Atila americano
A Donald Trump no le importa Europa. Solo quiere hacer con ella lo que hace con todos
Atila esta vez no viene de Oriente sino que acaba de cruzar el Atl¨¢ntico. A Donald Trump no le importa Europa. Solo quiere hacer con ella lo que hace con todos: explotar sus debilidades, dividirla, acosarla y al final obligarla a negociar en inferioridad de condiciones o qui¨¦n sabe si entregarla a Vlad¨ªmir Putin.
Su viaje de siete d¨ªas, que empez¨® ayer en Bruselas y culminar¨¢ en Helsinki el 16 de julio, tras su encuentro cara a cara y sin testigos con el presidente ruso, ha empezado como no pod¨ªa ser de otra forma: con una desabrida muestra de mala educaci¨®n y peor diplomacia dirigida a humillar a Alemania y a su canciller, Angela Merkel.
Cuando la met¨¢fora es un patio de colegio, estamos ante un abus¨®n; si es un barrio de Queens, un g¨¢nster inmobiliario. Trump no tiene principios, solo fines, id¨¦nticos a su provecho personal. Si se?ala una debilidad es porque quiere sacar partido de ella. Todas sus observaciones responden a esa t¨¦cnica acosadora.
Lo que Trump no soporta de Alemania, seg¨²n sus palabras, es su super¨¢vit comercial, su hegemon¨ªa reticente en Europa y su contenci¨®n del gasto militar. De ah¨ª su guerra comercial, su exigencia de mayor presupuesto en defensa y sobre todo de mayores inversiones en armamento de fabricaci¨®n estadounidense.
No dice, sin embargo, lo que sus colaboradores militares y diplom¨¢ticos no le dejan decir, como es su desinter¨¦s por la seguridad de los europeos, sus ansias por desactivar la Alianza Atl¨¢ntica y su propensi¨®n a negociar directamente con Putin de los asuntos continentales. De poder a poder, de igual a igual, en un buen trato meramente circunstancial entre abusadores.
Estados Unidos no ha desconectado de Europa. Ni su comunidad militar, ni la diplom¨¢tica, ni la de inteligencia han dejado de sentirse comprometidas con la alianza m¨¢s longeva y exitosa de la historia, que ha fabricado paz y estabilidad en ambos lados del Atl¨¢ntico en los ¨²ltimos 70 a?os. Pero s¨ª ha desconectado su presidente, que nada comparte de los valores, los intereses de seguridad, el sentido hist¨®rico y los usos y costumbres de la Alianza.
No est¨¢ en el diccionario trumpista la palabra solidaridad, fundamental en el ideario de la Alianza e inscrita en el art¨ªculo cinco sobre la obligaci¨®n de defensa mutua. Tampoco est¨¢ la palabra historia, tan seria e incluso tr¨¢gica trat¨¢ndose de Europa, a pesar de los 70 a?os de relaciones transatl¨¢nticas, en quien solo entiende de la dominaci¨®n del presente y no siente responsabilidad alguna respecto al futuro.
Trump solo entiende de relaciones de fuerza, que despliega en un trato bilateral entre naciones, en el que cuenta con la ventaja de la primera superpotencia. No hay multilateralismo ni alianzas estables. Entregar la seguridad del vecino si este no admite el trato comercial que le propone le parece lo m¨¢s natural del mundo.
Lo peor no es c¨®mo ha empezado el periplo europeo del Atila americano, sino que termine en Helsinki haciendo la paz aparte con Putin.
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