Por una lactancia materna donde y cuando se quiera
Sergi Arola ha sido el ¨²ltimo en criticar una acci¨®n que es totalmente natural se haga en la calle o en casa. Ante todo est¨¢ el respeto
Parece incre¨ªble que cuando crees que las cosas est¨¢n avanzando a favor de las mujeres y de su derecho a dar de mamar a sus hijos donde quieran, llegue un pseudoexperto y diga que ejercer la lactancia en p¨²blico es malo para el beb¨¦. El ¨²ltimo que se ha unido a este pensamiento ha sido el cocinero Sergi Arola en el programa Espejo P¨²blico, donde ha alegado esta semana que ¡°est¨¢ demostrado que la lactancia en p¨²blico no es buena para el beb¨¦¡±. Arola compart¨ªa su opini¨®n tras darse a conocer, en diversos medios, que una modelo de tallas grandes hab¨ªa desfilado con su beb¨¦ en la pasarela mientras le daba tranquilamente de mamar. Seg¨²n explican las informaciones, la modelo lo hizo como reivindicaci¨®n para visibilizar la lactancia y como cr¨ªtica a la falta de conciliaci¨®n en su profesi¨®n. Qu¨¦ pena que haya que reivindicar un acto tan natural.
Las cr¨ªticas en las redes sociales, tanto a las palabras de Arola como al programa por permit¨ªrselo, han sido numerosas: ¡°Pues a ti, Sergio, te debieron dar mucho el pecho en p¨²blico, seg¨²n tu teor¨ªa, a juzgar por la estupidez que demuestras en tus comentarios¡±, ¡°Demostrado dice. Pero mira que algunos pueden llegar a ser bocachanclas¡± o ¡°Vaya experto! Se?or m¨ªo, la teta la damos donde nos sale, solo faltaba. Y por favor, valoren la calidad de sus tertulianos, o al menos moderen las barbaridades¡±.
Sin duda, y por desgracia, amamantar en la calle es un tema que siempre suscita pol¨¦mica. Para algunos, como Arola, supone un acto que debe permanecer en el ¨¢mbito privado, y desafortunadamente son muchos los que apoyan su postura: desde redes sociales que eliminan fotos de madres lactando a mujeres que han sido expulsadas de museos o lugares p¨²blicos por el simple hecho de dar de mamar a sus hijos. De verdad, es incre¨ªble que nos salga una sonrisa cuando vemos a un ternero mamando en el campo y no sintamos el mismo respeto y cari?o cuando vemos a una mujer.
Frente a los m¨¢s cr¨ªticos se sit¨²an quienes promueven la libertad y el derecho de la mujer a dar de comer a su peque?o donde y cuando quiera, alegando lo que es: un acto natural. Se han conseguido algunos avances, eso s¨ª, gracias a las denuncias de madres afectadas que han logrado que poco a poco exista m¨¢s libertad. Incluso el Papa Francisco ha expresado en m¨¢s de una ocasi¨®n su apoyo en defensa de la lactancia en p¨²blico, a la que ha llegado a describir como el ¡°uso del lenguaje del amor¡±.
Lo que est¨¢ avalado por la ciencia es la lactancia materna
Lo que dicen la ciencia y los organismos sanitarios internacionales es que la alimentaci¨®n del reci¨¦n nacido tiene que ser con lactancia exclusiva los primeros seis meses de vida y como complementaria por lo menos hasta los dos a?os. Cualquiera que haya tenido un hijo sabe que en los primeros meses el peque come a demanda, es decir, cuando tiene hambre, y que no le preocupa que su madre est¨¦ en un bar, en el metro, en el cine o en su casa. Parece incre¨ªble que un acto tan natural sea denostado por gente que piensa que es malo, cuando supongo que lo que realmente les provoca es pudor. Lo ¨²nico que tienen que hacer es respetar y si no les gusta, mirar hacia a otro lado.
A lo mejor, lo que pretenden los m¨¢s reacios a este acto es que todas las madres del mundo se guarden la teta en la nevera, que usen sacaleches y salgan a la calle con biberones... En vez de disfrutar, cuando es posible, de que su peque?o coma directamente de su cuerpo. Mamar tiene muchas ventajas y una de ellas es que incrementa el apego entre madre y beb¨¦. La lactancia materna es, ante todo, una relaci¨®n humana. Cuando el ni?o lacta, se logra un momento de conexi¨®n no solo f¨ªsica sino emocional muy intensa con su madre ya que toda su atenci¨®n est¨¢ centrada en ella. Es una interacci¨®n muy enriquecedora y no hay nada vergonzoso en ello. Y debe existir en cualquier lugar, no solo en casa.
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