Deje de hablar de adicci¨®n a Internet
Este supuesto trastorno mental fue formulado por un prestigioso psic¨®logo, que se lo invent¨® para gastar una broma. Ahora muchos profesionales prometen curar esta ¡®enfermedad¡¯. Pero si hemos hecho de la Red nuestro modo de vida, ?quiere decir que todos somos adictos?
Una broma tomada en serio. La adicci¨®n a Internet naci¨® as¨ª, y tiene fecha exacta: el 16 de marzo de 1995. Ese d¨ªa el psiquiatra Ivan Goldberg envi¨® a algunas listas de correo electr¨®nico un mensaje en el que comentaba en tono ir¨®nico que hab¨ªa descubierto un nuevo trastorno al que denomin¨® ¡°s¨ªndrome de adicci¨®n a internet¡±. La nueva patolog¨ªa iba acompa?ada de sus criterios diagn¨®sticos imitando el estilo del DSM, el famoso manual de diagn¨®sticos psiqui¨¢tricos editado por la Asociaci¨®n Americana de Psiquiatr¨ªa. El mensaje se difundi¨® y poco tiempo despu¨¦s empezaron a aparecer las primeras cl¨ªnicas para el tratamiento de la nueva enfermedad: se hab¨ªa obrado el milagro.Una de las primeras fuentes que ofreci¨® terapia contra esta nueva adicci¨®n fue parad¨®jicamente un sitio un web llamado netaddiction.com, creado por la doctora estadounidense Kimberly Young.
Hasta ahora, la ¨²nica conducta adictiva que se estudia como un problema y que se practica en Internet es el juego ¡®online¡¯
Esta empresaria e investigadora fue la responsable de difundir el nuevo s¨ªndrome a escala planetaria a trav¨¦s de sus libros y materiales y, sin ocultar el conflicto de inter¨¦s, ha patentado su propia terapia para el tratamiento del supuesto trastorno y cuenta con su propio programa de recuperaci¨®n. Muchos profesionales vieron en este nuevo s¨ªndrome la posibilidad de ampliar el negocio. Conforme crec¨ªa el n¨²mero de usuarios empezaron a abrirse cl¨ªnicas en todos los pa¨ªses del mundo, desde China hasta Espa?a. A su vez, los medios se sumaron irresponsablemente a la difusi¨®n de la nueva enfermedad. Llegados a este punto, la adicci¨®n a Internet hab¨ªa quedado constituida como un nuevo trastorno mental.Un diagn¨®stico con muchos agujeros.
Cuando hablamos de adicciones nos estamos refiriendo siempre a conductas adictivas. Usamos la f¨®rmula ¡°adicci¨®n al tabaco¡± para hablar concretamente de fumar pero, ?a qu¨¦ nos referimos cuando hablamos de ¡°adicci¨®n a Internet¡±? Hoy usamos la Red para casi todo: desde ver una serie de televisi¨®n y seguir las noticias hasta descargar recetas a nuestro robot de cocina o alquilar una habitaci¨®n de hotel. ?Debemos sumar todos los usos o hay algunos que son m¨¢s adictivos que otros? Si ese fuera el caso, entonces lo correcto ser¨ªa hablar de la conducta concreta y no del medio que se utiliza para llevarla a cabo, en este caso, la nube. Hasta al momento, la ¨²nica que se ha propuesto como un posible problema adictivo es el juego online. Parece muy razonable, teniendo en cuenta que la ¨²nica conducta adictiva reconocida por los psiquiatras ¨Cque no implica el consumo de sustancias¨C son las apuestas.
Sin embargo, la Asociaci¨®n Americana de Psiquiatr¨ªa ha decidido no incluirla como tal en la ¨²ltima versi¨®n del DSM, y no es que esta asociaci¨®n se caracterice precisamente por tener muchos remilgos a la hora de aceptar nuevos diagn¨®sticos en su manual.Un poco de sensatez. Si usamos de forma coloquial la palabra adicci¨®n no hay problema, pero si queremos hablar con rigor debemos hacerlo en los casos donde corresponde. Cuando las palabras dejan de referirse a algo concreto, entonces pierden su significado. Menos mal que las madres y los padres parecen ser m¨¢s sensatos que algunos profesionales, medios de comunicaci¨®n y jueces estrella.
La mayor¨ªa entiende que el uso desmedido de los ordenadores, del tel¨¦fono m¨®vil y las consolas puede ser problem¨¢tico y hay que abordarlo, pero no como un problema cl¨ªnico sino educativo. Estos progenitores no llevan a sus hijos a las consultas de psicolog¨ªa porque pasan mucho tiempo frente a la pantalla ni se plantean internarlos en centro de desintoxicaci¨®n para ¡°desengancharlos¡±. Por el contrario, entienden perfectamente que se trata de un fen¨®meno cultural y que hay que aprender a abordarlo, como cuando llegaron la televisi¨®n y los videojuegos. Afortunadamente, no siempre las campa?as del miedo pueden contra el sentido de la realidad
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