Roger Milla y las emociones de un Mundial inolvidable
Nadie pod¨ªa imaginarse que el futbolista camerun¨¦s se convertir¨ªa en el fen¨®meno del campeonato de 1990
El d¨ªa en que la Selecci¨®n de Colombia se top¨® con Roger Milla, en el Mundial de 1990, la historia del f¨²tbol estaba experimentando un terremoto sin precedentes. El n¨²mero nueve del equipo camerun¨¦s, el que algunos consideraban como un viejo a punto de retirarse, estaba ya decidido a hacer de cada bal¨®n una jugada de gol y, al mismo tiempo, a crearse una leyenda de oro.
En realidad, nadie pod¨ªa imaginarse que Roger Milla se convertir¨ªa en el fen¨®meno de aquel torneo. Con 38 a?os y menos minutos de juego que cualquiera de los delanteros del mundial, Roger Milla lleg¨® de improviso. De hecho, poco tiempo antes de que arrancara el mundial, Roger estaba ya pensando en sus vacaciones. La llamada del presidente de Camer¨²n, Paul Biya, quien le pidi¨® el favor muy especial de acompa?ar la selecci¨®n para aportar su experiencia, le sorprendi¨® en la tranquilidad de su hogar y en medio de las maletas.
El destino ya estaba elegido. Roger Milla se iba a la isla de La Reuni¨®n, en el sureste africano, un lugar de ensue?o para quien desea descansar, descubrir playas de arena blanca y bailar en pareja sobre ritmos de Zouk y Sega. All¨ª ya ten¨ªa firmado un contrato con un peque?o club (el Jeunesse Sportive Saint-Pierroise) para terminar su carrera y, sin embargo, cancelar no era una decisi¨®n tan f¨¢cil. El futbolista camerun¨¦s se lo pens¨® dos veces, quiz¨¢s inseguro por su rendimiento en la ¨²ltima temporada. Y es que lejos estaba la ¨¦poca dorada en que Roger Milla brillaba en la delantera de dos reconocidos clubes franceses (Bastia y Saint-?tienne).
Finalmente, el orgullo patri¨®tico pudo con ¨¦l. Roger Milla decidi¨® aceptar la propuesta del presidente, subirse al avi¨®n y acompa?ar a sus colegas, entre los que destacaba Tommy N?Kono (portero sobresaliente y carism¨¢tico del Espa?ol), aunque fuera en calidad de suplente.
El grupo en el que cay¨® Camer¨²n no dejaba mucho espacio para la esperanza. La Argentina de Maradona, la Ruman¨ªa de Hagi y la ¨²ltima versi¨®n de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, eran contrincantes de mucho respeto, pero Camer¨²n no se amilan¨® y en su primer partido contra los ¡°gauchos¡± en la ciudad de Milan, hizo que la entonces selecci¨®n campeona se asustara seriamente gracias al gol de Omam Biyik.
A partir de entonces se empez¨® a hablar de los Leones indomables (Les Lions Indomptables) con algo de curiosidad. Camer¨²n volv¨ªa a ser el centro de atenci¨®n tras el Mundial de 1982 en el que, pese a no pasar a segunda ronda, puso en serios aprietos a equipos como Italia, Per¨² o Polonia.
En el partido entre Camer¨²n y Argentina, Roger Milla no jug¨®, tal vez porque su equipo -que termin¨® con nueve jugadores- no tuvo la serenidad ni el tiempo para pensar en cambios ordenados o en marcar m¨¢s goles. Sin embargo, el partido siguiente contra Ruman¨ªa fue el punto de quiebre. El partido cerrado y tenso no dejaba espacio para fantas¨ªas ni alardes. El marcador se mantuvo en cero durante la mayor parte del tiempo, y parec¨ªa estar condenado a seguir as¨ª, hasta que en el minuto 58 entr¨® el hombre de todas las miradas: ¡°Le grand Roger¡±.
Ya en ese momento, el juego gan¨® en soltura. Los africanos mostraron un poco m¨¢s de ganas, llegaron un poco m¨¢s lejos, y fue en el minuto 76 cuando Roger Milla puso una primera estocada. Tras pelear una pelota en el aire con un defensa, el n¨²mero nueve camerun¨¦s se hizo con el control del bal¨®n, y con un disparo ajustado de la zurda colocaba el primer gol. Roger Milla no perdi¨® un instante para dirigirse a la esquina del corner y esbozar ah¨ª, frente al bander¨ªn, y con su espl¨¦ndida sonrisa, los pasos de su gran celebraci¨®n: una mano en el aire, otra a la altura de la cintura, y un movimiento de caderas que conquist¨® medio mundo.
El Makossa, una danza urbana exclusiva de los sectores populares de las ciudades de Camer¨²n, acababa de hacer su entrada triunfal en las pistas de baile en el ¨¢mbito mundial, y esto se repiti¨® en el minuto 86 de ese mismo partido (aunque fue interrumpido brevemente por la euforia de los compa?eros quienes se abalanzaron sobre el goleador). As¨ª nac¨ªa una de las celebraciones m¨¢s emotivas en la historia de los Mundiales. Roger Milla reconocer¨ªa m¨¢s tarde, en una entrevista concedida a la BBC en 2014, que le surgi¨® de la manera m¨¢s espont¨¢nea: ¡°Me vino en el momento, justo despu¨¦s de marcar mi primer gol. Era el instinto. No pod¨ªa en absoluto preparar algo as¨ª antes del torneo, porque no sab¨ªa si el seleccionador me iba a dejar jugar¡±. Camer¨²n estaba a un paso de los octavos, y, pese a la estrepitosa derrota que sigui¨® ante la Uni¨®n Sovi¨¦tica, los Leones indomables ya eran el fen¨®meno del torneo debido a su naturalidad y alegr¨ªa.
El partido en octavos contra Colombia reforz¨® este sentimiento. El equipo sudamericano contaba con una generaci¨®n estelar de jugadores. El ¡°Pibe¡± Valderrama y el ¡°Bendito¡± Fajardo en el centro campo, Ren¨¦ Higuita en la porter¨ªa. Estos grandes estandartes, profesionales de gran talento, quer¨ªan romper con la etiqueta de ¡°eterna promesa¡± y sal¨ªan, por cierto, de un bien logrado empate frente a la Alemania temible de Lothar Mattaus. El pa¨ªs sudamericano buscaba un lugar destacado en el mapa mundial del f¨²tbol, pero era sin contar con el hurac¨¢n Milla.
La alegr¨ªa de los Leones indomables y la haza?a de ser el primer equipo africano en llegar a cuartos de un Mundial dieron la vuelta al mundo
En un partido re?ido, en donde la estrategia y el f¨ªsico se hab¨ªan acaparado de las ecuaciones, Camer¨²n y Colombia llegaron a las prolongaciones empatadas a cero. Roger Milla entr¨® en el tiempo suplementario, como ¨²ltima alternativa, y en el minuto 106, tras recibir a pocos metros del ¨¢rea un pase de Oman Biyik, volv¨ªa a crear la diferencia. Con esa gracia digna de un bailar¨ªn de Soukouss, el delantero se giraba, se escurr¨ªa entre dos defensas colombianos, se acercaba a la porter¨ªa de Higuita y disparaba una zurda letal. La celebraci¨®n que sigui¨® en el bander¨ªn fue m¨¢s teleg¨¦nica que las anteriores, y ya medio mundo sab¨ªa de qu¨¦ se trataba: el Makossa de Milla. El hombre que juega, marca y baila como nadie (y ya aproximando los cuarenta).
El desequilibrio ya estaba hecho. A Milla ya nadie le quitaba lo bailado, ni siquiera Higuita quien, dos minutos despu¨¦s, queriendo adelantar la l¨ªnea de defensa y avivar la presi¨®n con una de sus salidas atrevidas, cometi¨® un grave error. Muchos lo vieron como un gesto absurdo, marcado por la desesperaci¨®n, pero en realidad era el simple resultado de un duelo entre dos jugadores con temperamento y osad¨ªa. Higuita perdi¨® el control de la pelota, no pudo regatear ante el hurac¨¢n Milla, quien supo -con su arrojo y su olfato de cazador- arrancarle el esf¨¦rico y llev¨¢rselo directo a la porter¨ªa. El gol rompi¨® con todas las tibiezas y las reservas: Roger Milla era a partir de ese momento un hombre de otro planeta, y el bander¨ªn del corner volv¨ªa a ser el escenario en el que mejor luc¨ªa.
La alegr¨ªa de los Leones indomables y la haza?a de ser el primer equipo africano en llegar a cuartos de un Mundial dieron la vuelta al mundo, al igual que la amargura generada por el error de Higuita quien, en 2017 volvi¨® a recordar ese momento en sus redes sociales con un comentario lleno de filosof¨ªa: ¡°Los errores hacen parte del f¨²tbol y la vida, sin embargo, lo importante es aprender de ellos sin perder la esencia de lo que te hace feliz¡±.
El ¨²ltimo partido de Camer¨²n ante Inglaterra volvi¨® a generar grandes emociones. Nadie se imagin¨® que el equipo africano llegar¨ªa hasta aqu¨ª, tampoco se imaginaba el conjunto encabezado por Gascoigne y Gary Lineker que la batalla ser¨ªa tan dura. En el minuto 25, David Platt adelantaba al equipo europeo con un cabezazo intimidante. El encuentro parec¨ªa decantarse por el juego a¨¦reo de los ingleses, y no obstante, todo cambi¨® con el ingreso de Roger Milla en el segundo tiempo.
El Makossa, una danza urbana de los sectores populares de Camer¨²n, acababa de hacer su entrada triunfal en las pistas de baile del mundo
El movimiento y la astucia del delantero camerun¨¦s se hicieron notar muy r¨¢pidamente. En el minuto 60, tras una breve carrera en el ¨¢rea, Roger Milla recibi¨® una zancadilla que provocaba un penalti para los Leones indomables. El gol anotado por Emmanuel Kund¨¦ reequilibraba todo y, desde ese momento, el partido ya no era el mismo: era abiertamente un duelo entre dos grandes. Milla se encarg¨® de mostrar de nuevo su calidad en el minuto 65 con una sublime asistencia al delantero Ekek¨¦. El 2-1 a favor de Camer¨²n se mantuvo hasta el minuto 83, tiempo en el que empataba Gary Lineker con un penalti.
La historia se encarg¨® luego de poner cada uno en su lugar: Camer¨²n quedaba noqueada con otro penalti en la prolongaci¨®n e Inglaterra pasaba a semifinales para encontrarse con Alemania. No hubo ese d¨ªa baile de Makossa con Roger Milla delante del bander¨ªn de corner, pero el equipo se iba a casa con la cabeza en alto: nunca antes un equipo africano hab¨ªa ofrecido tanto espect¨¢culo.
El Mundial de 90 le dio alas a Roger Milla, y le motiv¨® a seguir jugando durante seis a?os m¨¢s en el Tonnerre de Yaound¨¦ (Camer¨²n) y el Bali United (Indonesia). Su movimiento de caderas y sus inolvidables haza?as futbol¨ªsticas quedaron inmortalizadas en 1991 en la canci¨®n Saga ?frica del cantante Yannick Noah (que se convirti¨®, por cierto, en la canci¨®n del verano en Francia). M¨¢s tarde, el Le¨®n Indomable se anim¨® a participar al Mundial de 94, rompi¨® el r¨¦cord de veteran¨ªa con sus 42 a?os y se dedic¨®, despu¨¦s, a promover los beneficios del deporte en su pa¨ªs (como embajador de UNICEF).
A final de cuentas, el f¨²tbol no es tan injusto. Premia a los que se entregan a fondo y, mir¨¢ndolo as¨ª, no queda duda ahora: Roger Milla hizo bien en aplazar su viaje a La Reuni¨®n.
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