¡°Hay ni?os que no est¨¢n solos en casa, pero est¨¢n aislados. Su mundo se vive en una habitaci¨®n¡±
Los expertos han detectado un nuevo modelo de menores de la llave que son aquellos que se quedan a diario en pisos compartidos de forma forzosa y en espacios hiperreducidos
En el informe Los otros ni?os de la llave: la conciliaci¨®n imposible de los hogares en riesgo de pobreza, la ONG Educo vuelve a hacer hincapi¨¦, como cada verano, en los ni?os de la llave: cerca de 600.000 menores de entre 6 y 13 a?os que ante la precariedad laboral de sus padres y la imposibilidad de acceder a medidas de conciliaci¨®n, ¡°se quedan solos con la llave para entrar y salir de casa, como una estrategia de supervivencia y no como un espacio de desarrollo de su autonom¨ªa y responsabilidad¡±.
Dentro de ese m¨¢s de medio mill¨®n de menores, aunque a¨²n sin posibilidad de cuantificarlos con exactitud, desde Educo han observado la creciente presencia de un nuevo ¡°modelo¡± de ni?os de la llave. Menores que ya no solo se quedan como guardianes de su casa, sin presencia adulta alguna, sino que tambi¨¦n empiezan a quedarse solos en pisos compartidos de forma forzosa, ya sea con familiares o con desconocidos, de modo que la llave (cuando la hay), ya no es la llave de un hogar, sino el s¨ªmbolo de entrada a un espacio hiperreducido (la habitaci¨®n) compartido con los dem¨¢s miembros de la familia. Hablamos de ni?os, por tanto, que como se puede leer en el informe ¡°no est¨¢n solos en casa, pero tampoco est¨¢n protegidos. Hay alguien en la casa, pero no est¨¢ por ellos. Est¨¢n aislados, invisibilizados. Su mundo se vive en una habitaci¨®n¡±.
Muchos de los ni?os en estas circunstancias pertenecen a familias monoparentales, la mayor¨ªa encabezadas por mujeres. No en vano, seg¨²n datos del Instituto Nacional de Estad¨ªstica, el riesgo de pobreza y exclusi¨®n social de los hogares monoparentales con hijos menores de 18 a?os en Espa?a es del 54,4%, 23 puntos m¨¢s que en los hogares con dos progenitores. Con un solo sueldo, normalmente, precario, y con la necesidad de cuidar de los hijos, estas familias se ven abocadas a la pobreza y a compartir piso ante la imposibilidad de hacer frente a un alquiler que no deja de crecer, sobre todo en las grandes ciudades.
¡°Hay una relaci¨®n muy estrecha entre la precariedad laboral y las familias monomarentales debido a que una de las grandes barreras de acceso y mantenimiento en el mercado laboral tiene que ver con los cuidados. Estas mujeres si les sale un empleo de un d¨ªa para otro a veces no pueden ni cogerlo, porque no saben d¨®nde dejar a su hijo, con qui¨¦n dejarlo para que lo lleve al cole. Cuidar solas es una barrera muy grande y las convierte en carne de ca?¨®n para la precariedad laboral. Son mucho m¨¢s vulnerables¡±, reflexiona Luc¨ªa Mart¨ªnez Virto, Doctora por la Universidad P¨²blica de Navarra, diplomada en Trabajo Social y posgraduada en Bienestar Social.
Ana Cardona, educadora de la Asociaci¨®n La Florida de L¡¯Hospitalet (Barcelona), dice poder contabilizar un centenar personas en esta situaci¨®n. Usualmente madres o padres solos con hijos a cargo. En ese sentido, hace hincapi¨¦ en la soledad de los menores que se ven abocados a compartir piso, aunque en apariencia est¨¦n acompa?ados: ¡°A todos los efectos es como si estuvieran solos, porque no hay una relaci¨®n. Pueden estar seis horas jugando a juegos de pantallas no propios de su edad, violentos. Estos ni?os ya no esperan nada de los otros tampoco. Creo que es peor que quedarse solos, es una situaci¨®n de invisibilidad¡±.
Consecuencias para la infancia¡y para las madres
La consecuencia m¨¢s visible para estos menores en riesgo de pobreza es la exclusi¨®n. No pueden acceder como sus compa?eros a campamentos de verano, porque la econom¨ªa familiar no lo permite. Tampoco pueden invitar a amigos a su casa, porque esta se reduce a una habitaci¨®n en un hogar compartido. ¡°El espacio se achica tanto que no hay un espacio de estudio, un espacio de juego, un espacio para comer, sino que la vida se acaba haciendo en una habitaci¨®n, con los roces y las tensiones que eso genera, para los adultos, pero por supuesto tambi¨¦n para los ni?os¡±, argumenta Clarissa Giamello, coordinador del informe de Educo.
¡°A todos los efectos es como si estuvieran solos, porque no hay una relaci¨®n. Pueden estar seis horas jugando a juegos de pantallas no propios de su edad, violentos¡±
Esta situaci¨®n, incide la portavoz de la ONG, no permite el estudio, ¡°de forma que el desempe?o escolar se va a ver afectado¡±; tampoco los ni?os disponen un espacio de juego o pueden invitar a casa a un amigo, ¡°algo que tambi¨¦n tiene un impacto en la relaci¨®n¡±. E incluso la alimentaci¨®n, si se comparte la cocina con otras familias, puede verse afectada. ¡°Estamos hablando de m¨²ltiples consecuencias, pero sobre todo de la carga de estr¨¦s que significa esa tensi¨®n permanente en la vivienda, que incluso puede hacer que los ni?os tengan conductas disruptivas, que se muestren m¨¢s retra¨ªdos¡¡±, a?ade.
Para Mart¨ªnez Virto, por su parte, en estas situaciones pueden darse dos opciones. Por un lado, que la convivencia sea deseada, con lo que las personas que forman el nuevo hogar ¡°pueden generar un entorno adecuado o agradable¡± para el ni?o. Lo habitual, sin embargo, es que sean convivencias forzosas, tanto con familiares como con desconocidos, un contexto en que los menores ¡°se vuelven muy vulnerables porque pasan mucho tiempo solos y no tienen referentes parentales que les acompa?en, les supervisen y les dediquen tiempo¡±, algo que en su opini¨®n ¡°tiene efectos muy dram¨¢ticos¡± en el desarrollo evolutivo y educativo de los menores: ¡°Hay informes de la transmisi¨®n intergeneracional de la pobreza que hablan de las graves consecuencias que tiene para estos menores vivir en entornos de pobreza, porque tienen menos acompa?amiento educativo materno y paterno, pero tambi¨¦n menos acompa?amiento educativo en actividades: habr¨¢ compa?eros que vayan a ingl¨¦s, a deportes, a m¨²sica, pero ellos carecen de esas oportunidades¡±.
A eso, seg¨²n la experta, habr¨ªa que a?adir el hecho de que los menores conviven en el hogar con distintos referentes, distintos modelos de adulto, una situaci¨®n que ¡°tambi¨¦n tiene costes¡±, ya que por un lado se generan ¡°dificultades para establecer v¨ªnculos de respeto con los padres¡±; y, por otro, se crea ¡°confusi¨®n¡± en los ni?os, que pueden estar recibiendo unos patrones de conducta por parte de sus padres pero luego ven otros en casa de otras familias con hijos con las que comparten domicilio: ¡°Esto genera luego muchos problemas de conducta. Existe una relaci¨®n clara en este sentido¡±.
Y los que cargan con esa confusi¨®n y esos problemas de conducta acostumbran a ser los progenitores, las madres en la mayor¨ªa de las ocasiones como cabezas visibles de las familias monomarentales. Todo esto ello, seg¨²n Mart¨ªnez Virto, se suma ¡°a un profundo sufrimiento de culpa de las madres¡± por tener que dejar solos a sus hijos, sin poder acompa?arles, sin poder criarles, sin poder ayudarles en sus tareas, una circunstancia que afecta de forma directa al v¨ªnculo que estos menores tienen ellas. ¡°Se da un c¨ªrculo perverso, una concatenaci¨®n de efectos clave: no pasas tiempo con tus hijos, pierdes v¨ªnculo, tus hijos se enfadan contigo, se deteriora a¨²n m¨¢s la relaci¨®n, empieza a haber patrones de comportamiento disruptivos de los menores. Las madres est¨¢n en una situaci¨®n muy dif¨ªcil. Tienen que trabajar, pero tienen tambi¨¦n que cuidar. No les queda m¨¢s remedio¡±, explica.
¡°Estamos hablando de m¨²ltiples consecuencias, pero sobre todo de la carga de estr¨¦s que significa esa tensi¨®n permanente en la vivienda¡±
Medidas para hacer frente a un drama social
Seg¨²n Clarissa Giamello existe un tejido, formado por asociaciones locales y ayuntamientos, ¡°que est¨¢n generando muchas iniciativas¡± para dar cobertura a esta realidad. Sin embargo, hace falta un impulso a nivel gubernamental que desde Educo ven m¨¢s factible con la creaci¨®n por parte del nuevo gobierno de Pedro S¨¢nchez de la figura del Alto comisionado contra la pobreza infantil, que esperan que d¨¦ ¡°un mayor apoyo para que se puedan articular este tipo de iniciativas que permitan a los ni?os ser ni?os y ofrecerles oportunidades l¨²dicas y alimentarias¡±.
En cuanto a medidas concretas, Giamello menciona, en primer lugar, la necesidad de establecer ¡°una prestaci¨®n universal por hijo a cargo para la crianza de ni?os y ni?as¡±. En segundo t¨¦rmino considera ¡°fundamental¡± a?adir a la realidad de la vivienda y el empleo ¡°una perspectiva de infancia¡± ya que estas, la vivienda y el empleo, ¡°son las dos barreras que impiden luchar contra la pobreza¡±.
Luc¨ªa Mart¨ªnez Virto, por su parte, se?ala la importancia de que existan recursos p¨²blicos ¡°capaces de romper con los c¨ªrculos viciosos¡± en los que ven atrapados muchas familias con medidas como la promoci¨®n p¨²blica de campamentos y colonias urbanas con acompa?amiento: ¡°Tiene que haber recursos p¨²blicos que garanticen acompa?amiento a los menores, bienestar durante los periodos vacacionales, pero tambi¨¦n durante el curso escolar. Todos los recursos de atenci¨®n socioeducativa dentro de lo que son los barrios son determinantes para estas situaciones¡±.
La trabajadora social, que tambi¨¦n insiste en la necesidad de apoyar la conciliaci¨®n y de mejorar los procesos de inclusi¨®n social a trav¨¦s del empleo ¡°con oportunidades laborales que permitan la emancipaci¨®n de situaciones de pobreza¡±, considera por ¨²ltimo que Espa?a ¡°tiene una deuda con muchas familias¡±, un reto may¨²sculo ¡°que va a tener que afrontar tarde o temprano porque se invierte muy poco en menores¡±. En ese sentido se?ala a la responsabilidad del Gobierno y pide bajar los umbrales para acceder a las ayudas (¡°porque mucha gente con trabajos precarios se queda fuera de ellas¡±) y subir las cuant¨ªas de estas.
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