El fin del consenso catalanista
Es imprescindible un reconocimiento de que el equilibrio dentro de Catalu?a ha cambiado
El episodio de Clavile?o es uno de los m¨¢s c¨¦lebres de la segunda parte del Quijote.Para liberar a unas mujeres de un supuesto encantamiento, don Quijote y Sancho tienen que subir con los ojos vendados a un caballo de madera que viajar¨¢ por los aires. Es una burla de sus anfitriones, los duques, que utilizan el imaginario de la novela de caballer¨ªas y emplean trucos para hacerles creer que vuelan. Al final, Sancho dice que ha podido mirar y ha visto cosas extraordinarias. Don Quijote se muestra incr¨¦dulo. Las palabras de Sancho le parecen tan inveros¨ªmiles que piensa en su propio descenso a la cueva de Montesinos: regres¨® de la sima diciendo que hab¨ªa visto fen¨®menos maravillosos y Sancho recibi¨® su relato con escepticismo. Don Quijote le dice a su escudero: ¡°Sancho, pues vos quer¨¦is que se os crea lo que hab¨¦is visto en el cielo, yo quiero que vos me cre¨¢is a m¨ª lo que vi en la cueva de Montesinos¡±.
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El pacto entre don Quijote y Sancho se parece a los acuerdos en las sociedades: dependen de ciertas ficciones compartidas, de algunas suposiciones que, de manera m¨¢s o menos t¨¢cita, se dan por sentadas. Si esa premisa cae, el pacto tambi¨¦n estalla. As¨ª es como se puede ver el fin del consenso catalanista: unos argumentaban que su apuesta era inclusiva; otros, a cambio, aceptaban el contenido y los mitos de esa apuesta. Yo defiendo la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica y pol¨ªticas de integraci¨®n porque permiten el ascenso social; t¨² aceptas una visi¨®n homog¨¦nea de la cultura catalana proyectada desde las instituciones p¨²blicas y desde un tejido social cooptado.
Ese consenso ¡ªque alcanza su esplendor entre 2003 y 2006, cuando todas las fuerzas del Parlamento eran catalanistas¡ª es una de las v¨ªctimas del proc¨¦s. Lo llamativo es que lo han roto quienes m¨¢s se beneficiaban de ¨¦l. Se comprob¨® el 6 y el 7 de septiembre, con el intento de exclusi¨®n y el desprecio a los derechos pol¨ªticos de una mayor¨ªa de catalanes, o con el ascenso al poder de un pol¨ªtico xen¨®fobo como Torra. Tambi¨¦n, como el hombre que tras cometer un asesinato pierde la educaci¨®n, se han vuelto m¨¢s visibles fen¨®menos que hab¨ªan se?alado autores como Pau-Mar¨ª Klose, Maria G¨¹ell y Sevi Rodr¨ªguez-Mora, vinculados con una divisi¨®n etnoling¨¹¨ªstica y de clase en Catalu?a. Los hijos de padres nacidos en otras partes de Espa?a tienen m¨¢s posibilidades de sufrir situaciones de adversidad econ¨®mica y laboral, ha explicado Klose. Las ¨¦lites en Catalu?a presentan un ¨ªndice de ¡°catalanidad¡± muy superior. ¡°Ni de lejos la representan. En t¨¦rminos pol¨ªticos solo hay un grupo cultural en Catalu?a¡±, han escrito G¨¹ell y Rodr¨ªguez-Mora. Los medios p¨²blicos o el enfoque de la educaci¨®n han privilegiado durante d¨¦cadas una orientaci¨®n determinada. Hab¨ªa una visi¨®n hegem¨®nica que no correspond¨ªa ni siquiera a una mayor¨ªa.
Hay intentos, intelectuales y pol¨ªticos, por reconstruir ese espacio y rescatarlo de una deriva irresponsable
Una de las consecuencias quiz¨¢ no intencionadas del proc¨¦s fue la articulaci¨®n, evidente en las manifestaciones del 8 y el 29 de octubre, de ese nuevo grupo: los otros catalanes. Otra fue la muerte aparente del catalanismo pol¨ªtico. El nacionalismo moderado habr¨ªa sido arrastrado por el romanticismo independentista. La defensa de una tradici¨®n cultural se hab¨ªa presentado como un elemento de apertura e integraci¨®n, pero hab¨ªa servido para cimentar una aventura excluyente. Hay intentos, intelectuales y pol¨ªticos, por reconstruir ese espacio y rescatarlo de una deriva irresponsable. Tambi¨¦n desde el Estado, que busca un interlocutor.
El proc¨¦s empez¨® con declaraciones a lo Braveheart y puede terminar como el episodio de Seinfeld en el que George Constanza deja su trabajo, se lo piensa y vuelve el lunes fingiendo que no ha pasado nada. Hace unos d¨ªas, Pau Luque hablaba de varios momentos de la relaci¨®n entre Catalu?a y Espa?a: un momento multilateral, al principio de la democracia; un momento bilateral, la ¨¦poca el Estatut; un momento unilateral, que corresponde a la iniciativa ilegal del proc¨¦s. Seg¨²n Luque, muchos sue?an con una vuelta al bilateralismo, pero lo m¨¢s probable es un regreso al multilateralismo.
En cualquier modalidad, ser¨¢ necesario un nuevo tipo de acuerdo. Para ello tiene que haber una renuncia a la v¨ªa unilateral y una normalizaci¨®n institucional, entre la autonom¨ªa y el Estado, entre los dirigentes de la Generalitat y la oposici¨®n. Pero tambi¨¦n es imprescindible un reconocimiento de que el equilibrio dentro de Catalu?a ha cambiado, y admitir una pluralidad interna que hasta ahora se hab¨ªa desde?ado. Eso tiene consecuencias en Catalu?a y en la forma de enfocar la relaci¨®n entre Catalu?a y el Estado.
Daniel Gasc¨®n es editor responsable de Letras Libres Espa?a. Ha publicado El golpe posmoderno (Debate).
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