Cinco cuadros del Museo del Prado que no te deber¨ªas perder
M¨¢s all¨¢ de 'Las Meninas' de Vel¨¢zquez, en la pinacoteca madrile?a se pueden contemplar otras obras maravillosas aunque menos conocidas
1. ¡®El Descendimiento¡¯, de Roger van der Weyden (hacia 1443)
?leo sobre tabla, 204,5 x 261,5 cent¨ªmetros
El Descendimiento, una de las obras m¨¢s bellas e importantes de la pintura flamenca del siglo XV, formaba parte de un tr¨ªptico encargado por el gremio de ballesteros de Lovaina para su ermita de Nuestra Se?ora Extramuros, como indican las dos ballestas que cuelgan en la tracer¨ªa de las dos esquinas mayores de la tabla. Esta muestra el momento en que Jos¨¦ de Arimatea, el fariseo Nicodemo y otro hombre descuelgan el cuerpo de Jes¨²s mientras su madre, Mar¨ªa, cae desmayada y es sostenida por San Juan y otra mujer, en una postura paralela a la de su hijo muerto. El astil de la cruz divide la obra en dos, equilibrando los personajes en ambos lados del cuadro, donde las figuras de San Juan, a la izquierda, y Mar¨ªa Magdalena, a la derecha, cierran la composici¨®n como un par¨¦ntesis. Dentro de este espacio limitado, las figuras se comunican en un sinuoso y arm¨®nico juego de l¨ªneas que, seg¨²n autores como Rogelio Buend¨ªa (El Prado b¨¢sico), reproduce la partitura del Stabat Mater del m¨²sico franco flamenco Guillaume Dufay (1397-1474). La verticalidad de la cruz queda compensada por una diagonal que va desde la cabeza del joven que ha desclavado a Cristo hasta el pie derecho de San Juan. El car¨¢cter extraordinario de la obra se extiende a la calidad de sus pigmentos, y en especial al ultramar del manto de la Virgen, elaborado con lapisl¨¢zuli, una valiosa gema de profundo color azul.
2 .Frescos de la ermita de San Baudelio en Casillas de Berlanga (Soria)
An¨®nimo espa?ol (hacia 1125). Pintura al fresco trasladada a lienzo, 183 x 355 cent¨ªmetros
En lo alto de una colina cerca de Berlanga, en Soria, se alza la maravillosa ermita moz¨¢rabe de San Baudelio de Berlanga, construida hacia el 1100 en la margen sur del Duero a su paso por la provincia soriana. Del centro de la nave, de apenas 80 metros cuadrados y con forma de cubo, surge una columna cil¨ªndrica de la que salen ocho nervaduras en forma de palmera que se prolongan en los arcos de herradura que soportan la b¨®veda. El monumento fue ignorado hasta 1907, y quiz¨¢s hubiese sido mejor que permaneciese as¨ª; su divulgaci¨®n hizo que por la codicia de unos y la dejadez de otros, 23 fragmentos de los frescos que adornaban sus muros fuesen arrancados y traspasados a lienzo para ser llevados a Estados Unidos, donde se reparten entre los museos de Boston, Indianapolis, Cincinnati y The Cloisters de Nueva York. En 1957 seis de esos fragmentos se trajeron al Museo del Prado como dep¨®sito temporal indefinido del Metropolitan Museum of Art de Nueva York; a cambio, el MET se qued¨® con el ¨¢bside rom¨¢nico de San Mart¨ªn de Fuentidue?a (Segovia). Las salas del Museo del Prado donde se exponen reproducen la arquitectura interior de San Baudelio.
3. ¡®Santa B¨¢rbara¡¯, de Robert Campin (1438)
?leo sobre tabla de madera de roble, 101 x 47 cent¨ªmetros
Esta tabla, junto a la que representa al franciscano Enrique de Werl con San Juan Bautista, formaba parte de un tr¨ªptico cuya parte central est¨¢ perdida. Santa B¨¢rbara aparece en una estancia sobria y elegante, sentada en un banco reversible leyendo de espaldas a una chimenea. El artista capta magistralmente la naturaleza de la luz: el resplandor del fuego produce sombras vibrantes que contrastan con las est¨¢ticas de la luz diurna, creando diferentes zonas de penumbra. Por la ventana se puede ver una torre, atributo habitual de la santa. En ella fue encerrada por su padre, el s¨¢trapa Di¨®scoro, para evitar que se convirtiera al cristianismo, antes de decapitarla en lo alto de una monta?a y ser fulminado por un rayo (de ah¨ª la costumbre de encomendarse a ella cuando hay tormenta).
4. ¡®El paso de la laguna Estigia¡¯, de Joachim Patinir (hacia 1524)
?leo sobre tabla, 64 x 103 cent¨ªmetros
Patinir supo imprimir un nuevo car¨¢cter al tratamiento del paisaje con una original utilizaci¨®n del color y un formato panor¨¢mico. Aunque el horizonte est¨¢ todav¨ªa alto, siguiendo el estilo medieval, deja de ser un espacio indefinido, y se observa ya un sentido de curvatura en la lejan¨ªa, consecuente con las nuevas teor¨ªas sobre la forma esf¨¦rica de la tierra, confirmadas con el descubrimiento de Am¨¦rica. En el centro del r¨ªo, el barquero Caronte conduce a un alma desnuda y aterrada hasta la orilla del T¨¢rtaro, donde aguarda Cancerbero, el perro de tres cabezas guardi¨¢n del Averno.
5. ¡®El Tr¨¢nsito de la Virgen', de Andrea Mantegna (hacia 1462)
Temple sobre tabla, 54,5 x 42 cent¨ªmetros
Obra min¨²scula en tama?o, aunque inmensa por su perfecta composici¨®n, su dominio de la perspectiva, el tratamiento individualizado de los rostros de los ap¨®stoles y su fidelidad al paisaje, en el que se reconoce el lago de Mantua, con el puente que lo cruza y el Borgo di San Giorgio al fondo. Su autor, Andrea Mantegna, figura clave del Quattrocento, abandon¨® en 1459 la ciudad italiana de Padua, donde se hab¨ªa formado como pintor, para instalarse en Mantua, donde permaneci¨® hasta su muerte al servicio de los Gonzaga. Entre las primeras obras realizadas para Ludovico Gonzaga figura este Tr¨¢nsito de la Virgen, una de sus creaciones m¨¢s sublimes.
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