otra soluci¨®n es modificar los modelos de ganader¨ªa. "Ellos todav¨ªa utilizan m¨¦todos tradicionales. Las vacas pastan en extensiones de terreno enormes. ?Por qu¨¦ no ponemos esas vacas en establos, como se hace en Europa?, se pregunta Seifert.
El Parque Nacional de la Reina Isabel es el m¨¢s visitado de Uganda. Tiene m¨¢s especies de aves que toda Espa?a. Tambi¨¦n cuenta con leones, leopardos, hienas, elefantes, diferentes tipos de ant¨ªlopes, hipop¨®tamos y chimpanc¨¦s, entre muchos otros mam¨ªferos. El turismo es una de las principales industrias en este pa¨ªs, con un sector que gener¨® 1.350 millones de d¨®lares (1.163 millones de euros) durante el a?o fiscal de 2015 y 2016. "No podemos exportar leche ni carne, pero podemos importar consumidores: m¨¢s turistas. Creo que el verdadero futuro de Uganda es el turismo", apunta Ludwig.
Las presas de los leones escasean porque el espacio protegido se gestiona de una manera inadecuada, seg¨²n los funcionarios del Programa de Carn¨ªvoros de Uganda. Los guardabosques queman con mucha frecuencia las sabanas para que la vegetaci¨®n se regenere, una pr¨¢ctica habitual en otros parques nacionales, pero que debe hacerse con cuidado. Por otro lado, no existen programas serios para terminar con las plantas invasoras. El h¨¢bitat de los herb¨ªvoros est¨¢ deteriorado. Esto lleva a los leones hambrientos a atacar los reba?os de los pastores a menudo.
?Qu¨¦ opinan los pastores?
Patrick tiene 27 a?os y es pastor desde que tiene memoria. Dice que sus padres le mostraron c¨®mo cuidar de un reba?o en el mismo momento que aprendi¨® a caminar. Todas las ma?anas se despierta temprano para orde?ar sus vacas. Despu¨¦s, pasa el resto del tiempo caminando con ellas, buscando pastos hasta el anochecer. Solamente entonces regresa a casa, con su familia, en los l¨ªmites del parque nacional de la Reina Isabel. Patrick tiene una camiseta azul del Chelsea y un bast¨®n delgado. Mientras cuenta su historia, dos hipop¨®tamos machos pelean dentro del agua, en una orilla del lago Eduardo. Pesan dos toneladas; sus colmillos, que utilizan para luchar, miden 40 cent¨ªmetros.
Patrick nunca entra en el parque nacional con su ganado, no solamente por el dinero que deber¨ªa pagar como multa si los guardabosques lo encontraran, sino porque teme a los animales salvajes. Los leones y otros depredadores mataron a algunas de sus vacas. Sin embargo, no ha recibido ning¨²n tipo de indemnizaci¨®n. Cuando le preguntan qu¨¦ es lo que m¨¢s desear¨ªa en el mundo, dice que le gustar¨ªa que las autoridades del parque nacional construyesen una valla electrificada para proteger al ganado alrededor de las comunidades.
La coexistencia entre leones y personas solo es posible si viven en espacios separados, porque la poblaci¨®n humana ha crecido demasiado
William M. Adams y Martin Mulligan, editores del libro Descolonizando la naturaleza. Estrategias para la conservaci¨®n en la era postcolonial, escribieron: "La necesidad de un di¨¢logo profundo entre los conservacionistas y los pueblos ind¨ªgenas nunca ha sido tan importante". Las potencias europeas impulsaron el colonialismo como una campa?a generosa para "instruir a los nativos y traer a esas tierras las bendiciones de la civilizaci¨®n", seg¨²n acordaron durante la Conferencia de Berl¨ªn, en 1885. La misi¨®n del colonialismo no era solamente enriquecer a las metr¨®polis; los europeos pensaban que ten¨ªan la obligaci¨®n moral de transmitir su "civilizaci¨®n superior" en ?frica, imponiendo sus ideas y percepciones, ignorando a centenares de pueblos con culturas coherentes e historias propias. Los conservacionistas occidentales imaginaron que sus modelos de espacios protegidos y su concepci¨®n de la naturaleza como lugares intocados eran universales. "Los cazadores africanos se convirtieron en cazadores furtivos, los le?adores en infractores de las leyes, y los agricultores en enemigos de la conservaci¨®n", escribi¨® William M. Adams.?
En la d¨¦cada de los sesenta, los bot¨¢nicos Henry Osmaston y Lock of Cambridge descubrieron que las sabanas abiertas del parque nacional de la Reina Isabel, el h¨¢bitat m¨¢s adecuado para los ant¨ªlopes y sus depredadores, eran producto de los incendios fortuitos que los pastores hab¨ªan producido durante cientos de a?os para controlar la dispersi¨®n de los arbustos y que sus vacas encnotraran hierba sin obst¨¢culos.
Es poco probable que los modelos precoloniales funcionen en la actualidad. Detener la evoluci¨®n en un punto pasado no parece una buena opci¨®n. De acuerdo con Ng?g? Wa Thiong¡¯o, escritor y pensador keniano, ¡°no se puede afirmar jam¨¢s de ning¨²n elemento de una sociedad, ni siquiera de la cultura, que haya llegado a un punto inmejorable¡±. ?Pero no podr¨ªan romperse las ideas del per¨ªodo colonial, imaginarse formas nuevas que garanticen el bienestar de los miembros de todas las sociedades?
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